Ribadavia viaja a la Edad Media, con torneos medievales y una boda judía

  • Viajando atrás en el tiempo, en el que los judíos se instalaron por primera vez en Ribadavia, allá por el siglo XI, la villa orensana se ha engalanado este sábado para disfrutar de torneos medievales, una boda por el rito sefardí o una cena judía.

Lorena R. de la Torre

Ribadavia, 29 ago.- Viajando atrás en el tiempo, en el que los judíos se instalaron por primera vez en Ribadavia, allá por el siglo XI, la villa orensana se ha engalanado este sábado para disfrutar de torneos medievales, una boda por el rito sefardí o una cena judía.

La 'Festa da Istoria', declarada de Interés Turístico Nacional, se convierte un año más en uno de los eventos por excelencia de Galicia, una "fiel recreación" en la que no faltan los vestidos de época.

Taberneros, trovadores o nobles se dan cita a lo largo de todo el día por las calles de la villa, cumpliendo los preceptivos cánones que marcaban los estamentos sociales de la época, una fiel recreación de la presencia judía hasta que fueron expulsados en 1492, y posteriormente perseguidos por el Tribunal de la Inquisición.

Durante todo el fin de semana, la villa del corazón de la comarca del Ribeiro recuerda el asentamiento de la población judía que tuvo una relevancia notable en la exportación de vino a países de Europa, desde su llegada a Ribadavia en el siglo XI, de la mano de Don García, quien convertiría a esta villa en capital del Reino de Galicia en 1063.

Además de comerciantes, durante la Istoria se pueden ver oficios de toda la vida como herrero, sastre o zapatero, así como actividades de cetrería. Pese al calor, es preceptivo para los miles de visitantes ir engalanados con sus mejores trajes para poder asistir a las principales actividades de recreación histórica.

Como cada último sábado de agosto (o primero de septiembre) el barrio judío cobra protagonismo con un repleto abanico de actividades, donde nada queda para el azar. Vasijas de barro y la música también cumplen el papel de convertir Ribadavia en una auténtica villa medieval.

Una de las actividades más singulares es una boda por el rito sefardí, en la que los novios firman el contrato de los esponsales coincidiendo con la entrada en el último mes del calendario lunar hebreo y que da paso a la lectura de la ketubá, el documento matrimonial donde constan las obligaciones de la esposa y la indemnización que deberá pagar el marido a la mujer en el caso de que quiera divorciarse de ella.

El desfile medieval, encabezado por los señores de la villa, Don Pedro y Doña Ana, el tradicional baile medieval o un ajedrez viviente completan el programa matinal que da paso por la tarde a los torneos medievales y a la cena.

Como moneda oficial de pago, la festa da Historia utiliza su propia moneda, el maravedí.

De esta forma, los visitantes deberán trocar sus euros por maravedíes en el banco de la Alhóndiga y sus cuatro sucursales. Para ello, la organización ha puesto en curso cerca de 300.000 monedas, de las cuales el 10 por ciento se utilizarán para financiar a la fiesta del año que viene.

La cena medieval, que tiene lugar como cada año en la antigua iglesia de la Magdalena, pondrá el punto y final a esta fiesta.

Según explica la vicepresidenta de la coordinadora, Yolanda Gómez, los productos gastronómicos utilizados en esta cena están basados en los de aquella época medieval.

Los trajes que se llevan en la fiesta reflejan las grandes diferencias de estamentos, con una clase rica, la nobleza, y el clero, en su mayoría campesinos que buscaban su sustento económico.

"Las principales autoridades como la Reina o el que habla en el bando llevan unos trajes de época que datan del siglo XIII y XIV. Los nobles utilizan vestimentas más elegantes, con pasamanerías y bordados dorados, cuya elaboración es artesanal", apunta a Efe Emma Giráldez, encargada del almacén de trajes.

El clero se caracterizaba por llevar una "ropa de pueblo" más sencilla y con "telas de menor calidad". En el caso del hombre, utilizan "una túnica que tape la mayor parte del cuerpo" y las mujeres "falda con una blusa y un fajín".

Los figurantes empiezan a elaborar estos trajes con meses de antelación, incluso desde enero. En algunos casos, el vestuario asciende a los 200 o 300 euros. EFE

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