Fraga. El entierro del exministro coincide con el 46 aniversario de la bomba de palomares


El entierro del presidente fundador del PP, Manuel Fraga, tendrá lugar este martes, 17 de enero, cuando se cumplen precisamente 46 años del "incidente de Palomares", la caída de cinco bombas termonucleares de EEUU en esta localidad almeriense, tras la que el entonces ministro de Franco se dio un célebre baño junto al embajador estadounidense, Biddle Duke, para demostrar que no había peligro radiactivo.
La salud del exministro no pareció verse afectada por aquel famosísimo baño, puesto que Fraga vivió otros 46 años sin más achaques que los propios de la edad hasta su fallecimiento en la noche de este domingo como consecuencia de una afección respiratoria, a la edad de 89.
A Fraga lo van a enterrar un 17 de enero como aquel día en que un bombardero B-52 y un avión de aprovisionamiento en vuelo estadounidenses colisionaron a 10.000 metros de altitud en unas maniobras, y cayeron en llamas sobre la costa y la aguas de Palomares.
Siete de los tripulantes de las aeronaves fallecieron y cuatro saltaron en paracaídas, a la vez que caían en tierra tres bombas de 1,5 megatones que portaba el B-52, y otra más en el mar. Mediciones posteriores de radiactividad procedente de plutonio en el agua avalaron la hipótesis de que en el mar había caído una segunda bomba, si bien ésa nunca se ha recuperado.
Una de las bombas que cayeron en tierra y la otra que cayó en el mar se recuperaron intactas, ésta última tras un ingente despliegue norteamericano y 80 días después del incidente.
Las otras dos que estallaron contra el suelo esparcieron 20 kilos de plutonio por los alrededores, en tanto que la que se sabe que se hundió en el mar Mediterráneo, a cinco millas de la costa, se calcula que diseminó el 15% de su carga radiactiva, unos tres kilos de óxidos y nitratos de plutonio.
El 6 de marzo, el entonces ministro de Información y Turismo, Fraga se bañó junto al embajador estadounidense, Biddle Duke, en la playa de Palomares, en un intento de demostrar a los potenciales visitantes que lo único que había explotado era el detonante de las bombas y que por tanto no había ningún peligro para la salud en sumergirse en las aguas almerienses.

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