Alemania dice adiós a su década dorada y pone en jaque a todo el Viejo Continente

  • Los analistas descartan un impacto inmediato en los países del entorno, pero advierten de los riesgos e incertidumbres en el escenario internacional.
La canciller alemana, Angela Merkel, asiste al desfile militar anual del Día de la Bastilla. /EFE
La canciller alemana, Angela Merkel, asiste al desfile militar anual del Día de la Bastilla. /EFE

"El informe del PIB de hoy definitivamente marca el final de una década dorada para la economía alemana". Con esta afirmación el economista jefe de ING para Alemania, Carsten Brzeski, constataba ayer una cruda realidad: el impulso que valió a la potencia europea por excelencia para su rápida y milagrosa salida de la Gran Recesión se ha agotado. El país germano avanza ahora con paso firme hacia otro abismo económico y amenaza con arrastrar a sus socios comunitarios. ¿Entrará en crisis Europa otra vez? Es la gran preocupación en estos momentos. Y, más importante: ¿Cuándo? Los analistas descartan un impacto inmediato en los países del entorno, pero advierten de los riesgos de un escenario internacional inmerso en no pocas incertidumbres.

Los peores augurios se cumplieron ayer: a primera hora de la mañana de un 14 de agosto que acabó de infarto en los mercados se hizo público el dato de PIB alemán y se confirmó lo que los economistas venían advirtiendo desde hace semanas: la hasta ahora considerada locomotora de la eurozona ha frenado en seco. En concreto, la economía germana se contrajo un 0,1% entre abril y junio respecto al trimestre anterior, según los datos facilitados por la Oficina Federal de Estadística (Destatis).

¿Crisis? No, de momento. La teoría económica dicta que para que se produzca una recesión técnica deben registrarse al menos dos trimestres seguidos de retrocesos del PIB. Y no es el caso. La economía alemana había registrado un crecimiento del 0,4% en el primer trimestre del año, antes del tropiezo sufrido entre abril y junio. Si bien no hay que olvidar que el país ya se asomó a la recesión a finales de 2018, cuando su PIB cayó un 0,2% en el tercer trimestre y acabó por cerrar el año en plano. 

¿Riesgos? Muchos. Aunque no se puede hablar de recesión como tal, ayer saltaron todas las alarmas. El pinchazo alemán ya estaba descontado por el mercado, sin embargo castigó especialmente a la banca europea en general y a la española en particular. El Ibex 35 perdió las ganancias del año presionado por el miedo a una recesión global, en una jornada todavía centrada en Argentina e Italia y en la que se produjo la primera inversión de la curva de tipos en Estados Unidos desde la crisis de 2008.

Según Destatis la contracción alemana se debió principalmente a la guerra comercial que enfrenta a EEUU y China y a los problemas que atraviesa el sector del automóvil. "El sector exterior frenó la evolución del crecimiento económico, porque las exportaciones retrocedieron más que las importaciones frente al trimestre anterior", explicó la oficina estadística en un comunicado en el que resaltó que la demanda interna, el gasto público y la construcción repuntaron entre abril y junio.

La preocupación, en definitiva, es máxima. También entre los inversores. El indicador ZEW de confianza se ha desplomado 19,6 puntos en agosto, llevando al índice hasta los -44,1 puntos, su nivel más bajo desde diciembre de 2011, cuando la economía europea cayó en una segunda recesión por culpa de la crisis de deuda soberana. 

Y a esto se suma el efecto contagio. Horas después de darse a conocer el mal dato de PIB alemán la oficina estadística europea Eurostat informó de que la economía del conjunto de la zona euro experimentó un importante frenazo en el segundo trimestre, cuando creció un tímido 0,2% en tasa intertrimestral, la mitad que en el inicio del año. 

"Tanto los datos de PIB como los indicadores adelantados de varios países de la eurozona profundizan en la desaceleración del ciclo económico, acercando la próxima recesión", advierte el economista Javier Santacruz. A su juicio, por un lado, el agotamiento del ciclo es lógico después de los últimos años de crecimiento, pero por otro lado se está acelerando por diversos factores externos, entre los que menciona la guerra comercial China-USA, la amenaza de un Brexit duro, la política monetaria incierta, la incertidumbre en Italia y otros como el conflicto abierto entre el Parlamento y la Comisión Europea o la falta de acuerdo sobre el próximo Presupuesto comunitario.

Recta final de Merkel: más sombras que luces

Los frentes abiertos son muchos para la canciller Angela Merkel, que encara la recta final de su mandato con más sombras que luces en el terreno económico. La confianza del consumidor va a la baja y cada vez son más las voces que le piden que aparque la política de austeridad que tan útil fue en tiempos de crisis e inyecte estímulos a la economía en sectores como infraestructuras, educación o energías renovables.

Y Merkel podría estar escuchando. Según cuenta Bloomberg, la canciller ha vuelto de sus vacaciones de verano sensiblemente pesimista sobre el estado de la economía y, al parecer, algo más propensa a mover ficha. "Es cierto, nos dirigimos a una fase difícil", dijo en un evento el pasado martes, donde sugirió que el Gobierno podría necesitar ser más proactivo para responder a la desaceleración económica del país, y dijo que no veía la necesidad de un paquete de estímulo "hasta ahora".

"Los datos del PIB de hoy marcan el final de una década dorada para la economía alemana", decía ayer Brzeski. Para el economista jefe de ING "fue una década de fuerte crecimiento gracias a las reformas estructurales anteriores, el estímulo fiscal, la globalización en su apogeo y los esteroides proporcionados por el Banco Central Europeo (BCE) en forma de tipos de interés bajos y un euro relativamente débil".

Los años en los que el fuerte crecimiento alemán parecía tan fácil han llegado a su fin, poniendo en jaque de nuevo al Viejo Continente. Para Andrew Kenningham, de Capital Economics, "la disminución del PIB alemán en el segundo trimestre y la fuerte caída de la producción industrial de la zona euro en junio proporcionan más pruebas de la gravedad de la desaceleración en Europa. Un contexto global deteriorado y encuestas de negocios sombrías para julio sugieren que ninguno de los dos mejorará mucho en el tercer trimestre", ha dejado escrito en Twitter.

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