Paradojas en las encuestas

¿La economía va bien, regular o mal? El problema de la percepción de la realidad

Los españoles tienden a decir que su situación económica va a ser igual o a va mejorar en los próximos meses, mientras aseguran que va a empeorar a nivel de país. Para comprobarlo, hay que mirar los índices. 

El presidente del Centro de Investigaciones Sociológicas, José Félix Tezanos, comparece en una Comisión Constitucional en el Congreso de los Diputados, a 16 de junio de 2021, en Madrid (España). Durante su intervención, Tezanos ha informado sobre las líneas generales de actuación del CIS.
16 JUNIO 2021;TEZANOS;CIS;ENCUESTA;CONGRESO;CONGRESO DE LOS DIPUTADOS;DATOS;COMISION CONSTITUCIONAL
J. Hellín. POOL / Europa Press
  (Foto de ARCHIVO)
16/6/2021
¿La economía va bien, regular o mal? El problema de la percepción de la realidad. 
Europa Press

Cada vez que los sociólogos ven los resultados de las encuestas a los españoles, se vuelven locos cuando se habla de economía. Por ejemplo, en la ultima encuesta del CIS sobre la confianza de los españoles en la economía (noviembre), cuando se les preguntaba si su situación familiar iba a estar mejor, igual o peor en los próximos seis meses, la mayoría respondió que igual o mejor. En cambio, cuando se les preguntaba si la economía del país en general (no su economía familiar) iba a estar mejor, igual o peor en los próximos seis meses, la mayoría respondía que peor.

Es una contradicción. Los mismos sujetos que reconocían que estarían igual o mejor a escala personal, decían que el país iba a estar peor. ¿A qué se debe esta aparente discordancia? Hace muchos años, en la década de los 2000, un economista del Banco de España hizo un estudio sobre ese fenómeno y concluyó que vaya bien o mal la economía, los españoles siempre dirán que va mal. Es un pesimismo crónico. ('Las encuestas de opinión en el análisis coyuntural de la economía española', Javier Jareño). En su informe, decía que, históricamente, aunque la situación económica mejore, “son más los que valoran la situación como negativa que los que lo hacen positivamente, como ocurre en la industria, los consumidores, el comercio al por menor y, tal vez, en la construcción”.

Por ejemplo, 2007 fue uno de los mejores años de la economía española. El paro cayó a su mínimo histórico del 7,9% de la población activa. “España registra en 2007 el mayor superávit fiscal de la democracia”, titulaba el diario económico 'Cinco Días'. El Estado ganaba más dinero del que podía gastar. El PIB crecía un 3,8%. Los pronósticos para 2008 decían que el país crecería entre un 2,8% y un 3%. 'The Economist' le situaba entre las 13 mejores economías del planeta. Pero cuando preguntaban a los españoles en las encuestas del CIS de marzo de 2007 cómo iba a ir la economía en los próximos seis meses, más del 77% decía que “igual o peor”.

José Félix Tezanos, actual presidente del CIS, afirmaba en un reciente artículo en Fundación Sistema (vinculada al PSOE) que “cuando a esa mayoría notable de españoles que creen que su situación económica es buena o muy buena (a escala personal) les preguntas cuál es la situación de España, nada menos que en torno a un 89% no duda en decir que es mala o muy mala, aunque de facto la situación económica objetiva en realidad es la resultante de la suma de las situaciones de todos los españoles”.

Tezanos añadía una causa a ese pesimismo. La influencia de medios y poderes interesados. Decía en el mismo artículo que la opinión de los españoles está mediatizada por líderes de opinión que no son más que 'bots' (robots o sistemas programados) de las redes en manos de empresas especializadas. “Se trata de empresas que, con harta frecuencia, recurren a 'bots' y a la creación de falsos usuarios para generar –artificialmente– movimientos de reputación en las redes, por la vía de exaltar a tus clientes, al tiempo que se denigra y se lanzan bulos erosivos sobre los competidores y adversarios. De esta manera, se están creando corrientes de popularidad artificiales, que dan lugar a clic que se traducen finalmente en los llamados 'trending topics'. 

Según Tezanos, esas noticias inundaban la red y allí eran consultadas continuamente por periodistas “para orientarse en los temas presuntamente más ‘populares’ sobre los que hablan o escriben en sus medios y en las tertulias en las que participan”. (Marzo de 2021 de 'Tendencias de la Fundación Sistema: Falacias de composición y pesimismo congénitos'). El sociólogo criticaba a determinados “agoreros” profesionales y a esos “pintores extremos de paisajes especialmente negros” sobre la realidad política y económica de España, “al servicio de intereses y partidos políticos muy concretos. Intereses y partidos que han terminado haciendo de la necrofagia, la negatividad, la simpleza y el odio un paradigma existencial permanente”. Es decir, las opiniones de periodistas mediatizados por intereses de partidos (se entiende que conservadores) distorsionaba la realidad político social. Lo cual al final, según Tezanos, se reflejaba en las encuestas del CIS.

Y ahora, de verdad, ¿las cosas van bien, regular o mal? Para saberlo hay que estudiar los índices. Desde el punto de vista del empleo, España está recuperando rápidamente lo que se había perdido a lo largo de 2020. Cada mes se baten cifras de empleo. Sin embargo, hay algunas explicaciones que no se han destacado lo suficiente. “El empleo público ha sido uno de los principales responsables de que hayamos recuperado los niveles de empleo previos a la pandemia, con 250.000 empleados más según la EPA de este tercer trimestre (2021) que en la de 2019, por casi 130.000 asalariados del sector privado menos”, afirmaba el economista Florentino Felgueroso en el blog 'Nada es Gratis'. Es decir, el Estado y el empleo público explican ese tirón del empleo. No la empresa privada, que ha perdido empleo.

