En Sudán del Sur se apilan los muertos y nadie los cuenta

Los numerosos crímenes cometidos en la guerra civil de Sudán del Sur son conocidos, pero subsiste una interrogante, la del número de víctimas mortales desde el inicio de este feroz conflicto en diciembre de 2013.

Los civiles han sido asesinados, quemados, castrados, colgados, ahogados, asfixiados o muertos por hambre. Sus cuerpos fueron abandonados o apilados en fosas comunes. Incluso se ha identificado un caso de canibalismo forzado.

Unos meses después del inicio de la guerra, la ONU dio un primer balance de 10.000 muertos y mantuvo esa estimación pese a que las matanzas se aceleraban y extendían por todo el país, hasta que en marzo de 2016 comunicó la cifra de 50.000 víctimas.

El centro de reflexión International Crisis Group (ICG), que sigue de cerca la guerra que desangra al país más joven del mundo, había comunicado ese mismo saldo de 50.000 muertos desde noviembre de 2014.

Para Eric Reeves, profesor del Smith College de Estados Unidos y especialista de Sudán del Sur, la incapacidad de contabilizar los muertos es una falta moral. "Si no estimamos la mortalidad, equivale a decir que las vidas no cuentan", dijo a la AFP.

Según trabajadores humanitarios y funcionarios que pidieron conservar el anonimato, la cifra total de muertos podría acercarse a los 300.000, es decir tanto como en cinco años de guerra en Siria.

"El nivel y la intensidad de la violencia es mucho mayor que la que hemos presenciado en otros conflictos", afirma un empleado de una organización humanitaria acostumbrado a las zonas en guerra.

La cifra comunicada por la ONU de 50.000 muertos corresponde al número de víctimas directas del conflicto. Pero si se toman en cuenta las víctimas indirectas, la cifra se dispara.

Por ejemplo, si se incluye a los que murieron de hambre debido al bloqueo del suministro de ayuda humanitaria o a las víctimas de atrocidades en masa, como el caso de los 60 civiles que las tropas gubernamentales dejaron morir asfixiados en un contenedor en octubre de 2015.

Figuran también las personas que han muerto al no recibir atención médica adecuada a causa de la destrucción de hospitales. Médicos Sin Fronteras advirtió de las "consecuencias considerables sobre cientos de miles de personas" luego de que seis centros médicos fueran atacados, robados o quemados.

Varios grupos armados han llevado a cabo masacres étnicas y, pese a la firma de un acuerdo de paz en agosto de 2015, continúan los combates en varios lugares en donde las facciones tienen intereses locales.

Se conocen algunas cifras: 2,3 millones de personas han tenido que abandonar sus hogares; 6,1 millones necesitan ayuda alimentaria urgente; 15.000 niños soldados han sido reclutados; 200.000 civiles han encontrado refugio en campamentos de la ONU, que necesita 1.100 millones de euros de ayuda.

Pero no existe ningun balance fiable sobre el número de muertos. Hervé Ladsous, responsable de las operaciones humanitarias de la ONU, admitió la semana pasada que Naciones Unidas ha "perdido la cuenta".

En un estudio realizado por el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD), 63% de los encuestados afirma haber perdido a un familiar cercano debido al conflicto.

Asimismo, 14% de los encuestados dicen haber sufrido torturas, 33% tienen un pariente desaparecido y 55% han perdido sus casas. En las zonas más afectadas por la guerra, estas cifras son más elevadas.

El estudio también indica que el 41% sufre de un trastorno de estrés postraumático (TEPT), un "nivel comparable al de Ruanda o Camboya después del genocidio".

Según analistas, la ausencia de un balance fiable hace que se hable poco de la guerra en Sudán del Sur y garantiza que los crímenes queden impunes. Y mientras continúan los combates, deja tiempo para borrar las pruebas de las masacres.

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