La Comisión Europea anunció el miércoles que bloqueaba la compra por parte del hongkonés Hutchison Whampoa del operador británico de telefonía móvil O2, propiedad del español Telefónica, por temor a que la competencia en el mercado británico se vea "significativamente reducida", una operación de 14.000 millones de euros.
"Queremos que el sector de las telecomunicaciones móviles sea competitivo (...) permitir que Hutchison adquiriera O2 en las condiciones que proponía habría sido perjudicial para los consumidores del Reino Unido y para el sector", dijo Margrethe Vestager, comisaria europea de Competencia, en conferencia de prensa.
La operación habría eliminado "un competidor importante" del mercado de comunicaciones móviles en el Reino Unido "dejando sólo dos operadores de redes móviles, Vodafone y Everything Everywhere (EE) de BT, para hacer frente a la entidad fusionada", explicó.
Esta situación, según la Comisión, habría llevado a tener precios más elevados y menos posibilidad de elección para los consumidores, también había tenido un "impacto negativo" en la calidad del servicio "obstaculizando la innovación" y habría dejado a los operadores virtuales, activos en el mercado minorista y que utilizan las redes de los principales operadores, en una "posición de negociación más débil".
La operación habría asociado a O2, número dos de la telefonía móvil en el Reino Unido, a Three UK, número 4 controlado por Hutchison, dando nacimiento al líder del sector en ese país.
"La entidad fruto de esta concentración no se vería afectada por la competencia de los dos otros operadores de telefonía móvil", indicó Vestager.
Las contrapartidas que propuso Hutchison para paliar a estas objeciones no convencieron a la Comisión.
Controlado por el magnate Li Ka-Shing, uno de los hombres más ricos de Asia, Hutchison Whampoa, también propietario del operador británico Three UK, anunció en enero de 2015 la adquisición del grupo rival O2.
Telefónica contaba con esta venta, por un monto de 14.000 millones de euros, para empezar a reducir su deuda neta de más de 50.000 millones de euros a finales de marzo.
En una breve reacción, el grupo español informó que mantiene "los objetivos financieros, el ratio de apalancamiento y la política de dividendos propuesta".
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