Felipe gonzález rechaza una “gran coalición” con el pp porque sería ceder la alternativa a podemos y ciudadanos


El ex presidente del Gobierno Felipe González se mostró este viernes en el Fórum Europa contrario a una “gran coalición” del PSOE con el PP porque en el actual escenario político supondría ceder la capacidad de alternativa a las fuerzas “emergentes”: Podemos y Ciudadanos.
Aprovechó su intervención en el encuentro informativo organizado por Nueva Economía Fórum para volver sobre sus declaraciones hace dos años y medio, interpretadas como una defensa de esa gran coalición. En aquel momento, explicó, le preguntaron por Alemania y lo que dijo es que los partidos son instrumentos para defender los intereses generales de un país, por lo que un acuerdo tendría que estar supeditado a la necesidad de cumplir esa finalidad, algo que “no veo” que ocurra en España.
En todo caso, considera que ahora es “imposible” entre otras cosas porque PSOE y PP juntos “ya no son una gran coalición” debido a la irrupción de esos dos partidos. Incluso en el caso de que existiera “una pulsión hacia el acuerdo” entre populares y socialistas, esa unión “definiría por exclusión” la alternativa de los otros dos.
“No hagamos la estupidez ciega de pensar que prietas las filas vamos a evitar” el final de la primacía electoral del PSOE y del PP, dijo, porque de esos dos, quien estuviera menos fuerte, sea cual sea de los dos, estaría cediendo la definición de alternativa al más fuerte de los otros dos, sea Podemos o sea Ciudadanos.
Toda la argumentación de González se basa en la tesis de que el próximo año, después de las elecciones autonómicas y municipales y de las generales, “tendremos un arco político a la italiana y nos faltarán italianos para gestionarlo”.
Cree que habrá cuatro fuerzas que tendrán entre el 15% y el 30% de los votos, con socialistas y populares un poco más arriba, más cerca del umbral del 30%, “espero que el PSOE en primer lugar pero puede ser que no”, y un poco más abajo Podemos y Ciudadanos, entre el 15% y el 20%.
"LIQUIDACIONISMO" FRENTE A "INMOVILISMO"
En ese escenario de “pulsión de cambio” evidente, cree que hay dos actitudes: una “liquidacionista” que pretende acabar con lo que llama “el régimen”, y otra “inmovilista” que incita incluso “al miedo” de los ciudadanos ante lo que puede ocurrir. Cree que ninguna es válida para gestionar lo que está ocurriendo, y que el PSOE tiene que acometer una reforma “urgente” para ganarse su espacio político y electoral en los próximos años.
González explicó que el último barómetro del CIS confirma su sensación de que el PSOE está en una tendencia de “recuperación” y el PP mantiene su línea descendente, entre otras cosas porque está centrando su discurso en una supuesta recuperación económica que aún es “frágil”. La crisis ha deteriorado mucho el edificio de la cohesión social, alertó, y los socialistas tienen que asumir la tarea de “reconstruir” lo destruido y “proyectar” el futuro.
Considera que España necesita reformas “muy serias” para superar “el destrozo” de la crisis económica, y alertó de que la crisis institucional “está intacta y lo único que ha cambiado es el viejo rey por el nuevo rey”. Si quienes gestionan la realidad no ven eso, “nos arrastrarán las circunstancias y crecerán las opciones liquidacionistas”.
No cree que en ese objetivo la pelea del PSOE sea con Podemos, “ni creo que sea con nadie”, sino con definir un proyecto que le permita preservar su espacio y llegar a la primera posición entre esas cuatro fuerzas.
De hecho, considera que el PP ha cometido el “error” de ceder el espacio del centro pensando que el PSOE “iba a estar distraído con Podemos y se iba a olvidar del centro”. No se ha olvidado, pero en ese espacio ha irrumpido “con mucha más claridad” Ciudadanos, y para quien ha votado al PP pero ahora le quiere “castigar” resulta “menos violento” votar a la formación de Albert Rivera que “saltar” al PSOE.
Se mostró convencido de que los casos de corrupción pasarán factura al PP porque “el esfuerzo de regeneración es absolutamente imprescindible”, y en esa línea apostó por pequeñas reformas que permiten grandes cambios, como sería permitir a los ciudadanos que muestren sus preferencias dentro de una lista electoral. Eso haría que las posiciones en la candidatura no se negocien en un despacho sino que sean los ciudadanos quienes las deciden, obligando a todos los candidatos a “pelear” su posición en la lista.

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