Grecia lucha contra el reloj e Italia es la nueva diana especulativa

  • Pocas cosas cambian en Grecia. El Gobierno heleno sigue esforzándose en tapar agujeros financieros y acallar rumores de quiebra, en una carrera para convencer a sus socios europeos y al Fondo Monetario Internacional (FMI) de que hace lo posible para reducir el déficit y de que el país aún puede salvarse de la bancarrota. Mientras tanto, la tensión especulativa parece que empieza a trasladarse definitivamente a Italia.

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El Mediterráneo bulle en las dudas de la deuda financiera. Grecia no termina de encontrar una salida a la tragedia que lleva interpretando año y medio y ahora se ha unido al elenco de personajes sospechosos Italia. El país que dirige Silvio Berlusconi es la última diana de los mercados internacionales por encima incluso de España.

Mientras tanto, el Gobierno griego sigue esforzándose en tapar agujeros financieros y acallar rumores de quiebra, en una carrera para convencer a sus socios europeos y al Fondo Monetario Internacional (FMI) de que hace lo posible para reducir el déficit y de que el país aún puede salvarse de la bancarrota.

En esa política de mostrar que Atenas hace los deberes para recortar gastos, el Ministerio de Finanzas ha ordenado a 151 empresas con participación estatal que reduzcan sus plantillas en un 10%.

Entre las empresas afectadas se cuentan la del ferrocarril, la radiotelevisión estatal, la agencia de noticias ANA y la empresa del gas.

La medida, que se suma a los ocho paquetes de ajustes anunciados por Atenas en los últimos meses, contempla dejar a los trabajadores públicos en la reserva durante un año, durante el que cobrarían el 60%.

Si tras ese periodo no pueden volver a ser contratados, quedarían despedidos. Varios medios locales calculan que unas 20.000 personas podrían verse afectadas por esa reducción de personal.

Además, se ha anunciado que el propio presidente del país, los parlamentarios en Atenas y Bruselas, los ministros y los alcaldes renunciarán a una de sus pagas para contribuir a reducir la deuda.

El Gobierno también tiene que definir esta semana el impuesto inmobiliario que anunció el pasado domingo, que grava con cuatro euros el metro cuadrado la propiedad de viviendas y con la que se espera recaudar unos 2.000 millones de euros este mismo año.

Además de las medidas de ahorro, el primer ministro griego, Yorgos Papandréu, insiste en su mensaje político de que el país no caerá y de que Atenas hará todo lo necesario para poner en orden sus finanzas.Por si no bastara (que no suele bastar) esta promesa, el líder heleno hablará hoy con los presidentes de Francia y Alemania para manejar nuevas oportunidades. Aunque la agenda detallada de la conferencia no ha sido revelada, fuentes del Gobierno indicaron a Efe que Papandréu insistirá en la voluntad de Grecia de cumplir con sus compromisos para seguir recibiendo ayuda externa y dará garantías del pago de la deuda.

Esa segunda gran inyección de dinero, de 160.000 millones de euros, está aún en el aire por las dudas sobre la capacidad de Grecia de aplicar las reformas y recortes a los que se ha comprometido.

Hablando de dudas, las sospechas se han subido al barco en la península griega y han cruzado el mar jónico para desembarcar en Italia. Desde ayer, y atendiendo a la repercusión en la prensa americana, por ejemplo, Italia se acaba de convertir en el nuevo foco de riesgo de la economía europea, adelantando en ese dudoso honor a España.

Pero el cambio no es sólo mediático. La principal razón económica es la famosa prima de riesgo que tantos quebraderos de cabeza nos ha ocasionado a España. Mientras que el diferencial entre el bono español a diez años y el alemán se situaba en torno a los 370 puntos básicos, el italiano superó ayer los 400.

Al mismo tiempo, el Tesoro transalpino pagó más que nunca (un interés del 5,6%, el mayor desde la entrada del euro) para colocar su oferta de ayer y Berlusconi se vio obligado a adelantar que habrá medidas adicionales al plan de ajuste de 54.000 millones que se prevé aprobar hoy en el Parlamento.

Ni siquiera la intervención del Banco Central Europeo, que compró deuda española e italiana para rebajar la tensión, ha durado demasiado y la presión ha vuelto especialmente dura contra nuestros vecinos.

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