Tíbet vive el quinto aniversario de los disturbios con las mismas demandas

  • Al cumplirse hoy cinco años de los peores disturbios de las últimas décadas en Tíbet, con 19 muertos según las cifras oficiales y más de 200 según los exiliados, las demandas de este pueblo son aún las mismas y su descontento se refleja en las más de cien inmolaciones registradas en los últimos dos años.

Xavier Fontdeglòria

Pekín, 14 mar.- Al cumplirse hoy cinco años de los peores disturbios de las últimas décadas en Tíbet, con 19 muertos según las cifras oficiales y más de 200 según los exiliados, las demandas de este pueblo son aún las mismas y su descontento se refleja en las más de cien inmolaciones registradas en los últimos dos años.

La capital del Tíbet, Lhasa, vivió el 14 de marzo de 2008 una de las revueltas más graves contra el poder chino desde la rebelión contra Pekín en 1959 -también el mismo día-, que fue aplastada por el Ejército chino y acabó con la huida al exilio de su líder, el Dalai Lama.

En 2008, durante los enfrentamientos entre las tropas y los manifestantes tibetanos -monjes y civiles- se incendiaron varias tiendas y vehículos. Los disturbios dejaron centenares de heridos y 19 muertes según la versión china, mientras que los tibetanos en el exilio aseguran que la represión causó más de 200 fallecidos.

Además, en Lhasa miles de personas fueron detenidas, 42 de ellas condenadas a penas de prisión en distintos grados y hasta dos sentenciados a muerte.

El aumento de la presencia policial en las calles de Lhasa ha evitado, por ahora, que los enfrentamientos se repitan, pero tanto los tibetanos en el exilio como varias organizaciones de derechos humanos defienden que la opresión de las autoridades chinas "es la misma o aún peor" que antes de las revueltas.

"A todas luces la situación en el Tíbet ha empeorado desde 2008, y tanto la imposición de un estado policial en la meseta tibetana como las inmolaciones de los ciudadanos son testimonio de este hecho", subrayó la agencia tibetana Phayul.

Las inmolaciones de monjes tibetanos se han convertido en la principal forma de protesta entre los que denuncian la pérdida de derechos, acompañadas de consignas pidiendo la libertad de la región o el regreso del Dalai Lama.

Concretamente, 104 personas se han prendido fuego desde inicios de 2010 -la mayoría jóvenes de entre 14 y 35 años-, una situación que se recrudeció especialmente a finales de 2012, cuando los casos llegaron a superar uno diario en coincidencia con el inicio del XVIII Congreso del Partido Comunista chino (PCCh), que renovó los líderes del país.

Pekín siempre ha condenado estas protestas suicidas y las ha atribuido al Dalai Lama, a quien acusa de instigarlas "para conseguir fines políticos".

Hoy, este quinto aniversario de las protestas en el llamado "Techo del mundo" coincide curiosamente con el nombramiento del nuevo presidente del país, Xi Jinping, del que no se espera que cambie la política del gigante asiático respecto a uno de sus principales focos de conflicto.

Hace unos días, un alto cargo provincial en Tíbet, Zhang Dongsheng, aseguró que el Gobierno "no relajará el control sobre los monasterios de la región y su gente", pues "se trata de una lucha a largo plazo e intensa con el Dalai Lama", informó Phayul.

Los medios oficiales chinos no recogieron hoy el aniversario, aunque la agencia oficial Xinhua aprovechó la ocasión para hablar con algunos de los delegados de la región que participan esta semana en el plenario anual de la Asamblea Nacional Popular china (ANP).

"El recuerdo sobre las revueltas es ya muy débil y la presión psicológica se ha aliviado, todo el mundo se centra ahora en mejorar sus condiciones de vida", dijo uno de ellos, Padma Chodron.

Fuera de las fronteras chinas, sin embargo, el Centro tibetano para los Derechos Humanos y la Democracia denunció recientemente la detención de cinco monjes ante la cercanía del aniversario, lo que muestra que el recuerdo del 2008, y con él la posibilidad de que el conflicto se repita, sigue vivo entre las autoridades chinas.

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