Mar de Orzán, tributo a los policías fallecidos al intentar salvar a un joven

  • La coraza del Orzán, el dique que separa la bahía de A Coruña, se convertirá el próximo domingo en tributo eterno de la ciudad a los tres policías nacionales, Rodrigo Maseda, José Antonio Villamor y Javier López, que el 27 de enero de 2011 dieron su vida por intentar salvar infructuosamente a un joven eslovaco de la fuerza del mar.

Pablo L. Orosa

A Coruña, 20 ene.- La coraza del Orzán, el dique que separa la bahía de A Coruña, se convertirá el próximo domingo en tributo eterno de la ciudad a los tres policías nacionales, Rodrigo Maseda, José Antonio Villamor y Javier López, que el 27 de enero de 2011 dieron su vida por intentar salvar infructuosamente a un joven eslovaco de la fuerza del mar.

El fallecimiento de los tres agentes, conocidos ya para siempre como "los héroes del Orzán", ha suscitado innumerables homenajes a lo largo de estos meses: Medalla de Oro al mérito policial, premio a los Valores Humanos, a la Solidaridad 2012...aunque ninguno tan especial como el que miles de personas anónimas les brindaron en los días posteriores a la tragedia observando, en silencio, el rumor de un mar que les habría de devolver ya sin vida.

Flores, velas y fotografías fueron amontonándose, una tras otra, hasta convertir la balaustrada del paseo marítimo en un pequeño altar a la memoria de los tres agentes.

Un año después, este reconocimiento tomará forma gracias a una escultura ideada por el presidente de la delegación de A Coruña del Colegio de Arquitectos, José Manuel López Mihura.

La coraza del Orzán, estampa turística de la ciudad junto a la Torre de Hércules, quedará ligada a la memoria de los tres agentes, quienes aquella madrugada de enero de 2011 dieron una lección de humanidad que nadie olvidará.

Maseda y Villamor se encontraban en la zona de paisano cuando fueron alertados de que un joven, Tomás Velicky, de 23 años, originario de Bratislava, había sido engullido por el mar cuando trataba de mojarse los pies.

Ambos agentes no dudaron un segundo en lanzarse a por él pese a que el océano, enfurecido, amenazaba con arrastrarlos a ellos detrás.

Pronto llegaron más agentes, entre ellos, José Antonio Villamor, quien se introdujo también en el agua para ayudar a sus compañeros.

Entre todos lograron formar una cadena humana e incluso consiguieron agarrar al joven eslovaco al que pretendían rescatar.

No pudo ser. Una gran ola -aquel día había alerta naranja en el mar- les golpeó, llevándose consigo a Maseda, Villamor, López y al joven estudiante.

Al despertar aquella mañana A Coruña era una ciudad conmocionada. El cadáver de Javier López fue recuperado a las pocas horas pero no así el de los otros tres desaparecidos.

Arrancó entonces una carrera desesperada por encontrar los cuerpos de la que fue testigo toda la población. Durante una semana los vecinos desviaron sus quehaceres diarios para pasar, aunque fuese un momento, por aquella ensenada confiados en que el mar los hubiese ya devuelto.

Pero fue necesario aguardar varios días hasta que al fin los cadáveres fueron recuperados y pudieron ser enterrados. A partir de ahí vinieron los homenajes. Todos merecidos. Ninguno tan duradero como el de la memoria colectiva. EFE.

Mostrar comentarios