Diez años después de la "gran ampliación", la UE sigue mirando al este

  • Diez años después de la "gran ampliación", la UE sigue mirando al este de Europa, pero por culpa de la crisis de Ucrania se ha visto obligada a hacerlo de una manera distinta, porque la inestabilidad se ha instalado a unos centenares de kilómetros de sus fronteras.

Luis Alonso

Madrid, 1 may.- Diez años después de la "gran ampliación", la UE sigue mirando al este de Europa, pero por culpa de la crisis de Ucrania se ha visto obligada a hacerlo de una manera distinta, porque la inestabilidad se ha instalado a unos centenares de kilómetros de sus fronteras.

El 1 de mayo de 2004, la UE se amplió a diez países, dos del sur (Chipre y Malta) y ocho del este, de los que siete (Hungría, la República Checa, Eslovaquia, Polonia, Letonia, Lituania y Estonia) pertenecieron al Pacto de Varsovia y uno (Eslovenia) a la antigua Yugoslavia.

Posteriormente, en enero de 2007, se incorporaron otros dos países que estuvieron en la órbita soviética (Bulgaria y Rumanía), y en julio de 2013, Croacia.

Y una vez apagada la crisis de los Balcanes, Serbia y la UE inauguraron oficialmente el pasado 21 de enero las negociaciones de adhesión, que esperan conseguir en un plazo de seis años.

Todo este camino de integración hacia el este de Europa se ha visto frenado en Ucrania, donde los intereses geoestratégicos rusos tienen mucho que decir.

La UE ofreció a Ucrania un acuerdo de asociación, pero en noviembre de 2013 el Gobierno ucraniano, encabezado entonces por Víktor Yanukóvich, decidió suspender la firma "por la necesidad de desarrollar las relaciones económicas con Rusia y la comunidad postsoviética".

A partir de ese momento se precipitaron los acontecimientos: manifestaciones proeuropeas en Kiev, caída de Yanukóvich, nuevo gobierno favorable a los intereses de la UE, la separación de Crimea y la rebelión en las regiones del este favorables a Rusia, que no está dispuesta a ceder en lo que considera su espacio geopolítico.

Y mientras Crimea proclamaba su incorporación a la Federación Rusa, la UE decidió seguir su camino con el gobierno de Kiev y firmar con el primer ministro ucraniano, Arseni Yatseniuk, los capítulos políticos del acuerdo de asociación, punto de partida en la integración gradual de Ucrania al mercado interior de la UE.

Para los dirigentes europeos, Ucrania es todavía un asunto pendiente y no muy bien gestionado. Sin olvidar que más cerca de la UE, en Moldavia -que quiere ser parte de la Unión en 2019- también hay un enclave prorruso en Transnistria que sueña con convertirse en parte de Rusia.

El presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, ha dicho, con motivo del aniversario de la ampliación, que ha expandido la zona de estabilidad, seguridad, libertad y prosperidad en el continente, y que "los acontecimientos en Ucrania han mostrado cómo la gente normal se esfuerza por compartir estos valores".

Pero varios diplomáticos y expertos europeos han reconocido que la UE no ha gestionado bien la crisis de Ucrania, sobre todo por lo que afecta a la Federación Rusa.

"Debemos mejorar nuestra capacidad para resolver crisis en nuestro vecindario y poder proponer algo a corto plazo. Las últimas crisis han demostrado que nuestras ofertas con frecuencia son a demasiado largo plazo", aseguraron a principios de abril los ministros de Exteriores de Alemania, Francia y Polonia.

El exrepresentante de Política Exterior y Seguridad de la UE Javier Solana habló recientemente en un foro que compartió con el comisario europeo Joaquín Almunia de las "equivocaciones con Ucrania" y de que los europeos "habían llegado tarde y se fueron muy pronto".

La adhesión ucraniana a la UE "es algo que no va a ocurrir sino a largo plazo", ha reconocido el presidente del PE.

Los acontecimientos han demostrado que la pertenencia a la UE implica en muchas ocasiones medidas impopulares.

El FMI acaba de aprobar formalmente un programa de asistencia financiera a Ucrania, de dos años de duración, por valor de 17.000 millones de dólares (unos 12.258 millones de euros).

Dicho programa tiene como objetivo restaurar la estabilidad macroeconómica y "promover un crecimiento sano y sostenible", según el FMI, que ha propuesto una serie de reformas como la subida de los precios de la energía y el alza de impuestos.

En este aniversario de la "gran ampliación", los nuevos países han tenido que adaptarse a las normas de la UE en un contexto económico muy difícil. Chipre es un claro ejemplo.

El 1 de mayo de 2004 se convirtió en miembro de pleno derecho de la UE, lo que transformó su paisaje económico y social, el 1 de enero de 2008 adoptó el euro y en marzo de 2013 tuvo que decretar quitas a los depósitos superiores a los 100.000 euros, después de que se desestimase la idea inicial de imponer una tasa a todas las cuentas.

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