EE.UU. extenderá cable de fibra óptica entre la base de Guantánamo y Florida

  • El Pentágono tiene previsto mejorar la infraestructura de comunicación de la Base Naval estadounidense de Guantánamo, en Cuba, con la extensión de un cable submarino de fibra óptica por valor de 40 millones de dólares, informó hoy un portavoz militar.

Washington, 5 jul.- El Pentágono tiene previsto mejorar la infraestructura de comunicación de la Base Naval estadounidense de Guantánamo, en Cuba, con la extensión de un cable submarino de fibra óptica por valor de 40 millones de dólares, informó hoy un portavoz militar.

Según indicó el portavoz del Pentágono Todd Breasseale a la cadena CNN, la base militar mejorará sus comunicaciones, que ahora dependen de enlace por satélite, con un cable submarino que unirá Guantánamo con la costa del estado de Florida (EE.UU.).

El Gobierno estadounidense ya ha avisado a Cuba de que tiene previsto realizar operaciones de reconocimiento a partir de este mismo verano, con una primera evaluación con un navío de la ruta por donde podría transcurrir el cable.

No obstante, las obras no comenzarían hasta dentro de dos años, con el objetivo de aumentar en ancho de banda de comunicación con la Base Naval de Guantánamo, aislada por tierra y que depende de las comunicaciones por satélite, vulnerables al mal tiempo y mucho más limitadas.

El cable submarino de fibra óptico permitiría operar las comunicaciones de la base con Washington como en cualquier otro complejo militar de Estados Unidos en el extranjero.

La Base Naval de Guantánamo, alquilada al Gobierno cubano en 1903, siguió en poder de Estados Unidos pese a la llegada de Fidel Castro al poder en 1959 y la oposición del Gobierno castrista a que el Ejército estadounidense se estableciese allí de forma permanente.

En la actualidad la base militar, donde viven unos 6.000 militares y civiles, es un centro estratégico en el Caribe para gestionar crisis migratorias o desastres como el terremoto de 2010 en Haití.

Además, Guantánamo acoge desde 2002 a la polémica prisión de máxima seguridad para los detenidos en la guerra contra el terrorismo iniciada con el Gobierno de George W. Bush (2001-2009).

En su celdas, reformadas con el paso de los años, permanecen confinados 169 presos a espera de que se decida sobre su libertad o a que sean juzgados en comisiones militares dentro de la base, proceso criticado por falta de garantías procesales por organismos internacionales de derechos humanos.

El presidente estadounidense, Barak Obama al asumir el poder en enero de 2009 prometió el cierre de esa prisión, lo que no se ha ejecutado.

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