Lope, Calderón y Cervantes: genios del Siglo de Oro en paradero desconocido

  • Miguel de Cervantes no es el único genio del Siglo de Oro cuyos restos permanecen en paradero desconocido cuatro siglos después de su fallecimiento: tampoco descansan en un lugar reputado los dramaturgos Lope de Vega y Calderón de la Barca, que convivieron con él en el madrileño barrio de las Letras.

Madrid, 28 abr.- Miguel de Cervantes no es el único genio del Siglo de Oro cuyos restos permanecen en paradero desconocido cuatro siglos después de su fallecimiento: tampoco descansan en un lugar reputado los dramaturgos Lope de Vega y Calderón de la Barca, que convivieron con él en el madrileño barrio de las Letras.

Los tres genios del siglo XVII siguen vivos a través de sus obras, pero a diferencia de lo que sucede con William Shakespeare, cuya tumba puede visitarse en la iglesia de su pueblo natal, Stratford-Upon-Avon, por el momento en Madrid nadie puede rendirles homenaje ante el sepulcro de ninguno de ellos.

Esta situación podría cambiar en el caso de Miguel de Cervantes, que, nacido en 1547 y fallecido en 1616, fue soldado, poeta, dramaturgo, novelista y autor de la que se considera como la obra cumbre de la literatura española, "El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha".

Madrid está ahora más cerca que nunca de recuperar los restos del escritor universal -jamás anteriormente lo había intentado- con la búsqueda que ha comenzado hoy en el Convento de las Trinitarias y cuyos resultados podrían conocerse en sólo unos meses.

Un estudio de la Real Academia Española documentó que sus restos nunca salieron de las Trinitarias, el convento del madrileño donde se cree que se le enterró junto a su esposa, Catalina de Salazar, y ahora tres investigadores tratarán de localizar el punto exacto en el que se halla -las sucesivas reformas quizás obligaron a mover su tumba- y de identificarlo.

A Cervantes se le busca precisamente en la calle madrileña que recuerda a su enemigo íntimo, Lope de Vega, el gran renovador del teatro barroco con obras como "Fuenteovejuna", "Peribáñez o el comendador de Ocaña" o "La dama boba", que fue enterrado tras su muerte en 1635 en la iglesia de San Sebastián, ubicada en la calle Atocha.

Fue su amigo el duque de Sessa el que se encargó de costear los gastos iniciales del entierro de Lope -procedía de una familia humilde que no pudo proporcionarle una sepultura digna-, pero con el paso del tiempo el dramaturgo fue arrojado al parecer al osario común de la parroquia, dado que nadie se hizo cargo de la cantidad que debía pagarse por el nicho.

A la entrada de la iglesia de San Sebastián una hornacina de la Real Academia Española recuerda que en ese lugar fue sepultado en agosto de 1635 el "gran poeta y padre del teatro hispano".

Tampoco el otro gran dramaturgo del Siglo de Oro, Pedro Calderón de la Barca (1600-1681), tuvo un descanso eterno en la parroquia en la que expresó su deseo de ser enterrado: la antigua iglesia de San Salvador de la capital madrileña, concretamente en la bóveda de la capilla de San José.

Al derribarse el edificio se le trasladó temporalmente hasta un cementerio, y de ahí al Panteón de los Hombres Ilustres de la iglesia de San Francisco el Grande en el siglo XIX y poco después otra vez a la iglesia, la de San Pedro Apóstol, donde permanecieron hasta que fue asaltada en 1936.

Una placa recuerda este hecho sobre la historia de Calderón: "Sus restos mortales desaparecieron en el incendio y saqueo de 1936". No obstante, algunos expertos aseguran que los restos del literato podrían descansar en algún lugar secreto dentro del templo donde el párroco podría haberlos escondido anticipándose al saqueo.

De la misma época, pero en el ámbito de las artes plásticas, es Diego de Velázquez, quien, nacido en 1599, es el pintor responsable de joyas universales como "Las Meninas", "La rendición de Breda" o "Las hilanderas".

Desde su muerte en 1660, estudiosos e investigadores se han esforzado en encontrar sus restos, enterrados en un primer momento en la cripta de la iglesia de San Juan de Madrid.

El convento fue derribado en el siglo XIX durante la ocupación francesa y en su lugar se construyó la actual plaza de Ramales. En 1998, un grupo de expertos decidió poner en marcha las obras necesarias para levantar el suelo de la plaza y descubrir si su cuerpo se encontraba en ese lugar, pero nunca apareció.

Los investigadores que inician hoy la búsqueda de los restos de Miguel de Cervantes aspiran a que esta situación no se repita con el gran escritor, de manera que, cuando el año que viene se celebre el cuarto centenario de la segunda parte de "El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha", sus restos estén ya localizados.

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