Isaac Cuenca, el peón de Pep Guardiola para ganar las partidas

  • Dos notables actuaciones ante Milan y Levante, con los que el Barcelona se jugaba seguir manteniendo sus aspiraciones en Liga de Campeones y Liga, han propulsado al joven canterano Isaac Cuenca, erigido en la inesperada llave de Guardiola para desarbolar a rivales encerrados. Un peón para ganar la partida.

Isaac Cuenca, en un partido con el Barcelona
Isaac Cuenca, en un partido con el Barcelona
lainformacion.com

Hace diez días, cuando antes del partido de vuelta de cuartos de final ante el Milan se hizo público que el extremo de Reus sería titular, la sorpresa fue general. Pocos habían apostado por ello. Era, como se había dicho en Barcelona, "el partido más importante del año", una final anticipada en la que se debía superar el empate a cero de la ida ante el peor contrincante posible. Y en esa final, Cuenca dejaba al chispeante Alexis Sánchez en el banquillo.

Aquella decisión, a la postre, resultó esencial. Con el jugador pegado a la línea de banda, el Barça ensanchó el campo y obligó a la férrea defensa del Milan a abrirse y dejar huecos que los Messi, Iniesta, Cesc y Xavi no desaprovecharon. En el juego de reyes, la clave fue un modesto peón. La ficha, a priori, más prescindible.

Justamente hace un año, por estas mismas fechas, Cuenca arrancaba en el banquillo otro partido trascendental. Pero no era la prestigiosa Champions, ni siquiera un partido de Primera División, sino un encuentro de Segunda B entre el Sabadell -conjunto donde jugaba cedido- y el Ontinyent.

A los 23 minutos, Cuenca saltó al césped en un encuentro que su equipo acabaría llevándose con un gol en el último minuto, vital para el ascenso a final de temporada. Este sábado, prácticamente un año después de aquel 17 de abril de 2011, su entrada al Ciutat de València en el segundo tiempo acabaría siendo capital.

Con el reto de remontar un gol en contra cuando el Barça estaba más espeso que nunca y la Liga se escapaba, de nuevo su presencia ayudó a dilatar el campo. El Barça dejó de caer en el embudo del Levante y reivindicó las bandas. Pegado a la derecha, Cuenca inició la jugada del primer gol de Messi y provocó el penalti del segundo.

Dicen los entendidos en ajedrez que algunos de los grandes maestros de la historia se han caracterizado por no despreciar nunca el valor del peón como arma fundamental para conseguir la victoria. El sacrificio de la más insignificante de las fichas para recuperar la iniciativa o lograr un ataque directo contra el rey.

Cuenca es ese peón del maestro Guardiola. Su disciplina táctica, sus abundantes recursos para no perder ningún balón que favorezca los contragolpes rivales y su obediente ejecución al pie de la letra del manual de ataque azulgrana le convierten en la llave para abrir el portón. Messi volvió a ser Messi cuando Cuenca generó espacios.

"Necesitaba un jugador pegado a la raya, en la cal. A ver si descubrimos el día que Cuenca pierde un balón, no sé si todo lo que ha hecho Cuenca en este partido lo puede hacer alguien en Europa", reconocía su técnico tras vencer al Milan hace dos semanas.

Ante el Levante, en 45 minutos, su precisión de pase alcanzó un 95,7%, más que ningún otro delantero. Probó siete centros, los mismos que Pedro en todo el partido, y ganó cerca de la mitad de sus duelos contra los defensas. En uno de ellos, en la única falta que sufrió, causó el penalti que amarró la sufrida victoria.

De timidez extrema, Cuenca es, a sus casi 21 años -los cumplirá dentro de dos semanas- un chico alejado del mundo que rodea a las estrellas del fútbol.

Familiar y reservado, algunos jugadores que han compartido vestuario con él anteriormente cuentan que apenas sale a divertirse, solo en ocasiones contadas y casi obligado por algún festejo de su equipo. Él mismo admite que su vida poco ha variado. "Únicamente que ahora me conocen más por la calle", señala.

Descartado hasta en dos ocasiones de las categorías inferiores del Barça por su físico escuálido y su aspecto desgarbado, Cuenca se ha convertido hoy en el revulsivo preferido del técnico Pep Guardiola. La ficha que nadie esperaba que el técnico moviera en el tramo decisivo del año.

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