De vuelta a La Meca un año después de la estampida mortal

Pese a seguir afectado por la muerte de dos amigos de la infancia durante la trágica estampida de la peregrinación anual de los musulmanes el año pasado, Mohammed Sani ha decidido volver a La Meca.

Este farmacéutico nigeriano de 46 años afirma que su fe sigue intacta pese a la muerte de unos 2.300 peregrinos durante el ritual de lapidación de Satán el 24 de septiembre de 2015 en Mina, a unos kilómetros al este de la Gran Mezquita, la peor tragedia acaecida durante el hach en Arabia Saudí.

El de este año estuvo precedido por los violentos enfrentamientos verbales entre Arabia Saudí, sunita, e Irán, chiita, dos antiguos rivales de Oriente Medio. Unas discrepancias que han comportado el veto a los iraníes para realizar el peregrinaje.

El sábado comienzan los ritos del hach, para el que se espera la llegada de 1,4 millones de personas desde el extranjero, además de los cientos de miles de saudíes que participarán, por lo que Riad explicó que había mejorado la organización y reforzado la seguridad.

"Salí milagrosamente indemne, pero estos acontecimientos dejaron una herida en mi corazón que no se curará nunca", destacó Sani a su llegada al reino, acompañado de su esposa.

El hach es uno de los cinco pilares del islam y cada musulmán está obligado a hacerlo, al menos, una vez en la vida si dispone de los medios físicos y económicos.

Este año, la peregrinación tendrá lugar tras el atentado suicida que costó la vida en julio a cuatro agentes de seguridad cerca de la mezquita del profeta Mahoma en Medina.

El ataque, no reivindicado, provocó una oleada de críticas en los círculos sunitas y chiitas del reino saudí, al contrario de lo que ocurrió tras la estampida de 2015.

El drama de Mina fue duramente criticado en el extranjero, en particular en Irán, país del que eran oriundos 464 muertos.

El líder supremo iraní, el ayatolá Alí Jamenei, lanzó el lunes un violento discurso contra los dirigentes saudíes, cuestionando su gestión de los lugares santos.

El líder lamentó que Riad no hubiera procesado a los responsables de la estampida y que no se hubiera disculpado, "rechazando incluso autorizar una comisión de investigación islámica internacional".

Por su parte, el gran muftí saudí, Abdel Aziz Al Sheij, declaró que los iraníes "no son musulmanes", a lo que el presidente iraní, Hasan Rohani, respondió afirmando que los países musulmanes "deben coordinar sus acciones para solucionar los problemas y castigar al gobierno saudí".

A causa de las discrepancias en temas de seguridad, Teherán y Riad no hallaron un acuerdo para que los iraníes participen en el hach, al que acudieron 60.000 iraníes el año pasado.

Durante la estampida de 2015, los peregrinos acusaron a la policía de haber cerrado las carreteras y de haber gestionado mal los movimientos de la multitud. Por su parte, los responsables saudíes culparon a los fieles de no haber respetado las normas.

Riad, que defiende un balance de 769 muertos, tres veces menor al compilado a partir de las cifras dadas por más de 30 países, ordenó una investigación. Pero los resultados de ésta nunca se hicieron públicos.

Desde entonces, se han ensanchado las carreteras de Mina y se han declarado restricciones de horario durante el ritual de la lapidación.

Además, se dotará a cada peregrino de una pulsera electrónica donde se deberán introducir los datos personales y médicos y se han instalado más cámaras de vigilancia.

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