Las otras "bombas medioambientales" de Europa del Este

  • Viena.- Europa del Este está plagada de "bombas medioambientales" como la que arrasó el oeste de Hungría: depósitos tóxicos situados en regiones con actividad sísmica, insuficientemente aislados por la falta de inversión o directamente abandonados.

Concluyen las obras del nuevo dique de contención del lodo tóxico en Hungría
Concluyen las obras del nuevo dique de contención del lodo tóxico en Hungría

Viena.- Europa del Este está plagada de "bombas medioambientales" como la que arrasó el oeste de Hungría: depósitos tóxicos situados en regiones con actividad sísmica, insuficientemente aislados por la falta de inversión o directamente abandonados.

"Existen numerosas 'bombas de relojería' a lo largo de la región", explicó hoy a Efe Andreas Beckmann, el director del programa del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) para la región del Danubio y de los Cárpatos.

La marea de lodo rojo altamente abrasiva causada por la rotura de una balsa de acumulación de una empresa de aluminio en Hungría el 4 de octubre ha revelado la precaria situación de numerosos depósitos de residuos en algunos países de Europa del Este.

El vertido de casi un millón de metros cúbicos de fango venenoso mató a ocho personas, hirió a unas 150, obligó a desalojar a centenares de damnificados y arrasó 40 kilómetros cuadrados de suelo de cultivo que tardará años en recuperarse.

Por suerte, la contaminación de la riada tóxica no afectó de forma grave al Danubio, el segundo río de Europa, algo que hubiera ocurrido si la ruptura se hubiera producido en el depósito de barro rojo de Almásfüzitö, cerca de la frontera de Hungría con Eslovaquia.

Desde 1945 esa instalación ya clausurada ha acumulado 12 millones de toneladas de fango contaminante de la industria de aluminio, con el agravante de que está a muy poca distancia del Danubio y en una zona con una ligera actividad sísmica. Un desastre afectaría a millones de personas que viven en la cuenca del Danubio.

"La instalación está cerrada y no supone un peligro agudo, pero está directamente en el Danubio. En caso de un derrame, el veneno puede llegar al Danubio. Y millones de húngaros dependen del agua de ese río", explicó Beckmann.

Los depósitos situados cerca de este río europeo no están activos y su fango forma una masa casi sólida, pero siguen manteniendo toneladas de materiales altamente venenosos que pueden filtrarse al agua subterránea o de los ríos cercanos.

Otras balsas de acumulación de barro rojo están directamente abandonadas, como la de Oradea, al oeste de Rumanía, vendida en 2000 a la rusa Russki Alumini, que se declaró en suspensión de pagos en 2006. Desde entonces nadie se ocupa del estado de sus muros.

El experto denuncia que en la normativa europea de 2006 sobre estas instalaciones no se contempla qué hacer con los depósitos abandonados ni de empresas en bancarrota, un limbo en el que se encuentran varias instalaciones de la región.

Beckmann denuncia dos industria pesadas como las más peligrosas de Europa del Este: Tulcea, en Rumanía, y Pancevo, en Serbia.

La planta de aluminio de Tulcea, con unas 20 hectáreas de lodo rojo cerca del delicado Delta del Danubio, ha tenido una fuga de sustancias químicas en 2009 y ha presentado numerosos problemas por la gestión de sus vertidos, que han afectado a la flora y fauna de ese frágil ecosistema declarado Patrimonio de la Humanidad.

Rumanía ha sido escenario de varios graves accidentes industriales, entre los que destaca la rotura en 2000 de una balsa con residuos mineros de una explotación aurífera en Baia Mare, de la que se vertieron cien mil metros cúbicos de agua con alto contenido en cianuro.

El desastre ecológico contaminó los ríos Somes, Tisza, donde destruyó toda la vida acuática, y alcanzó al Danubio.

Otro potencial peligro se sitúa en Pancevo, una ciudad industrial de Serbia que cuenta con una refinería y una fábrica de fertilizantes, que han ocasionado numerosos problemas medioambientales y de salud a sus habitantes.

Durante el ataque de la OTAN contra Serbia en 1999 varias instalaciones fueron bombardeadas, lo que causó la fuga de compuestos químicos.

Pero, "lo que más nos preocupa son aquellas instalaciones de las que no tenemos noticia. Ajka (la balsa que causó el vertido en Hungría) era algo desconocido para mí hasta hace una semana. La pregunta es ¿cuántas 'Ajkas' hay en la región?", reflexiona el experto.

"Existen decenas de balsas tóxicas peligrosas en Europa del Este. Existen muchas, pero carecemos de una información exacta sobre la situación de cada una", agregó.

En el desconocimiento del peligro también incidió Attila Aszodi, de la Academia Húngara de las Ciencias, para quien es "terrible" que "detrás de muros en muy malas condiciones se acumulen toneladas de residuos tóxicos en la cercanía de personas que no saben cuáles son sus efectos venenosos".

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