Guerra abierta en Alemania contra los "nuevos ricos" en el fútbol

Partidos boicoteados, autobuses de jugadores bloqueados, una cabeza de toro cortada... El odio de los aficionados alemanes de los clubes "tradicionales" por los equipos de "nuevos ricos" es palpable semana a semana en la Bundesliga, en nombre de la sacrosanta "cultura del fútbol".

La hostilidad hacia los "nuevos ricos" (o "clubes de plástico" como se les llama en Alemania) se ha recrudecido esta temporada con el ascenso a la primera división del RB Leipzig, que está controlado, financiado y dirigido por la multinacional de bebidas energéticas Red Bull.

A finales de septiembre, "ultras" del Colonia bloquearon el autobús que trasladaba a los jugadores cerca del estadio, lo que obligó a aplazar el inicio del partido un cuarto de hora.

La víspera, banderas artesanales aparecieron en todos los barrios de la tranquila ciudad con mensajes alrededor de un único tema: "Odiamos al RB":

Unos días antes había sido el núcleo duro de los aficionados del Dortmund el que rechazó desplazarse a Leipzig "para no meter dinero en el bolsillo de Red Bull".

Y nadie olvida el incidente ocurrido en agosto en Dresden, cuando aficionados llevaron al estadio una cabeza de buey cortada y ensangrentada en un ataque claro a la marca austriaca de bebida energética, cuyo símbolo es un toro rojo.

"El Red Bull Leipzig lleva todo el sistema del fútbol a lo absurdo", denuncia el director de cine Jan-Henrik Gruszecki, un hincha incondicional del Dortmund. "Los clubes tradicionales como el Dortmund, el Schalke, el Colonia o el Bayern quieren y deben ganar dinero, pero para jugar al fútbol. En Red Bull el fútbol sirve para vender un producto y una marca. Es la diferencia substancial", insistió.

Si Leipzig concentra la mayor parte de este rencor, otros tres clubes de la élite están también en el disparadero: el Ingolstadt, el club de la ciudad del constructor de autos Audi; el Wolfsburgo, también conocido como el "Volkswagen FC"; y el Hoffenheim, el juguete de Dietmar Hopp, el jefe de la empresa informática SAP y uno de los hombres más ricos de Alemania.

Los tres están en la cola de las cifras de asistencia a los estadios, lo que provoca a su vez una bajada de la media de una Bundesliga que se enorgullece de ser el campeonato con mejores afluencias a los campos desde hace décadas.

"La particularidad de la cultura futbolística en Alemania, es que los clubes fueron fundados como asociaciones, en las que los aficionados tienen un poder de control y de decisión", explica a la AFP Jonas Gabler, investigador especializado en la cultura de los aficionados al fútbol.

En otro sentido, subraya, los clubes trabajan codo con codo con unas asociaciones de aficionados muy estructuradas: "Los deseos e intereses de los hinchas son tenidos en cuenta muy seriamente".

"Esta interacción entre los aficionados y los clubes es un elemento fundamental de la cultura del fútbol", asegura este experto, que añade que "ahora los hinchas tienen la impresión de que esta tradición está siendo corrompida por los clubes creados por empresas".

"Los aficionados sienten nostalgia de los viejos tiempos y no quieren tomar este nuevo camino".

Las leyes del fútbol profesional alemán están hechas para evitar que un club pueda ser controlado por un único accionista todopoderoso. Una regla impide que nadie pueda poseer más del 50% de acciones de una entidad.

Pero esta regla ha sido incumplida por el Leipzig, según sus detractores, puesto que la firma austriaca tiene el 49% de los representantes del consejo de administración, pero el otro 51% está en manos de... los empleados de Red Bull a título personal.

Los reproches son siempre los mismos: los "clubes de plástico" no tienen un público fiel y usurpan la plaza en la máxima categoría de otras entidades menos afortunadas, aunque con mayor tradición en el fútbol alemán, como el Núremberg, que no pudo subir la temporada pasada a la Busdesliga al quedar dos puntos por detrás del Red Bull.

También critican que su modelo económico es demasiado "inestable" puesto que dependen de la voluntad de un financiador único, que puede desaparecer de la noche a la mañana.

Curiosamente, al mismo tiempo que los incidentes o las provocaciones son constantes, las autoridades del fútbol alemán no dicen nada sobre este tema.

"Muchos dirigentes, a título personal, rechazan este modelo económico. Y muchos prefieren no oponerse a la mayoría de aficionados en este asunto, por lo que se mantienen prudentes", juzga Jonas Gabler.

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