El BCE elimina el 'factor sorpresa' en las inspecciones a las entidades financieras

  • Las supervisiones 'in situ' serán programadas en el plan anual de trabajo y se ajustarán a plazos de tiempo pautados, salvo en situaciones excepcionales.

    El jefe de la misión comunicará al banco con, al menos, cinco días de antelación el inicio del trabajo y acotará los riesgos o sistemas del análisis.

El BCE mantiene los tipos al 0%
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Salvo en situaciones excepcionales, las entidades financieras conocerán con antelación que el Banco Central Europeo (BCE) se dispone a enviar un comando de inspectores para que verifiquen si su gestión es adecuada. Las inspecciones 'in situ' se planificarán con meses de antelación, con un calendario preestablecido de trabajo y para verificar determinados sistemas de gestión -de control de riesgos, de gobernanza, etc- o peinar carteras específicas, salvo, de nuevo, en situaciones justificadas.

El 'factor sorpresa' se dinamita, en la práctica, por los fuertes 'corsés' impuestos al trabajo de campo. Antes de traspasar las competencias al mecanismo único de supervisión (Mus) dirigido por Daniele Nouy en el otoño de 2014, el equipo desplazado por el Banco de España era el último responsable de las pesquisas. Sí avisaba a la entidad con antelación del envío de personal para comprobar determinados riesgos o sistemas, pero con la capacidad de reclamar un refuerzo de recursos o extender en el tiempo la misión si, durante el trascurso de los análisis saltaban otras alertas que requerían levantar nuevas alfombras o verificar otras carteras.

La nueva metodología llega con el traspaso de poderes y el BCE se dispone a consagrarla ahora a través de una guía elaborada para que “exista una igualdad de condiciones y que todas las instituciones supervisadas reciben el mismo trato”, puesta a consulta pública hasta el próximo 15 de septiembre. El documento, que a priori carece de carácter vinculante, busca fijar idénticas reglas para los bancos supervisados en 19 países de la zona euro con prácticas nacionales dispares. En algunos el simple hecho de recibir inspecciones en las oficinas y sedes de las entidades financieras es inédito y muy intrusivo porque carecían de esta práctica. En España, en cambio, está suavizando ya el régimen existente.

La vigilancia de las entidades pivota sobre dos líneas de acción: un grupo de inspectores asignados a cada entidad las monitoriza de manera permanente (el denominado Equipo de Supervisión Conjunta, o JST), y las inspecciones 'in situ' complementan su trabajo con investigaciones en profundidad de riesgos o de sistemas o para verificar la exactitud de la información que proporciona la entidad -la supervisión continua se basa en los datos reglamentarios comunicados por el banco-. Este último equipo lo lidera un jefe de misión, que según propone la guía no podrá formar parte del JST aunque se apoyará en ellos para desarrollar su función, y será el último responsable del informe final donde estampe sus conclusiones. El documento podrá requerir a las entidades cambiar prácticas o, incluso, imponer medidas correctivas puntuales o transformadoras.Las entidades se aprovechan del corsé de trabajo

Los puntos más polémicos de la guía son las rigideces programáticas establecidas para desarrollar el trabajo por la complejidad para modularlas. Cualquier cambio sobre el guión requiere gestionar permisos con el Mus cuando antes se decidían sobre la marcha en función de las necesidades de las indagaciones, explican fuentes conocedoras del proceso.

La propuesta del BCE es configurar los equipos por un mínimo de dos personas, incluído el jefe de misión, y un promedio de siete inspectores a tiempo completo, si bien el tamaño y su composición dependerá del alcance de los trabajos. La duración media la establece entre ocho y 16 semanas para la labor en las instalaciones de la entidad o de 20 a 25 semanas si el cómputo se efectúa desde que notifica su inicio a los gestores del banco hasta la elaboración del informe.

En el sector refieren que si la entidad no quiere ser inspeccionada juega con los plazos retrasando el desglose de la información o entregando montañas de datos distintos a los requeridos, dificultando el avance de los análisis en el calendario pautado y rígido. Salvo reformulación, la guía amaga con suavizar el escrutinio del supervisor en España. Lo hace en favor de establecer reglas iguales en todos los bancos vigilados por el BCE, pero también ocurre cuando la misión del controlador está bajo foco por las numerosas quiebras de entidades.

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