Agencias de rating: unas firmas tan desprestigiadas como poderosas

  • Las agencias de rating vuelven a estar en el punto de mira, después de que S&P haya rebajado la calificación de Portugal, Grecia y España en apenas 24 horas. Consciente del daño que pueden llegar a hacer estas firmas, Bruselas les ha dado un serio toque, ha puesto en duda su rigor y ha endurecido las normas de funcionamiento.
Standard and Poor rebaja la calificación de la deuda española
Standard and Poor rebaja la calificación de la deuda española
E.Utrera

"¿Quién es Standard & Poor's?", se preguntaba ayer el portavoz europeo de Asuntos Económicos y Monetarios, Amadeu Altafaj. Otra vez, y ya son incontables, las agencias de rating vuelven a ser cuestionadas por Bruselas, a quien no han gustado nada losrecortes a Portugal y Grecia, el martes, y a España, ayer.

De hecho, la Comisión Europea hizo ayer un llamamiento a estas firmas para que se comporten de forma "rigurosa y responsable", y les advirtió de que el Ejecutivo comunitario "vigila muy de cerca el comportamiento del mercado financiero y de sus actores principales durante esta crisis".

Por lo tanto, Standard&Poor's, Ficht y Moodýs vuelven a estar en el ojo del huracán. Criticadas por su nula anticipación a los problemas financieros que han derivado en la actual crisis económica y financiera mundial, Bruselas se ha puesto manos a la obra para evitar que sus calificaciones presionen más a las economías europeas en apuros.

Y para ello, ha dado luz verde a nuevas reglas del juego para regular cómo actúan estas firmas, exigiéndoles mayores requerimientos de calidad en la metodología que utilizan para realizar sus calificaciones, y mayor transparencia.

Aunque todavía se está negociando la nueva normativa, el Parlamento europeo ya ha dado instrucciones para que las agencias de rating se sometan a la supervisión del Comité Europeo de Reguladores Bursátiles (CESR), algo así como la patronal de las CNMV europeas, y no a las autoridades nacionales.

Suma y sigue, porque el objetivo de Bruselas es obligar a las agencias de calificación a publicar informes anuales de transparencia y prohibirles ofrecer servisios de consultoría y calificación de instrumentos financieros si carecen de información precisa para los inversores.

¿Quiénes son?

El gran protagonismo de S&P, Fitch y Moody's reside en que siguen teniendo un tremendo poder cuando evalúan a Estados, empresas, financieras o no, y entidades públicas, porque no existe contrapoder alguno a su labor. Para restarles fuerza, Bruselas y el BCE sopesan crear una agencia de rating europea.

El debate para esta iniciativa se abrió a principios de marzo, cuando varios ministros de Finanzas del Viejo Continente plantearon la necesidad de desarrollar un sistema de calificación de deuda europeo. "El destino de Grecia, e incluso de Europa, depende del veredicto de una agencia de calificación. Es una situación inaceptable", aseguró entonces a Reuters Ewald Nowotny, consejero del eurobanco. "Un banco central puede juzgar mejor la situación económica de un país que tres señores sentados en una oficina de Nueva York", añadió el austriaco Nowotny.

Otro de sus grandes hándicaps es su falta de independencia. Las agencias de calificación obtienen la mayoría de sus ingresos de las empresas a las que califican, por lo que sus veredictos son cuestionados constantemente.

Probablemente, el momento en que más se ha puesto en duda la credibilidad de estas entidades fue la quiebra de Lehman Brothers. Justo antes de la debacle del banco de inversión, S&P le otorgaba una nota de A+1, un grado de inversión que mantuvo incluso cuando todo el sistema financiero estadounidense estaba ya bajo el foco de las dudas. Sin embargo, tras su caída, se apresuró a rebajarla bruscamente hasta D.

Entonces, la agencia de rating se limitó a lavarse las manos alegando que "Lehman tenía una liquidez adecuada en relación con las previsibles y graves dificultades temporales a las que se enfrentaba".

Pero no sólo la crisis actual ha puesto en evidencia a las agencias de rating, que ya salieron muy maltrechas de los escándalos contables de los primeros años de la década en Estados Unidos y Europa, cuyo máximo exponente fue Enron.

Ahora, a la tercera, Bruselas intenta limitar tanto poder. Aunque lo cierto es que lleva dos años diciendo que va a tomar medidas, y todavía no ha dado a luz en firme a ninguna.

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