Desafían a la nieve y al mal tiempo para acudir a la bendición de San Antón

  • Sólo dejando al descubierto los ojos, abrigados hasta las orejas para no enfriarse, los caballos y el resto de los animales han desafiado hoy la nieve en Ávila para acudir a la bendición de San Antón, una tradición que este 2014 ha cumplido veinte años y que ha visto reducida la asistencia de jinetes por los problemas en las carreteras provocados por la nieve.

Carmen T. Izquierdo

Ávila, 19 ene.- Sólo dejando al descubierto los ojos, abrigados hasta las orejas para no enfriarse, los caballos y el resto de los animales han desafiado hoy la nieve en Ávila para acudir a la bendición de San Antón, una tradición que este 2014 ha cumplido veinte años y que ha visto reducida la asistencia de jinetes por los problemas en las carreteras provocados por la nieve.

Del centenar previsto inicialmente y que acude otros años desde varias comunidades autónomas, hasta la capital abulense se ha desplazado hoy apenas una treintena de jinetes, aunque algunos de ellos han desafiado las bajas temperaturas para no faltar a la cita con San Antón.

Entre ellos, Fernando Navas y Cesáreo Capelo, que han cogido a amigos y caballos y han llegado a Ávila desde Los Molinos (Madrid), en su primera experiencia en esta bendición.

En el antiguo Mercado de Ganados de la capital abulense les han recibido con los brazos abiertos, porque "han sido unos valientes", les ha dicho José Antonio Andrinal, presidente de la Asociación Abulense de Amigos del Caballo, organizadora de esta iniciativa que comenzó en el año 1994.

Con hornazo y bebidas calientes han entrado en calor, antes de subir a sus monturas y protagonizar un desfile que este año ha tenido como protagonista la nieve, como la que se ha encontrado en la carretera Borja Rodríguez, de la Yeguada Los Matías, que ha llegado desde El Fresno para no perder una tradición que él, con veinte años, viene cumpliendo desde hace siete.

"Cualquier excusa es buena para salir con el caballo", ha confesado a Efe poco antes de iniciar la subida hacia la basílica de San Vicente, hacia la que se han dirigido mientras los asistentes les esperaban guarecidos en el pórtico del templo, al abrigo del viento y la nieve.

Patricia San Segundo ha decidido que este año, por ser el primero que acudía a la bendición, lo iba a hacer con sus dos mascotas, su gata Lola y su perra Mika, ambas de tres años, envuelta en mantas y en su transportín la primera y tiritando, aunque abrigada, la segunda.

Junto a ella, Rebeca Paniagua, que ha ido para que su chihuahua Lupo, de cuatro meses, recibiera su primera bendición.

Con Rudy, un perro de ocho meses, ha acudido Sofía López, de ocho años, que no ha querido dejar pasar la oportunidad de participar, por primera vez, en una tradición a la que llevaba unos años asistiendo, pero sin mascota.

El momento más esperado, la salida de los jinetes por el Arco de San Vicente de la muralla, ha hecho que los asistentes se aventuraran a sacar sus mascotas de sus refugios, como Alejandro Macías, de doce años, que ha llevado a su hurón Lucas a la bendición, pese a que al animal "no le gusta mucho el frío" y no ha dejado de temblar y de buscar abrigo en la ropa de su dueño.

O Irene Carrera, de nueve años, que no ha dudado en coger a su tortuga, Cosi, de tres años, para estrenarse en la bendición, igual que Irene Varela, que pasa su primer año en Ávila este día y ha asistido con Botón, un conejo blanco de tres años.

Ante la figura de San Antón, una imagen que ceden las monjas de clausura del convento de La Magdalena, los jinetes y, después, cada uno con su mascota, han recibido la bendición del santo y el correspondiente bollo preñado -pan relleno de chorizo-, de los que este año se han llevado más de 1.400.

Hasta 1994, la bendición se realizaba, sin caballos, en la iglesia de La Magdalena, aunque, desde hace dos décadas, la muralla y la basílica de San Vicente sirven de escenario a una tradición que desafía las inclemencias del tiempo y que alcanzó su máxima participación hace dos años, con 160 jinetes. EFE

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