El papa llega a Lesbos para dar aliento a los migrantes

El papa Francisco llegó este sábado a la isla griega de Lesbos, puerta de entrada de los migrantes en Europa, para insistir en la necesidad de acogida y caridad con los que huyen de la guerra y la miseria.

Un mensaje que ha repetido hasta la saciedad sin que acabe de calar en Europa, ni siquiera entre todos los católicos.

"Vamos a ver a tanta gente que sufre, que huye y que no sabe adónde ir. Y vamos también a un cementerio, el mar. Hay tanta gente que nunca llegó", declaró el papa a los periodistas que viajaban con él en el avión, refiriéndose a "la peor catástrofe humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial".

"Quizá al menos el papa entienda lo que nos ocurre", dijo por teléfono a la AFP Farydoon, un afgano de 23 años que ha sido testigo -cuenta- de varios intentos de suicidio entre sus compañeros de infortunio.

Farydoon es uno de los 3.000 migrantes encerrados en el centro de registro de Moria, un campamento en medio de colinas plantadas de olivos. En su interior las condiciones son terribles, denuncian las organizaciones humanitarias.

El papa acudirá a Moria en minibús con sus dos principales anfitriones, Bartolomé, el patriarca de Constantinopla, líder honorífico de los ortodoxos, y Jerónimo, arzobispo ortodoxo de Atenas y de toda Grecia.

Esta visita, de apenas unas horas, se produce semanas después del acuerdo firmado entre la Unión Europea (UE) y Turquía, que entró en vigor el 20 de marzo y en virtud del cual se puede expulsar a todo aquel que haya llegado después de esa fecha, a no ser que las autoridades acepten su solicitud de asilo en Grecia.

El año pasado, más de medio millón de migrantes pasaron por Lesbos y en lo que va de 2016 ya llegaron casi 90.000, de los cuales más de un tercio son niños, según la ONU.

Los tres líderes religiosos hablarán en el centro de Moria con decenas de menores no acompañados y saludarán a unos 250 migrantes que representan las distintas situaciones que se viven en el campamento. Almorzarán con ocho de ellos y tres traductores en uno de los múltiples contenedores prefabricados del centro.

Luego acudirán a la sede de los guardacostas en el puerto de Mitilene para conversar con los habitantes de Lesbos y la pequeña comunidad de católicos de las islas cercanas.

Cientos de migrantes, en su mayoría niños, se ahogaron en el mar Egeo, dejando imágenes estremecedoras que dieron la vuelta al mundo. Por ellos y por las víctimas de las migraciones, el papa y sus anfitriones recitarán una oración y cada uno de ellos lanzará una corona de flores al mar.

"Es una visita estrictamente humanitaria y ecuménica, no política", afirmó el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi.

Lesbos emprendió una limpieza generalizada de los lugares de la visita del papa -quien regresará a Roma a las 15H15 (12H15 GMT)- y se afanó en borrar las pintadas que denunciaban la política europea con los refugiados.

"Papa don't preach", se leía en una de ellas, retomando una canción de Madonna, bajo la inscripción "el Estado asesina a los refugiados".

"Sólo hicimos un poco de limpieza para que la ciudad sea presentable, quieren que todo sea muy sencillo", explica Marios Andreotis, un portavoz del ayuntamiento.

Algunos no ocultan su deseo de que el papa, nieto de inmigrantes italianos, denuncie el acuerdo entre la UE y Turquía.

Meses después de iniciar su pontificado, Jorge Bergoglio visitó la isla italiana de Lampedusa, por aquel entonces principal puerta de entrada de migrantes, para fustigar "la mundialización de la indiferencia" ante los náufragos.

El pasado otoño, cuando Europa central empezaba a levantar muros contra el flujo de migrantes el papa pidió a cada parroquia del continente que acogiera a una familia, sin diferenciar entre los que huyen de la violencia y los que escapan de la miseria.

El mensaje papal tropieza con los movimientos xenófobos en pleno auge en Europa, pero también con las reticencias de muchos cristianos frente a la llegada masiva de musulmanes.

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