Monte Hermón, la estación Siria donde los únicos proyectiles son las bolas de nieve

    • Por la estación de esquí pasan 8.000 personas cada día que de desde lo alto del telesilla puden divisar Damasco por un lado y el Libano por el otro.
    • El ejército israelí tiene tomado el monte. Temen menos las infiltraciones de combatientes que a la caída accidental de un obús.

Día de esquí en el Monte Hermón / Foto Twitter @DanWilliams
Día de esquí en el Monte Hermón / Foto Twitter @DanWilliams

La cima nevada del Monte Hermón separa dos mundos: una Siria devastada por los combates y una estación de esquí en la que los israelíes beben vino caliente, hacen escaladas rodeados de soldados y recorren las pistas con música 'techno' de fondo. Cuando el telesilla se detiene a 2.200 metros de altura, los esquiadores divisan Damasco en los días soleados. La capital de Siria está a sólo 40 km del monte Hermón, al otro lado de la línea de demarcación que separa los dos países oficialmente en guerra: Libano y Siria.

Para los israelíes el Monte Hermón (que se prolonga al sur en el Golán ocupado y anexionado por Israel) es una zona ultraestratégica bajo estrecha vigilancia. Pero cada año, en cuanto caen los primeros copos de nieve, los condicionamientos geopolíticos se derriten. En la temporada invernal, el Monte Hermón se convierte del lado israelí en una estación de deportes de invierno como cualquier otra en el mundo, o casi...

Los carteles que avisan de la presencia de minas enterradas disuaden a los esquiadores de salirse de las pistas. A lo lejos, unas antenas cubiertas de escarcha señalan las bases militares israelíes. El ejército está omnipresente. Hay un puesto militar al lado de cada uno de los bungalows a los que llegan los sistemas de telearrastre. Los soldados escrutan el horizonte con prismáticos.

"Si un sirio quiere infiltrarse aquí, es porque tiene interés en ser muy buen esquiador. Si lo hace en verano, es porque tiene interés en ser campeón de motocross", bromea Nabir Abu Saleh, jefe del equipo de rescate con un chale corojo mientras señala la cuesta que marca la frontera con Siria.

El ejército israelí teme menos a las infiltraciones de combatientes que a la caída accidental de un obús disparado por el ejército o los insurgentes sirios durante los combates."Ya tuvimos que evacuar el lugar en varias ocasiones. Todo está muy bien organizado: hacemos que todo el mundo descienda tranquilamente", explica el director de la estación, Liron Milles.

"Aquí no se nota la guerra. Estamos protegidos, está el ejército, la policía", asegura el director, que también es instructor de esquí en la unidad de reservistas alpinistas del ejército. En sus horas libres, este treintañero enseña a esquiar a los jóvenes militares desplegados en la región. Pese a sus monos de camuflaje blancos, se distinguen por sus fusiles.The summit ridge of Mt Hermon, the probable site of Jesus' transfiguration. pic.twitter.com/hUXWT4elK6— Neil Turner (@NeilofWatford) febrero 2, 2016Se mezclan mujeres con velo, judíos ortodoxos y soldados

Itay, de 28 años, se tomó un día de vacaciones para ir a esquiar al Monte Hermonón, la única estación de esquí de Israel y que posee 14 pistas, con una capacidad de acogida de hasta 8.000 visitantes diarios. Cogió el coche durante tres horas desde Tel Aviv, a orillas del Mediterráneo, para pasar un día con sus amigos y sentirse "como si estuviera" en el extranjero. "No dejamos de subirnos a un autobús porque pueda estallar, ni de venir a hacer 'snowboarding' porque haya una guerra al lado", dice este israelí, acostumbrado a la violencia en su país.

"En Israel no hay mucha nieve. Venir aquí se ha convertido en una atracción", confirma Amir Cohen, que trajo a sus hijos a disfrutar del trineo a pie de pista. En esta parte de la estación reservada a los no esquiadores, se cruza una muchedumbre heterogénea de mujeres árabes con velo, de judíos ortodoxos o de soldados de la ONU de permiso, que recuerdan que los cascos azules velan en el Golán por el respeto del armisticio entre Israel y Siria.

"Los bombardeos se escuchan más en las aldeas del valle que aquí", afirma Fayad Abu Saleh, quien, como la mayoría de los empleados de la estación, es originario de los pueblos drusos cercanos.

"Nuestro sueño es que algún día esta región sea más segura y que a la vuelta de una pista uno pueda encontrarse en Siria, y que se pueda subir en telesilla a la estación desde Líbano", suspira Nabir Abu Saleh, el jefe del equipo de rescate. "Todos los días -añade- cuando subimos hasta aquí pensamos en Siria, en los niños, en los refugiados que duermen en tiendas de campaña con el frío que hace (...) Pero no podemos hacer gran cosa", finaliza.

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