Empresas españolas de agroalimentación extienden su producción al exterior

  • Las empresas españolas han extendido su producción de vinos, carnes, aceites de oliva, frutas y hortalizas, aceitunas de mesa o legumbres al exterior para reducir costes, abrir nuevos mercados, beneficiarse de tratados de libre comercio o ampliar su oferta todo el año.

Madrid, 24 jun.- Las empresas españolas han extendido su producción de vinos, carnes, aceites de oliva, frutas y hortalizas, aceitunas de mesa o legumbres al exterior para reducir costes, abrir nuevos mercados, beneficiarse de tratados de libre comercio o ampliar su oferta todo el año.

Existen ejemplos de internacionalización productiva española en EEUU, México, Sudamérica, este de Europa, norte de África o Asia, un proceso que va a más ante la crisis en España y que alcanza a vinos, encurtidos, hortalizas, carnes e industria auxiliar.

Así, Freixenet cuenta con viñedos y cavas en California, México y en la región francesa de Champaña; Codorniu presume de su bodega Séptima en Argentina, al pie de la cordillera de los Andes; y Grupo Torres no sólo dispone de plantación en Cataluña, sino también en Chile y en el Valle del Napa californiano.

La manchega (del centro español) Félix Solís Avantis optó por instalar su propia bodega en Shanghai (China) en 1998, mucho antes de que se iniciara el boom de consumo en un país que también ha atraído a alimentarias líderes como Nutrexpa -que irrumpió con su particular versión del Cola-Cao (Gao-le-Gao chino) hace años-, Panrico -que más tarde vendió la compañía- o Chupa Chups.

El Grupo Mahou-San Miguel ha acelerado su internacionalización y, tras llegar a 41 países, acaba de entrar en la India gracias a la creación de una empresa mixta con Arian Breweries & Distilleries, un mercado de 1.000 millones de habitantes y con grandes expectativas de crecimiento.

La recolección de aceitunas se amplía en olivares por todo el planeta, aunque España conserve aún la supremacía en producción.

Acesur (con marcas como "La Española") impulsó una almazara en la provincia siria de Idleb -que concentra el 65 % de todos los olivos del país-, una instalación fabril estratégica para las actividades del grupo de la sevillana en el área de Oriente Medio.

Pero quizás es la catalana (del este español) Borges uno de los ejemplos de diversificación más ambiciosos, con extensiones de nogales, ciruelas y una planta de procesado de nueces en California, además de aceite en Chile y Marruecos.

Agrucapers, de Murcia (sureste) controla entre el 20 y el 25 % de la producción internacional de alcaparras, que comercializa en 62 países, y cuenta con filiales en Turquía, Marruecos y Kyrgyzstan, con más disponibilidad de este producto y costes labores inferiores.

El gigante en aceituna de mesa Agrosevilla tiene fábricas en Argentina y Chile, mientras que Ángel Camaño, otra de las líderes del encurtido, también está en Mendoza (Argentina) con factoría propia de envasado, lo que le permite producir en un socio del área comercial del Mercosur y sortear sus barreras arancelarias.

En España hay un nutrido grupo de envasadoras de legumbres cuya oferta procede casi en exclusiva de remotas fincas de Canadá, EEUU, Chile, México, Argentina, Bolivia o Perú.

Pescanova procesa pescado en plantas de medio mundo -de Argentina y Australia pasando por Chile, Namibia o México, entre otras-, una experiencia internacional que tampoco es infrecuente en hortícolas españolas con intereses en Marruecos, Senegal o Perú, y que han descubierto las ventajas en costes, en diversificación y acceso a áreas de libre comercio y nuevos destinos de exportación.

La globalización del comercio se impone en el sector alimentario, por lo que no será infrecuente encontrar empresarios que abordan la internacionalización como salida frente a la crisis desde plataformas de los 5 continentes.

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