Primer ministro neozelandés niega la muerte de un espía israelí en el seísmo

  • El primer ministro de Nueva Zelanda, Jonh Key, desmintió hoy las informaciones aparecidas en la prensa neozelandesa sobre la muerte de un espía israelí durante el terremoto registrado en el país el pasado 22 de febrero.

Sídney (Australia), 20 jul.- El primer ministro de Nueva Zelanda, Jonh Key, desmintió hoy las informaciones aparecidas en la prensa neozelandesa sobre la muerte de un espía israelí durante el terremoto registrado en el país el pasado 22 de febrero.

La prensa local informa hoy de que un supuesto espía israelí fue una de las 181 personas muertas en el seísmo de 6,3 grados de magnitud que afectó la Isla Sur de Nueva Zelanda ese mes.

Ante el revuelo de los medios, el primer ministro neozelandés se vio obligado a comparecer ante los medios para aclarar que "no hay evidencias de que sea (el supuesto espía) más que un mochilero".

La historia, iniciada por el diario "The Southland Times", afirmaba que el cadáver del sospechoso fue recuperado con cinco pasaportes del interior de una furgoneta aplastada a causa del seísmo en la ciudad de Christchurch, donde también murieron dos acompañantes. Otros tres ocupantes, todos israelíes, salieron con vida.

Key afirmó que el israelí fue encontrado con un pasaporte europeo, y que sus compañeros le entregarían un segundo pasaporte, de nacionalidad israelí, cuando hubiera dejado el país.

La Policía neozelandesa empezó a investigar a este grupo israelí tras sospechar que tenía la intención de introducirse en los ordenadores de los cuerpos de seguridad nacionales, indica el periódico "The Southland Times".

Por su parte, el embajador israelí en Nueva Zelanda, Shemi Tzur, expresó su indignación por las informaciones y negó categóricamente que hubieran espías israelíes en el país.

En 2004, dos israelíes fueron condenados por intentar conseguir pasaportes neozelandeses de forma fraudulenta, una operación que el Gobierno neozelandés atribuyó al servicio de inteligencia israelí, el Mosad.

Los dos acusados, que nunca reconocieron pertenecer al Mosad, cumplieron dos de los seis meses de cárcel impuestos por el tribunal y fueron deportados.

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