Arranque duro de 2010: a los blue chips españoles les crecen los enanos

  • Santander, BBVA, Telefónica y Repsol tienen por delante un complejo año, marcado en los dos primeros casos por las refinanciaciones inmobiliarias, por la enésima jugada de Hugo Chávez, en el tercero, y por las guerras de poder, en el último.
Enrique Utrera

Como si esta piel de toro llamada España no tuviera bastante con la que está cayendo en lo macro –incalificables, otra vez por vacías, son las reflexiones sobre la economía española vertidas en la entrevista concedida ayer por el presidente Zapatero a El País-, el comienzo de este año de gracia 2010 se ha convertido en un dolor de cabeza para las grandes empresas de nuestra bolsa. O les meten en líos –véase el caso de Telefónica y BBVA en Venezuela- o se lían a guantazos ellos solitos, como los accionistas de Repsol.

Mal arranque de ejercicio el de nuestros buques insignia en bolsa, con la excepción de Banco Santander. Emilio Botín, tan acostumbrado a ir por libre, emplea su tiempo en reunificar marcas en Reino Unido -el país que acuñó el termino PIGS para calificar a economías como la española-, donde el banquero cántabro es agasajado como uno de los salvadores del sistema financiero británico, un bluff de mucho cuidado. Es lo que tiene que te nacionalicen un banco en Venezuela: te quitan un problemón de encima y te dan la paz de espíritu y de bolsillo para ir de compras por la devaluada City.

Ya llegará el momento –y no falta mucho- de afrontar momentos duros, está vez en el terreno doméstico. Botín tendrá que tomar decisiones en el complejísimo proceso de refinanciación de esa inmobiliaria con muy mala pinta llamada Reyal Urbis y ya veremos si antes o después en el de Metrovacesa, donde también se juega los cuartos. Dos huesos, ya lo verán, muy duros de roer.

Pero la del ladrillo es otra historia, está en el guión desde hace ya muchos meses y no es exclusiva del primer banco del país, que por cierto está a punto de superar los 100.000 millones de capitalización bursátil. Claro que las ampliaciones de capital, esas a las que ha renunciado BBVA -que vale la mitad en bolsa y que también se juega lo suyo en las dos inmobiliarias mencionadas- durante la crisis, ayudan.

Al banco que preside Francisco González sí le duele Venezuela, aunque no tanto como a una Telefónica a la que el mercado le está descontando un profit warning ya veremos de qué envergadura.Otra cosa es el dividendo, que César Alierta se ha apresurado a garantizar a sus accionistas. El mercado no tiene razones para dudar de la hasta ahora muy seria política de retribución del blue chip por excelencia de la bolsa española.

En cualquier caso, la devaluación del bolívar venezolano enfrenta a la teleco a su mayor desafío en los mercados de la era Alierta desde aquella OPA sobre su filial Terra de condiciones leoninas para los accionistas del que fuera gran icono de Internet.

Lo de Repsol es harina de otro costal y promete guerra sucia y frenazo en la gestión de la compañía hasta la junta de accionistas de abril. La petroquímica es la cabeza de cartel de este comienzo a toda pastilla de un 2010 que, en menos de tres semanas, ha puesto patas arriba a nuestros grandes transatlánticos cotizados. Un aviso para navegantes en un ejercicio sólo para corazones fuertes en el que la traca en el sector financiero y el inmobiliario no ha empezado todavía.

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