En Sri Lanka, tierra de cricket, la fiebre por el rugby se ha enfriado

Nepotismo y corrupción con un asesinato de fondo: el rugby de Sri Lanka, sobre el que el antiguo dirigente de la isla, Mahinda Rajapaksa, alimentaba los sueños de grandeza, acompañó a su valedor en su caída.

Hace apenas dos años, era casi obligatorio acudir al estadio Racecourse de Colombo para aplaudir a los dos hijos del presidente.

Tierra de cricket, el estado asiático de Sri Lanka es una de las potencias del sur de Asia en el deporte del balón ovalado. Mahinda Rajapaksa lo elevó a causa nacional durante su década en el poder, de 2005 a 2015.

Al frente de la isla hasta la elección presidencial perdida en enero de 2015, el dirigente puso fin a la rebelión de la minoría tamil en medio de un río de sangre y entre acusaciones de crímenes de guerra.

Bajo su mandato, su clan había prosperado al calor de los negocios del país. Pero al igual que la política y los negocios, el rugby es una cuestión de familia para los Rajapaksa.

Los dos hijos mayores del expresidente, Namal y Yoshitha, capitanearon el XV del país. El tercer vástago, Rohitha, no se quedó atrás, portando el brazalete del equipo de la marina militar.

No era infrecuente ver camiones llevando gente para llenar las tribunas del hipódromo colonial de Colombo, así como los palcos VIP abarrotados cuando alguno de los hijos del presidente participaba en los partidos.

La federación de rugby del país tenía la misión de clasificarse para el Mundial de 2019 en Japón, el primero que se disputará en Asia.

"Toda esta parafernalia para la clasificación de Sri Lanka para la Copa del Mundo era verdaderamente excesiva", estima ahora Dhaminda Wijesuriya, redactor del periódico Lankadeepa.

Pero la obsesión por la clasificación para el Mundial y la onerosa contratación de algunos jugadores extranjeros no son suficientes para introducir la afición en un país por un nuevo deporte, señalan los detractores.

"Tuvimos tres o cuatro jugadores internacionales venidos a jugar aquí, pero eso no constituye una política de desarrollo", del rugby en Sri Lanka, indica Dilroy Fernando, arbitro de rugby y una de las personas más involucradas en el desarrollo del deporte en el país.

Habría sido necesario "llevar el deporte a las zonas rurales y buscar allí nuevos talentos, algo que se descuidó por completo", explica.

Aunque el último partido internacional de Sri Lanka se saldó con una victoria por 33-17 ante Malasia, la humillante derrota ante Japón (132-10) de hace dos años denotó lo mucho que le queda por mejoras al país para poder competir con los mejores.

Las gradas rebosantes de Racecourse son sólo un lejano recuerdo. Desde la caída de la familia Rajapaksa sólo los muy aficionados acuden a los partidos de rugby.

Además, el rugby está envuelto en un escándalo de desvío de fondos, e incluso de asesinato.

Miembros del entorno de la familia Rajapaksa están acusados de participar en la muerte de uno de los jugadores del equipo nacional, Wasim Thajudeen, cuyo cuerpo fue encontrado en un coche calcinado en 2012.

Lo que en su momento fue presentado como un accidente de coche, habría sido en realidad un asesinato.

Según un portavoz del gobierno actual, tres miembros de la seguridad del presidente habrían participado directamente en la muerte de Thajudeen. Una reciente autopsia reveló que el jugador había fallecido antes de ser calcinado.

El entonces responsable de la policía de Colombo fue acusado de haber alterado las pruebas.

Según los medios locales, Thajudeen se vanagloriaba de mantener una relación con la pareja de Yoshitha Rajapaksa. La familia desmintió toda implicación en esta muerte.

Pese a la desaparición del presidente de la escena pública y de los escándalos en torno al rugby, su compromiso en favor de este deporte permitió que fuese conocido en el país.

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