Demasiados frentes abiertos para el final de ciclo de Cristina Fernández

  • En la recta final de su segundo mandato, la presidenta argentina, Cristina Fernández, respondió esta semana a la decisión de un juez neoyorquino de declarar al país en "desacato" con acusaciones de un complot en su contra que derivaron en la dimisión del titular del Banco Central y mayor poder para el ministro de Economía, Axel Kicillof.

Natalia Kidd

Buenos Aires, 4 oct.- En la recta final de su segundo mandato, la presidenta argentina, Cristina Fernández, respondió esta semana a la decisión de un juez neoyorquino de declarar al país en "desacato" con acusaciones de un complot en su contra que derivaron en la dimisión del titular del Banco Central y mayor poder para el ministro de Economía, Axel Kicillof.

En una verdadera seguidilla de días de furia, el Gobierno argentino ha disparado esta semana contra la Justicia y el Ejecutivo estadounidense y diferentes sectores financieros, forcejeó con la oposición, se cruzó con el titular de la Corte Suprema y hasta terminó expulsando a uno de los propios.

Se trata de quien condujo el Banco Central argentino en el último año, Juan Carlos Fábrega, quien dimitió este miércoles luego de que la propia Fernández acusara públicamente a la autoridad monetaria de no controlar debidamente las operaciones cambiarias en medio de una corrida alcista del precio del dólar en el mercado ilegal.

Fábrega, que no tenía buena relación con el cada vez más poderoso Kicillof, es ahora investigado por un fiscal por permitir presuntamente maniobras "clandestinas" en el mercado cambiario operadas a través de un hermano suyo.

Las críticas de Fernández a la gestión del Banco Central fueron parte de un furibundo discurso con el que la mandataria respondía este martes a la decisión del juez neoyorquino Thomas Griesa de declarar a Argentina en desacato por no cumplir con un fallo en su contra que le obliga a pagar 1.300 millones de dólares, más intereses, a fondos de inversión por bonos en mora desde 2001.

Además de llamar "senil" a Griesa y de considerar su decisión como un "disparate", Fernández cargó contra declaraciones de portavoces del Gobierno de Barack Obama en torno al litigio por la deuda y las advertencias a los turistas estadounidenses para que no viajen a Argentina por la inseguridad.

En ese tren, denuncio un complot de banqueros, industriales y exportadores para provocar una devaluación y tumbar su Gobierno y advirtió que, si le pasaba algo, miraran "al norte", un punto en el que todos creyeron ver a Estados Unidos y que ahora, según hoy declaró el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, abarca un radio de sospecha tan amplio como todo lo que está sobre la línea del Ecuador.

El mercado, que había tenido una reacción moderada ante la declaración de desacato bajo la perspectiva de que la decisión judicial no cambia en nada la ya pésima calificación argentina tras ser declarada en cese de pagos selectivo en agosto último, respondió sí con una clara aversión ante la salida de Fábrega, quien había logrado estabilizar la plaza cambiaria tras la devaluación del 23% en enero.

La Bolsa cayó estrepitosamente con la noticia del nombramiento del quinto presidente que tiene el Banco Central argentino desde la llegada del kirchnerismo al poder, en 2003.

Las riendas de la entidad emisora están ahora en manos de Alejandro Vanoli, quien hasta el miércoles comandaba la Comisión Nacional de Valores (CNV, regulador de los mercados en Argentina), considerado un "hombre del modelo" que, si bien no es del círculo de Kicillof, tiene buena relación con el ministro.

En sus primeros días de gestión Vanoli logró calmar las aguas turbulentas del mercado cambiario.

Además, ya puso a uno de sus hombres de confianza en el directorio del Banco Central, hasta ahora dedicado a investigar fraudes económicos y bancarios, lo que hace prever mayor "mano dura" para controlar al sector financiero.

Kicillof, por su parte, colocó a uno de los suyos al frente de la CNV, un economista de 32 años que hasta ahora coordinaba a los directores representantes del Estado en diversas empresas.

Sin acceso a los mercados financieros internacionales, menores ingresos de divisas por inversiones y exportaciones, todo hace prever que la política monetaria expansiva seguirá, a riesgo de una inflación creciente.

Mal cuadro para una Argentina a punto de ingresar en la carrera electoral para las presidenciales de 2015, con el vicepresidente Amado Boudou procesado por presunta corrupción y una oposición fragmentada, pero que gana terreno y se muestra cada vez menos tolerante con la mayoría del oficialismo en el Parlamento, donde esta semana la puja fue por la reforma del Código Civil.

A ello, se suma un renovado contrapunto entre el Gobierno y el titular de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, por la inseguridad -uno de los problemas que más angustian a los argentinos- y el rol del Poder Judicial.

Demasiados frentes abiertos.

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