Oreja a la notable dimensión de Vicente Soler en su debut en Las Ventas

  • El novillero castellonense Vicente Soler ofreció hoy una notable dimensión en la tarde de su presentación en Las Ventas, y cortó una oreja de un novillo extraordinario de Los Chospes, que, en conjunto, lidió también un buen encierro.

Javier López

Madrid, 6 abr.- El novillero castellonense Vicente Soler ofreció hoy una notable dimensión en la tarde de su presentación en Las Ventas, y cortó una oreja de un novillo extraordinario de Los Chospes, que, en conjunto, lidió también un buen encierro.

FICHA DEL FESTEJO.- Novillos de Los Chospes, bien presentados aunque con ciertas desigualdades, y de juego también variado. Los mejores, primero, cuarto y, sobre todo, quinto. El más complicado, el segundo; manso y parado el tercero; sin empuje el sexto.

Borja Álvarez: estocada caída (palmas); y pinchazo, media tendida y atravesada, y descabello (silencio tras dos avisos).

Vicente Soler: pinchazo, media trasera y atravesada que termina tragándose, y descabello (silencio); y pinchazo y media caída (oreja).

David González: casi entera perpendicular y tres descabellos (silencio tras aviso); y casi entera tendida, tres pinchazos, otro hondo y once descabellos (silencio dos avisos).

La plaza tuvo un tercio de entrada en tarde espléndida.

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BUEN NOVILLO, BUEN NOVILLERO

Se dio la fórmula ideal, tan difícil de conjugarse para un triunfo en Las Ventas. Salió el novillo bueno, el quinto, y en frente un novillero muy capaz en todos los órdenes, resuelto en el manejo de la técnica, con valor y disposición, y algo determinante, unas extraordinarias dotes artísticas.

El novillo, de Los Chospes, y el novillero, Vicente Soler, dos grandes protagonistas.

Ya empezó a calentar motores Soler en esa faena con un variado y eficaz tercio de banderillas, especialmente con un "violín" al quiebro de mucho riesgo.

Abrió labor el de Burriana con un pendulazo en la misma boca de riego para proseguir sobre la diestra con entusiasmo y muy buenas maneras: corriendo la mano con largura y mucho temple ante un novillo extraordinario, de prontas, humilladas y profundas embestidas.

Comunión total entre hombre y fiera. Al natural, la misma sintonía, con un toreo de expresión, trazo largo y mano baja. Y faena a más, a mucho más. Todo muy ligado, compacto y rotundo. La plaza se entregó por completo y aquello tomó tintes de triunfo grande.

Precioso final a base de cositas por abajo muy a modo. El pinchazo previo a la estocada final no fue óbice para que cortara una oreja de ley.

Su oponente anterior, el segundo, fue todo lo contrario, novillo que "cantó" su mansedumbre en varas, condición que sumada a su genio y mal estilo en la muleta se tradujo en embestidas continuas y más que molestas, casi imposibles para hacer el toreo.

Con semejante panorama, Soler no pasó prácticamente de las probaturas.

A Borja Álvarez le pudieron los nervios del debut en el que abrió plaza, pues se vio desarmado en dos ocasiones con el capote, pasando también un momento de apuro en el saludo a portagayola; y con la muleta, aunque quiso hacer bien las cosas, anduvo un tanto intermitente.

Mejor y más asentado en el epílogo sobre la derecha y en las cercanías. Por eso, tras la estocada, el público le dedicó unas cariñosas palmas.

A la puerta de toriles volvió Álvarez a recibir al cuarto, novillo enrazado y con movilidad, con el que firmó un emocionante inicio de trasteo con las dos rodillas en tierra.

Ya de pie anduvo valentón y con ganas el alicantino, con la ambición del debutante de no guardarse nada; tanto que llegó a pasarse de faena, sonando el primer aviso antes de ir a por la espada, con la que, además, no estuvo acertado.

No tuvo suerte el último debutante del cartel, David González, que se topó en primer lugar con un novillo peleón pero con muy mal estilo en el peto y que apenas se prestó en el último tercio, agarrándose al piso, negado a embestir.

El madrileño dejó breves muestras de un fino concepto, mas no pudo desarrollarlo a verse pronto sin enemigo, y aunque el hombre quiso, insistiendo una y otra vez, aquello apenas tuvo argumento.

En el que cerró plaza tampoco pudo resolver nada ante un animal que se desplazó pero sin clase ni entrega, y con el que pasó un calvario en la suerte suprema.

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