BBVA aplica su propia medicina a la deuda de Reyal Urbis

  • La entidad presidida por Francisco González está endureciendo al máximo el acuerdo de refinanciación de la inmobiliaria, consciente de que no puede dar ni un paso más en falso si quiere controlar su ya disparada morosidad. El mensaje del banco azul está claro: repartimos riesgos, pérdidas y bajamos precios.
Ruth Ugalde/Enrique Utrera

Hace dos meses que Lazard, el banco de inversión que está dirigendo el proceso de refinanciación de Reyal Urbis, confiaba en haber cerrado un acuerdo con las 49 entidades acreedoras de la inmobiliaria. Pero el tiempo pasa, y cada semana la respuesta es la misma: está a punto. La propia empresa reconoció ante el supervisor de la bolsa (CNMV), el pasado mes de julio, que la refinanciación debía estar cerrada antes de concluir 2009.

Porque la compañía presidida por Rafael Santamaría necesita urgentemente un armisticio de los bancos, ante su palpable incapacidad de devolver, no ya los 4.880 millones que debe, sino hasta los intereses de estos compromisos. Y los bancos, cargados como están de morosidad promotora, también prefieren llegar a un acuerdo que satisfaga a todas las partes, antes que engullir a semejante gigante del ladrillo y seguir amontonando pisos y suelos, cuyo valor van a tener que provisionar.

Pero ya no están dispuestos a hacerlo a cualquier precio. Al menos, BBVA no. El banco ha dado un golpe en la mesa y, lejos de seguir tirando la pelota hacia adelante (en el fondo, en eso han consistido hasta ahora las refinanciaciones), quiere repartir los riesgos y las pérdidas. Por eso, lleva meses negándose a fimar el plan de refinanciación.

El resto de acreedores, en cambio, sí están conformes con el plan diseñado por Lazard, pero la firma del representante de FG es necesaria para que el acuerdo salga adelante, porque BBVA es el tercer mayor acreedor de Reyal, por detrás de Barclays ySantander. La importancia y el peso de estos tres nombres propiospermite imaginar que las negociaciones para refinanciar la deuda de lainmobiliaria son una auténtica lucha de titanes, donde cada unodefiende sus intereses.

Los puntos sobre las íes

La entidad presidida por Francisco González ya ha asumido que, en el negocio inmobiliario, todos van a perder. Algo que también ha advertido Santos González, presidente de la Asociación Hipotecaria Española (AHE). Entre otros motivos, porque no queda otra que bajar precios para poder quitarse de encima el exceso de stock. Y eso con la vivienda, porque el suelo tardará mucho tiempo en encontrar compradores. Ahora, el mercado no lo quiere ni regalado

Ante este escenario, BBVA exige asumir la realidad, provisionar lo que haga falta, dar salida a todos los activos que se pueda con la rebaja de precio que exige el mercado y poner un calendario claro de ventas. Todo ello, supervisado, por supuesto, por el ejecutivo que dicten los bancos al frente de Reyal.

"Las reticencias de BBVA están en los puntos básicos de la negociación", admite una fuente inmersa en el proceso. Lógico, porque la doctrina que quiere imponer en Reyal es la misma que ya ha aplicado a sus cuentas.

Tras haberse quitado la venda y haber visto que al negocio inmobiliario todavía le queda una larga travesía por el desierto, el banco ha anticipado la mora de 1.471 millones de deuda relacionada directamente con el ladrillo, al asumir que no la cobrará en un futuro, ya ha reconocido tener 3.018 millones de deuda promotora calificada como de riesgo dudoso, ante los que se ha preparado ya con una provisión de 917 millones.

Toda esta armadura no impedirá que este año la tasa de mora del banco vuelva a dar cifras disparadas, del entorno del 5%, como ya ha ocurrido en 2009, cuando el banco ha preferido dar la cara, dejar de maquillar datos y asumir una realidad que irá a más durante todo 2010: el lastra de la deuda promotora.

Pero después de haber tenido que rebajar contablemente su beneficio del cuarto trimestre un 90% y haber cercenado en un 16,9% el beneficio de 2009 por culpa del sector inmobiliario, la entidad no está dispuesta a seguir saliendo fea en la foto. Ya ha dado la cara, ahora les toca a los otros.

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