Fernández da su peculiar voz literaria a la adolescencia en "La chica zombi"

  • Jose Oliva.

Jose Oliva.

Barcelona, 14 abr.- Convertida en una de las voces más peculiares de los jóvenes narradores españoles, Laura Fernández ofrece un retrato de la adolescencia en su última novela, "La chica zombi", cuya atmósfera, admite la autora, puede recordar a la de "Carrie", de Stephen King.

La chica zombi a que alude el título es Erin Fancher, una joven de 16 años, que una mañana, al despertar, descubre horrorizada que su cuerpo no es el que era y que todo indica que está muerta.

La protagonista, explica Fernández en una entrevista con Efe, tiene que seguir yendo a clase y, como huele mal porque se está pudriendo, su mejor amiga, Shirley Perenchio, la chica más popular del instituto, no quiere saber nada de ella.

En realidad, explica Fernández, "es como si Gregorio Samsa, de 'La metamorfosis', de Kafka, hubiera tenido que salir de la habitación en la que se transformaba en cucaracha e ir a trabajar. En mi caso, la protagonista debe acudir al instituto".

La particular 'metamorfosis' que experimenta Erin Fancher en "La chica zombi" (Seix Barral) tiene que ver, apunta la autora, con "esa indefinición que sienten todos los adolescentes, ese cambio de joven a adulto que no sólo es físico, sino también mental, la sensación de que tienes ideas que no son tuyas y que te estás dejando llevar por el entorno".

Fernández sitúa la historia en un instituto en el que hay una profesora y un director que tienen una historia de amor un poco rara.

La profesora, Velma (Pelma) Ellis, cree ser la responsable de la maldición que pesa sobre Francher y además piensa que no se va a casar nunca.

"De hecho, Velma mantiene unas entretenidas conversaciones con un vestido de novia por las noches y asiste periódicamente a las reuniones de un grupo de locos", explica la autora.

La trama de la novela sirve a Fernández para "hablar de cierta gente que no sabe atravesar esos momentos de situación de crisis existencial y que coge un desvío y entonces unos se creen que son el genio de la lámpara o, como la profesora, que cree que no se casará nunca".

El flirteo que hace la autora con el existencialismo viene, reconoce, de su propia experiencia en la adolescencia: "yo me sentía así, pues no había nadie en mi entorno que leyera, que le gustara lo que yo leía, no encajaba en ningún sitio y sin embargo tenía que encajar, obligatoriamente tenía que ser quien no soy".

Tras publicar cuatro libros y varios relatos, Laura Fernández (Terrassa -Barcelona-, 1981) conviene: "En el fondo, aunque las historias puedan cambiar, tengo la impresión de que siempre hablo de la soledad y de estar solo y de la necesidad de encontrar a alguien que es como tú, porque tanto la profesora, el director, la chica zombi, o la amiga, están buscando a alguien que sea como ellos que los salve un poco de no sentirse que están locos".

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