Oro en la pista, vacío en la caja

  • El año 2013 reflejó como nunca la dicotomía en la que vive el balonmano español, que en apenas seis meses pasó de tocar el cielo, al proclamarse campeón del Mundo por segunda vez en su historia en un abarrotado Palau Sant Jordi, a sumirse en la depresión con la abrupta desaparición del Atlético de Madrid.

Javier Villanueva

Madrid, 16 dic.- El año 2013 reflejó como nunca la dicotomía en la que vive el balonmano español, que en apenas seis meses pasó de tocar el cielo, al proclamarse campeón del Mundo por segunda vez en su historia en un abarrotado Palau Sant Jordi, a sumirse en la depresión con la abrupta desaparición del Atlético de Madrid.

Una noticia que evidenció, como pocas, los graves problemas económicos por los que atraviesa el balonmano nacional y que han obligado a emigrar a un gran número de técnicos y jugadores, incluidos once de los dieciséis internacionales que se ciñeron la corona universal el pasado mes de enero en Barcelona.

Problemas financieros de los que únicamente parece salvarse el FC Barcelona, último campeón de Liga, al que la crisis ha dejado sin rivales en las competiciones domésticas, como confirman su contundente triunfo en la Supercopa de España y, sobre todo, el pleno de victorias de los azulgrana en la competición liguera, donde no se atisba nadie capaz de ganar a los de Xavi Pascual.

Un incuestionable dominio que deja como único gran reto para los barcelonistas en la presente campaña la conquista de la Liga de Campeones, que se les escapó en 2013 a los azulgrana tras perder en la prórroga por un ajustado 29-30 la final de la última edición ante el Hamburgo alemán.

Para ello, el cuadro catalán se ha reforzado con la llegada del central francés Nikola Karabatic, para no pocos el mejor jugador del Mundo, el único gran fichaje de una Liga ASOBAL, devaluada por la masiva salida de jugadores tanto nacionales como extranjeros.

Un éxodo que se vio agudizado con la abrupta desaparición el pasado mes de julio del Atlético de Madrid, último campeón de la Copa del Rey y subcampeón de Liga, al que los problemas económicos obligaron a poner fin a la aventura que inició dos años antes, cuando tomó el relevo del también extinto Balonmano Ciudad Real.

Desaparición que puso el contrapunto a lo vivido apenas seis meses antes, cuando España se convirtió durante dieciséis días en el centro del universo balonmanístico al acoger por primera vez en su historia la disputa del Campeonato del Mundo.

Un éxito organizativo que se vio coronado por el triunfo del equipo español, que ocho años después de su victoria en el Mundial de Túnez, volvió a alzarse con el título de campeona del Mundo, tras imponerse en la final por un contundente 35-19 a Dinamarca, la mayor diferencia en la historia de una final mundialista.

Partido que puso punto final a la carrera internacional de una de las grandes leyendas del balonmano español Alberto Entrerríos, así como el momento culminante de la etapa de Valero Rivera, que tres meses después dejaría el cargo para dirigir a la selección de Catar, al frente del equipo español.

Un banquillo que pasaría a ocupar Manolo Cadenas, que compaginará el puesto con la dirección del Wisla Plock polaco, la primera decisión del nuevo presidente de la Federación Española de Balonmano, Francisco Blázquez en sustitución de Juan de Dios Román, tras vencer en las urnas al portero José Javier Hombrados.

No hubo cambios, sin embargo, en la selección femenina donde Jorge Dueñas seguirá hasta los Juegos Olímpicos de Río 2016 al frente de las "guerreras", que pelean en estos momentos en Serbia por volver a subirse a un podio mundial, tras encarrilar su clasificación para el Europeo 2014 que se celebrará en Croacia y Hungría.

Una buena salud deportiva que contrasta con las dificultades económicas que caracterizan la Liga femenina, donde el Bera Bera, campeón de Liga, Copa y Supercopa, tomó el relevo al Itxako, desaparecido a causa de sus graves problemas financieros.

Crisis económica que ha obligado a los clubes españoles, tanto en categoría masculina como en la femenina, a recurrir a los más jóvenes, donde se encuentra la gran esperanza del balonmano español, como demuestran los éxitos de las selecciones inferiores.

Conjuntos entre los que destaca el equipo masculino júnior, que completó su extraordinario ciclo formativo, en el que los de Alberto Suárez se han proclamado subcampeones del Mundo y de Europa juvenil y campeones de Europa júnior, con la medalla de plata en el Mundial júnior disputado en Bosnia.

Futuras estrellas, que si bien han encontrado acomodo en la Liga ASOBAL, no se han librado de los problemas económicos que asuelan el balonmano español, obligando a algunos de sus máximos referentes como Juanjo Fernández o Alex Dujshebaev a emigrar con apenas veinte años.

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