Alessandro Gallenzi describe el vanidoso mundo de la edición en "Bestseller"

  • Sucesor del legendario John Calder al timón de Calder Publications, el editor Alessandro Gallenzi describe con ironía el vanidoso mundo de la edición en su novela "Bestseller", convencido de que el futuro del sector ya no está en el mundo anglosajón ni en las grandes corporaciones.

Jose Oliva

Barcelona (España), 20 abr.- Sucesor del legendario John Calder al timón de Calder Publications, el editor Alessandro Gallenzi describe con ironía el vanidoso mundo de la edición en su novela "Bestseller", convencido de que el futuro del sector ya no está en el mundo anglosajón ni en las grandes corporaciones.

El autor explica en una entrevista con Efe que, "tal vez, el futuro de la literatura esté en España, Japón, Italia, Alemania o Francia y no en el mundo anglosajón".

El propio Gallenzi conoce a muchos jóvenes escritores españoles "muy interesantes" que están moviendo el mundo de las editoriales con proyectos ambiciosos".

A su juicio, ha llegado la hora de cambiar esa tendencia de mirar al mundo anglosajón.

Los protagonistas de "Bestseller" (Alba Editorial) son Jim Talbot, que acumula ya más de una docena de manuscritos que han sido rechazados por los agentes y editores de Londres, y Charles Randall, viejo y excéntrico director editorial de Tetragon Press, que sobrevive treinta años después de su creación entre grandes multinacionales de la edición.

A través de las dos historias, Gallenzi recrea las intrigas del mundo editorial, las miserias de algunos escritores obsesionados por la fama y el éxito y la carrera de las editoriales por encontrar una historia que se convierta en superventas.

Gallenzi confiesa que al escribir la novela tenía el propósito de analizar su trabajo, después de haber sido vendedor, editor, haber publicado, traducido y, finalmente, escrito, y "a través de esas experiencias quería explicar por qué escribe la gente".

La novela aborda ese recurrente interrogante "desde la perspectiva de un escritor aspirante y un editor experimentado que se ve despedido por unos accionistas sin principios y que toman el control de su editorial".

El autor intenta "ponerse en el lugar del escritor y pensar por qué escribe, si la motivación surge de querer trascender en la historia o si las razones son tan banales como la fama o el dinero".

Considera Gallenzi que "nuestra sociedad egoísta está obsesionada con la fama y la celebridad y el sueño es convertirse en famoso en un instante" y, en paralelo, "últimamente, hay poca creencia en un mundo futuro y la gente piensa más en primera persona, en el ahora, en la fama más inmediata".

Contrasta esa actitud que tiene Talbot con el otro personaje, el editor, que "invierte en la obra del escritor e intenta promocionar la obra escrita para hoy y para mañana".

Desgraciadamente, lamenta Gallenzi, "esa visión tradicional de las editoriales está moribunda y hoy prima el valor comercial, la búsqueda del 'bestseller' y se le da poco valor a la literatura. Por tanto, están convergiendo las motivaciones de autores y editores".

En el trasfondo de la novela está, añade el editor británico de origen italiano, "una especie de crisis de media vida del mundo de las editoriales, en un momento de cambios, de revolución tecnológica con los 'ebooks', la edición por demanda, o los libros autopublicados, que, como cualquier revolución, tiene sus víctimas: autores y editores".

Como heredero del catálogo de John Calder, Gallenzi se inspiró en este editor para dibujar su personaje de Randall, aunque también asegura que se fijó en editores independientes como Giangiacomo Feltrinelli, Jorge Herralde o Klaus Wagenbach.

Pensando en el mito de David y Goliat, Gallenzi se muestra optimista sobre el futuro: "Las megacorporaciones tienen el dinero, pero las pequeñas editoriales somos más ágiles, más listos, más reactivos; y no se debe olvidar -subraya- que en la gran extinción de los dinosaurios, sobrevivieron las cucarachas".

Al contrario que en el pasado, cuando las grandes superventas eran las obras de autores como Dickens, Dostoievski o Turgueniev, en la actualidad, apunta Gallenzi, con la saturación de publicaciones que hay, "los autores recurren a fórmulas fáciles como el sexo y la sangre para llamar la atención de los lectores y la consecuencia es una pérdida de calidad".

Ken Follet y Stephen King serían, en su opinión, dos excepciones de que un superventas no tiene calidad.

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