El BCE tiene la palabra

  • Grecia, Italia, EEUU, una nueva recesión y las dudas sobre la banca llevaron a los mercados a pasar una de las peores semanas de la crisis, aunque acabaron esperanzados por la posibilidad de que el BCE baje los tipos de interés.

Jesús María Alonso

Madrid, 24 sep.- Grecia, Italia, EEUU, una nueva recesión y las dudas sobre la banca llevaron a los mercados a pasar una de las peores semanas de la crisis, aunque acabaron esperanzados por la posibilidad de que el BCE baje los tipos de interés.

A pesar de que el Fondo Monetario Internacional (FMI) mantiene su previsión de crecimiento español este año en el 0,8 % (el gobierno confía en un 1,3 %), el organismo ve sombras en 2012, cuando el PIB puede caer al 1,1 % en vez del 1,6 antes previsto y menos de la mitad del 2,3 estimado por el Ejecutivo.

Las malas noticias priman sobre las buenas: la eurozona no levanta cabeza pese al tirón de Alemania y Francia, y el FMI ha rebajado las perspectivas del 2 al 1,6 % este año y del 1,7 al 1,1 % en 2012. El crecimiento mundial se ancla en el 4 % para 2011 y 2012, tres y cinco décimas menos, respectivamente, que lo previsto en junio.

Empero, el FMI cree que España cumplirá con el objetivo de reducir el déficit en 2011 (6,1 % del PIB) y 2012 (5,2 %), aunque le apura a tomar más medidas a medio plazo y también a que un auditor externo analice la situación económica, especialmente de la banca, para restaurar la confianza.

El diario británico Financial Times azuzó las dudas sobre la banca al nombrar a siete entidades españolas con supuestas necesidades de capital adicional, que obligó a un desmentido del Banco de España y al Gobierno a salir a defenderla criticando a la Unión Europea (UE) por sembrar "incertidumbre y desconfianza".

Mientras, la situación límite de Grecia, la rebaja de la deuda de Italia por la calificadora S&P, la decisión de la Reserva Federal de EEUU de canjear el vencimiento de bonos del Tesoro por 400.000 millones de dólares para estimular la economía y garantizar tipos de interés bajos, y el convencimiento casi generalizado de que habrá una nueva recesión influyeron negativamente en los mercados.

Por eso, la asamblea conjunta anual del FMI y el Banco Mundial (BM) y la reunión del G20 en Washington se han convertido en los focos para pergeñar soluciones o al menos palabras de aliento a los inversores.

El BM urgió a EEUU, la UE y Japón a actuar para evitar una nueva recesión, y el FMI pidió una respuesta coordinada para alejar el peligro.

Pero lo que convenció a los mercados fueron los comentarios de algunos miembros del Banco Central Europeo (BCE), en el marco de las reuniones FMI-BM, cuando hablaron de una posible rebaja de los tipos en la eurozona si los datos económicos de octubre son malos.

A esta alusión se aferraron los inversores para acabar la semana con cierto optimismo.

El mercado inmobiliario español sigue en horas bajas. Las hipotecas se desplomaron en julio por decimoquinto mes consecutivo al 47 % interanual, la cifra más baja desde 2003.

Buen dato en turismo: en agosto se batió el récord mensual de llegada de turistas extranjeros (7,64 millones), un 9,4 % más que un año antes.

La bolsa vivió en medio de altibajos y confusión. Cerró con una caída semanal del 4,67 % (el jueves perdió un 4,62 %), con el IBEX 35 rozando los 8.000 puntos, nivel salvado gracias al empujón de los bancos el viernes, esperanzados en que bajen los tipos.

Madrid, empero, fue la plaza europea que salió mejor parada en el ciclo. París se llevó la peor parte al caer un 7,21 %, Fráncfort un 6,76, Milán un 6,07 y Londres un 5,62 %, afectadas todas por los mismos virus.

Wall Street se movió también en terreno pantanoso y pasó por la peor semana desde octubre de 2008 (-6,4 %), aunque el Dow Jones cerró el viernes con una subida del 0,35 %. Latinoamérica y Asia se abonaron a las pérdidas.

En Fráncfort, el euro cerró a 1,3485 dólares, en una semana de fuerte tendencia bajista.

La situación ha desplomado al mercado petrolero, ante la previsible caída de la demanda. El Texas cerró en Nueva York a 89,85 dólares/barril, casi un 10 % menos que una semana antes, y el Brent a 103,97, un 7 % por debajo.

Otro desplome notable ha sido el del oro. En Londres y Nueva York cerró a 1.689 dólares/onza, tras un "viernes negro" en el que el dorado metal bajó un 1,92 y un 5,8 %, respectivamente.

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