ONG, ADMINISTRACIÓN PÚBLICA Y EMPRESAS CONSIDERAN IMPRESCINDIBLE SU COMPLEMENTARIEDAD PARA UN DESARROLLO SOSTENIBLE

Los participantes en la jornada 'Alianzas multiactor para el desarrollo en la cooperación española', organizada por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid) y Ongawa, coincidieron en que las alianzas entre entidades sociales y administraciones públicas son imprescindibles para un alcanzar un desarrollo eficaz y verdaderamente sostenible.
El director de relaciones internacionales de Ongawa, Eduardo Sánchez, señaló que los últimos años de crisis económica han provocado que muchas empresas pusieran el foco en la lucha contra la pobreza “y han generado un amplio debate sobre el rol que cada actor debe tener en el desarrollo de la sociedad”.
Por ello, prosiguió, uno de los aspectos más novedosos en los últimos años es “la incorporación de la empresa como un actor más en el IV Plan Director para la Cooperación Española”, “un paso importante en el fomento de alianzas multiactor para el desarrollo”.
En esta línea, uno de los asuntos clave tratados en el encuentro fue la necesidad de desarrollar instrumentos específicos para promover este tipo de alianzas, así como espacios y canales para que los diferentes actores puedan relacionarse e identificar sectores y líneas de acción en las que las alianzas tienen mayor potencial, teniendo en cuenta las prioridades de la cooperación española y las capacidades e intereses del sector empresarial.
Carlos Lozano, de la Confederación Empresarial Española de la Economía Social (Cepes),
señaló al respecto que “para sensibilizar e involucrar a las 44.000 empresas española de la economía social” es imprescindible desarrollar “una visión triangular” que se traduzca en la generación, señalada por Pedro Landim, de Anesvad, de “un idioma común y espacios de comunicación” entre los actores que intervienen en el desarrollo de la sociedad en su conjunto.
Tras la definición de dicho espacio, Julio Eisman, de la Fundación Acciona Microenergía, indicó que deberán “identificarse los objetivos de cada actor, establecer un protocolo de actuación claro” y comenzar a ver a la empresa como “imprescindible en desarrollo, no como mero financiador”.
Por su parte, Carlos Cordero, de Sustentia, manifestó que “aunque distintos, los incentivos y lógicas de los actores son complementarios”, por lo que no debemos relegar a la empresa sólo al valor financiero. Así, según Carolina Mayeur, de la Secretaría general de Cooperación al Desarrollo, es necesaria "cofinanciación público-privada, pero también transferencia de conocimiento, tecnología e innovación”. “Si no integramos rentabilidad económica, social y medioambiental”, afirmó, “no hay alianzas para el desarrollo sostenibles”.
Miguel Laoma, de Fundación Seres, recordó que “aunque empresa no es filantropía”, es aconsejable para las ONG “identificar las estrategias de empresa en que colaborar”, apoyando la idea de María López, del Instituto de Empresa, quien llamó a “sensibilizar a la alta dirección sobre el impacto de la empresa en el desarrollo”.
LA IMPORTANCIA DE LA MEDICIÓN DE IMPACTO
Las alianzas multiactor cobran verdadero sentido cuando la suma de capacidades y recursos de diferentes actores permite alcanzar objetivos de desarrollo que no podrían lograrse de otra forma, o cuando el aumento del impacto conseguido compensa los costes de gestión (actualmente más altos que otro tipo de proyectos de desarrollo) de la alianza. Por ello, tanto la pertinencia como el éxito de las alianzas deben valorarse en los mismos términos que cualquier acción de desarrollo: evaluando su impacto real en la mejora de las condiciones de vida y el ejercicio de los derechos humanos de personas y grupos vulnerables.
Tula Ducassen, de Fundación BBVA, subrayó en este sentido que el desarrollo precisa de “una medición periódica para saber cómo progresa el proyecto e ir afinando la actuación”, en línea con Gonzalo Sales, de Ferrovial, quien apuntaló que “tanto las empresas como las entidades del tercer sector rendimos cuentas a nuestros accionistas y a la sociedad”, sobre “la eficiencia de nuestros proyectos y el aprendizaje” que de ellos se deriva. La medición del impacto, afirmó, es pues “imprescindible para identificar no sólo qué impacto tiene un proyecto, sino cómo mejorar los futuros”.
RETOS FUTUROS
Para Héctor Sainz, de Cideal, la dotación de recursos adecuados es el “principal reto” para incorporar a la empresa eficazmente como actor de desarrollo, a lo que Rudy Martínez, de Ongawa, añadió que la necesidad de otorgar un papel suficiente a pymes y ONG de pequeño tamaño, quienes destapan “metodologías muy eficientes y eficaces que posteriormente se pueden replicar”. Estamos en el momento, afirmó, de “dejar atrás la fase piloto”, valorar si las alianzas multiactor han conseguido mejores resultados que su ausencia, y afianzar el modelo, con “un marco legal que nos ayude a trabajar y permita contar con las herramientas necesarias”.

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