La "nueva China" de Xi Jinping: ni con Mao, ni sin él

  • El actual plenario del Partido Comunista de China (PCCh) se celebra en un momento de difícil relación de la formación y del régimen con su fundador, Mao Zedong: el presidente, Xi Jinping, ha recuperado su retórica, pero a la vez se quiere avanzar en el liberalismo del que fue su gran rival, Deng Xiaoping.

Antonio Broto

Pekín, 11 nov.- El actual plenario del Partido Comunista de China (PCCh) se celebra en un momento de difícil relación de la formación y del régimen con su fundador, Mao Zedong: el presidente, Xi Jinping, ha recuperado su retórica, pero a la vez se quiere avanzar en el liberalismo del que fue su gran rival, Deng Xiaoping.

El principal encuentro del año para el PCCh entró hoy en su tercera jornada -concluirá mañana- sin que por ahora se conozca el contenido de sus deliberaciones, aunque sí se sabe que giran en torno a un aumento de las reformas económicas al estilo Deng en un clima que, por contra, ha recuperado con Xi estéticas maoístas.

Xi, a diferencia de su antecesor Hu Jintao, ha adoptado durante el año que lleva en el poder un perfil más similar al de Mao, con grandes carteles con su efigie en lugares destacados de las ciudades, y campañas que recuerdan las que Mao inició en los tiempos del comunismo más ortodoxo.

Entre ellas se encuentra la que Xi ha emprendido contra los "cuatro males" en el Gobierno (el formalismo, la burocracia, el hedonismo y la extravagancia), que evoca, salvando las distancias, la que el Gran Timonel lanzó en 1958 contra las "cuatro pestes" (las ratas, los mosquitos, las moscas y los gorriones).

También ha habido con Xi un importante componente "anti-occidental" que recuerda, aun sin los excesos de entonces, a la ortodoxia de la Revolución Cultural, después de que en abril se distribuyera en el PCCh un comunicado interno a los miembros de la formación en que se pedía luchar contra las "visiones occidentales".

En el informe, conocido como "Documento 9", se pedía una represión de la discusión, tanto en el seno del partido como en los medios, de "siete tabúes" entre los que se encontraban la democracia, el constitucionalismo, la división de poderes o las "visiones occidentales".

Este regreso a un régimen más cerrado que el de Hu Jintao, donde grandes acontecimientos como los Juegos Olímpicos o la Expo Universal simbolizaron cierto aperturismo, podría alcanzar su máxima expresión el 26 de diciembre, cuando China celebre con grandes fastos el 120 aniversario del nacimiento de Mao.

La provincia de Hunan, donde nació el líder comunista, ha anunciado que gastará 2.540 millones de dólares en eventos para celebrar ese aniversario, pese a que teóricamente Pekín ha impuesto austeridad en los gastos públicos como parte de la campaña contra los "cuatro males".

Xi visitó Hunan en vísperas del plenario, un gesto que según los analistas muestra su adhesión a un líder que, pese a ser el padre del régimen, no es igual de apreciado por todos los comunistas, debido a "errores" como las hambrunas del Gran Salto Adelante o la Revolución Cultural.

Pero la nueva campaña de la era Xi contra los críticos a su gestión -que ha incluido a conocidos periodistas y expertos "incómodos" para el régimen entonando públicamente el mea culpa por esas críticas- recuerda a las sesiones de autocrítica que estuvieron de moda durante los años dominados por los Guardias Rojos.

Pero Xi también es un líder elegido por consenso de todas las corrientes del PCCh, así que, dentro de este regreso al pasado, también hay guiños hacia la era de Deng Xiaoping, la de la reforma y apertura en los 80, la del pragmatismo frente al idealismo de Mao.

Ello se nota en el hecho de que "reforma", palabra que siempre ha ido ligada a Deng, sea la palabra más repetida en los análisis de la prensa oficial sobre el plenario, que aseguran que la actual reunión retomará y mejorará ese concepto.

Además, Xi es hijo del fallecido Xi Zhongxun, uno de los líderes que ayudó en los 80 a consolidar el reformismo de Deng, y su figura también ha sido recuperada y ensalzada este año en homenajes que indican que Xi, pese a su "neomaoísmo", no piensa renunciar al modelo que ha convertido a China en segunda economía mundial.

El propio Xi resumía esas contradicciones en una frase, a principios de año, que recientemente fue destacada por el "Diario del Pueblo" para preparar el clima del plenario: "las reformas y la apertura comenzaron con Deng Xiaoping en 1998, pero no niegan el desarrollo que hubo en tiempos de Mao".

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