De nuevo atleta jamaicano Asafa Powell se va por la puerta trasera del estadio

Una vez más, el jamaicano Asafa Powell fue superado por sus fantasmas al quedar segundo en la final de los 60 m planos del Mundial de atletismo en pista cubierta en Portland, superado por Trayvon Bromell, la nueva estrella del atletismo estadounidense.

El hombre que ostenta el récord mundial de los 100 m con 9.74 segundos y consistentemente ha bajado de los 10 segundos en las competiciones oficiales, carga con el San Benito de que a la hora buena nunca da el tipo.

Después de pasearse en las series eliminatorias de los 60m con crono 6.44 segundos, la quinta mejor marca de la historia, y de repetirla en las semifinales, fracasó ante un torbellino llamado Trayvon Bromell, un joven de 20 años que fue tercero el pasado año en el Mundial de Pekín, detras de Usain Bolt y Justin Gatlin.

En ese mismo evento en China, Powell fue séptimo, para no romper la tradición de irse en blanco en las grandes competencias.

Fue quinto en los Juegos Olímpicos de 2004 y 2008 y en Londres-2012 terminó octavo tras lesionarse la ingle durante la carrera.

Ahora al menos agarró la medalla de plata, al marcar 6.50s, detrás de Bromell (6.47) y por delante del barbadiense Ramon Gittens (6.51).

Powell, el hombre que más veces ha bajado de 10 segundos en los 100 metros, y tres veces plusmarquista mundial de la distancia, se fue del estadio sin decir palabra, prácticamente por la puerta trasera, rehuyendo a la prensa.

Desapareció como uno de esos fantasmas que le persiguen y no le dejan ganar.

En el Centro de Convenciones de Oregon, en Portland, Powell cosechó su séptima derrota en grandes finales de Campeonatos Mundial y Juegos Olímpicos.

Nunca ha ganado una medalla de oro y en su currículum sólo figuran la plata de ahora en Portland, y los bronces, en los Mundiales al aire libre de Osaka 2007 y en los de Berlín 2009.

El hombre que ha sido capaz de correr ocho veces por debajo de los 9.80 segundos en los 100 metros, nunca ha podido romper la barrera de los 9.84 en una final de Juegos Olímpicos o de Campeonatos Mundiales.

Algunos dicen que es mala suerte. Otros falta de concentración, y otros aseguran que es falta de otra cosa, que le sobra a su compatriota y amigo Usain Bolt: fortaleza mental.

Parecía haber superado esa maldición cuando en la primera ronda eliminatoria y las semifinales ganó cómodo con sendas marcas de 6.44, la mejor de la temporada en 60 metros, superando los 6.47 que impuso el 12 de marzo el estadounidense Ronnie Baker, ausente en Portland.

El crono le ubica el décimo lugar en el ránking de los mejores tiempos de la historia en 60m, encabezado desde 1998 por el estadounidense Maurice Greene (6.39).

"Estoy listo para esta cita. Vine a correr rápido y he encontrado mi mejor comienzo", dijo un eufórico Powell a los periodistas poco después de repetir sus 6.44 en semifinales.

Fueron sus únicas declaraciones en la competencia. Después se encerró en su burbuja de cristal, y sólo salió de ella para tomar la limosina que lo esperaba detrás del estadio y llevarlo de vuelta al hotel de cinco estrellas, donde le esperaba la noche más triste de su vida deportiva.

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