"Los hongos no son una enfermedad crónica, se curan, pero es necesario tomar algunas precauciones para evitar un nuevo contagio. Una vez tratada la infección es fundamental desinfectar adecuadamente el calzado que se hubiera utilizado hasta el momento, con agua y amoniaco por ejemplo, porque podría ser el generador de un nuevo brote", ha señalado la presidenta de la entidad, Maite García.
Asimismo, prosigue, compartir el calzado con otra persona que padezca este tipo de infección o la laca de uñas, pueden ser posibles focos de contagios. En este sentido, el organismo ha explicado que si bien los hongos por sí mismos no provocan dolor, sí debilitan la uñas y hay un riesgo elevado de que se rompan, con las molestias que ello comporta para el paciente.
Además, ha insistido en la importancia de asistir al podólogo en cuanto se detecte cualquier pequeña anomalía para valorar el problema y poder darle una solución específica que lo combata de forma efectiva lo antes posible.
Algunos síntomas que nos pueden indicar que hay algún tipo de infección en los pies, bien sea fúngica por bacterias, alergias u otro tipo de alteraciones en la piel son sufrir un picor constante y continuo en una zona concreta del pie; detectar rojeces en forma de placas en el pie o entre los dedos; presencia de descamaciones de la piel en esta zona; padecer cualquier síntoma anterior y además que esté acompañado de un mal olor que no es habitual; y sufrir grietas dolorosas en los pies.
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