Además, las cifras del paro aún no son buenas: a finales de 2019, el desempleo era del 13,78% de la población activa, y en el momento actual, a pesar de la recuperación, la cifra es mayor: 14,57% según el INE. El paro juvenil sigue siendo uno de los más altos de la UE: 31,7%, todavía por encima de la tasa registrada a finales de 2019. Por fortuna, la economía avanza ininterrumpidamente y este año puede terminar en el +5,2%. En algunos trimestres, la cifra de crecimiento ha sido notable. Claro que esos incrementos se comparan con 2020, un año en el cual la economía cayó a niveles inimaginables. Si se mide por trimestres, la economía no ha recuperado la actividad del último trimestre de 2019 (el último trimestre completo antes de la pandemia), cuando alcanzó 315.00 millones de euros a precios de mercado, la cifra más alta de la historia. En el tercer trimestre de este año fue de 301.000 millones de euros.

A veces son los encuestados los que son demasiado pesimistas y otras veces son los sociólogos los que se pasan de optimistas.

A la vez hay otros índices que han entrado en alerta roja. Desde principios de año, el precio del combustible para el transporte se ha encarecido un 25%. Los conductores han notado un fuerte impacto en sus bolsillos. Como consecuencia, la inflación está conociendo subidas que no se recordaban desde los años 90. En noviembre de este año superó el 5%. El precio de la luz ha subido para el 40% de las familias, unos diez millones de hogares. Esta semana se ha conocido el precio del megawatio por hora más alto de la historia: más de 300 euros. Y es posible que empeore.

Es decir, aunque la economía está recuperando el ritmo y el pulso que había perdido durante los confinamientos, todavía no está a niveles de 2019. Además, el paro sigue siendo elevado, la actividad empresarial ha decaído (cerraron muchas empresas) y los precios están impactando directamente en el bolsillo de los españoles. Esto último es lo que posiblemente esté marcando la psicología de los consumidores y los productores, lo cual necesariamente se refleja en las encuestas y más cosas como las manifestaciones. En los últimos meses se ha conocido la mayor actividad en manifestaciones en muchos años: agricultores, obreros del metal, asociaciones de consumidores, transportistas, trabajadores del automóvil, pensionistas… Todos protestan por las subidas de los precios, o por las escasas subidas de los salarios.

Y aquí tenemos que el país se divide entre los que palmean al Gobierno por sus hazañas económicas, y los que le tiran tomates. Eduardo Garzón, economista y hermano del ministro de Consumo, decía en las redes sociales que los medios conservadores están haciendo campaña permanente contra el Ejecutivo, para dar la idea de que la economía va mal. “A la mayoría de los españoles les va bien en su bolsillo, pero creen que la economía va fatal. ¿Cómo es posible? Pues porque tenemos a los grandes medios y a economistas de derechas inventándose que todo va mal sólo para desgastar al gobierno de izquierdas”. Un agricultor andaluz, le respondía en Twitter: “Pero vamos a ver: que acabo de pagar 1.034 euros de gasoil caballero, que el año pasado fueron menos de 600, qué me está usted contando”.

Hace años, allá por 2008, sucedió algo parecido sobre realidad económica y encuestas. En julio de ese año quebró la mayor inmobiliaria de España, Martinsa-Fadesa. En septiembre de ese año de 2008, quebró Lehman Brothers y las bolsas del mundo se hundieron. Y entre 2007 y 2009 el paro pasó de menos del 8% a más del 18% de la población activa. Sí había motivos para ser pesimistas. Pero Tezanos no lo vio así. En octubre de 2009, cuando ya se conocían las consecuencias de la crisis, escribió un artículo donde decía lo mismo que ahora. “Tampoco resulta muy coherente que la mayoría de los encuestados (el 58%) tenga la percepción de que la situación económica personal de su familia es razonable o positiva y, sin embargo, al mismo tiempo, una mayoría muy abultada de encuestados (81%) opinen que la situación económica del país es mala o muy mala. Esta disonancia entre lo personal y lo colectivo revela los fuertes componentes de subjetividad y de pesimismo que están influyendo en la actual dinámica económica”.

En dicho artículo denominado 'Tendencias electorales en España', de la revista digital de la Fundación Sistema, Tezanos calificaba en 2009 los comentarios de la derecha al gobierno de Zapatero como “críticas existentes sobre procederes poco rigurosos e improvisadores”; críticas que, “a juzgar por los datos de tales encuestas, parece que están calando en la opinión pública en una forma que no va a ser fácil revertir, si no es a partir de un contraste fehaciente con los hechos concretos”. Si se contrastaba la opinión pública con los hechos, la verdad era que la situación en 2009 era muy mala, mucho peor que ahora. Los hechos incluso empeoraron y siguieron empeorando hasta el punto de que en 2010 el presidente Rodríguez-Zapatero anunció los mayores recortes sociales de la historia, y al año siguiente aprobó una reforma laboral que suprimía bastantes derechos de los trabajadores. De modo que, a veces son los encuestados los que son demasiado pesimistas, y otras veces son los sociólogos los que se pasan de optimistas.

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