La OTAN envía sus 'hombres de negro' a España para exigir más apoyo financiero

  • Una misión de funcionarios de la Alianza recuerda al Gobierno que la aportación financiera que realiza sigue siendo muy inferior a la media.
España y su contribución a los gastos de la OTAN.
España y su contribución a los gastos de la OTAN.
España y su contribución a los gastos de la OTAN.
    

La OTAN también tiene sus 'hombres de negro'. Un grupo de funcionarios que recorre los países aliados, se reúne con sus autoridades civiles y militares, analiza el mayor o menor grado de cumplimiento de los compromisos adquiridos y evacua informes con su valoración de la situación y con recomendaciones para los países visitados.

Hace alrededor de quince días estuvieron en España y aprovecharon la ocasión para recordar al Gobierno que su aportación financiera a la Alianza continúa no sólo muy lejos de la media de los países aliados, sino que se sitúa muy por debajo de lo comprometido, según reconoció el jefe de División de Planes del Estado Mayor Conjunto del Ministerio de Defensa, el contraalmirante Benigno González-Aller, en su intervención en el Foro Aesmide 2017.

El militar reveló que España patinó en 19 de los requisitos cuyo cumplimiento exigía el examen de la OTAN en el marco del Planeamiento de Defensa, y si bien se ha podido renegociar el plazo de cumplimiento de 14 de ellos, hay cinco a los que no podrá llegar en ningún caso. "Se nos plantean unos objetivos que superan con creces nuestra capacidad financiera", lamentó.

El informe preliminar realizado por la misión de 20 funcionarios de la  Alianza Atlántica que visitó España ha identificado tres lagunas principales en la aportación española a la OTAN. A saber, una implicación en el adiestramiento de fuerzas locales inferior a la de otros países, una menor aportación comparada de equipamiento militar y, sobre todo, una aportación financiera más pobre que la de otros países.

La adhesión a la OTAN proporciona la protección de algunas de las potencias militares más importantes del mundo, como Estados Unidos, Alemania o Francia, pero según los tratados también genera a los aliados la responsabilidad de mantener un rango de gasto militar que asegure ese nivel de protección. Ese rango se situó en la Cumbre de la OTAN de Cardiff de 2014 en el 2% del PIB.  

El Gobierno se comprometió a alcanzar ese nivel de gasto militar en el curso de los diez años siguientes, es decir, en el horizonte de 2024. La realidad dice que este año 2017 el gasto en Defensa en España, medido según los parámetros OTAN, se situó en el 0,92% del PIB, muy lejos del compromiso del 2% y muy por debajo del gasto real de la inmensa mayoría de los países aliados. Así se lo recordó el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, al presidente Rajoy en la conversación que mantuvieron el pasado mes de febrero según se encargó de filtrar la propia Casa Blanca, que ha hecho del reequilibrio de aportaciones dentro de la OTAN una de las ideas-fuerza de la primera parte de su mandato.

España y su relación con la OTAN

Desde el Ministerio de Defensa se alega que el dato español de gasto en Defensa está infraponderado porque España no incluye conceptos que otros países sí contabilizan, que la circunstancia de estar bajo las restricciones del Procedimiento de Déficit Excesivo de la UE no permite 'alegrías' presupuestarias y que la aportación española a la OTAN se concreta de forma más significativa en el apoyo logístico y militar a la misiones de la Alianza en diferentes países, como ocurrió en Afganistán, lo que la ministra Cospedal denomina 'aportación cualitativa'.

Algo, por cierto, que no sólo subraya el informe preliminar de los expertos, según el relato del contraalmirante González-Aller, sino que ha sido puesto de manifiesto por la OTAN en diferentes ocasiones.

Este año España aportará más de 104 millones de euros al presupuesto común de la OTAN, el 5,78% del total, lo que le convierte en el séptimo mayor contribuyente de la Alianza Atlántica. Sin embargo, esa aportación supone únicamente una pequeña parte del presupuesto real de la OTAN, ya que la parte del león del mismo, la que se refiere a la realización de operaciones internacionales de seguridad, se financia con cargo a los presupuestos de los países, no de la organización. Y su financiación se reparte a partir de una fórmula que tiene como índice de referencia el gasto en defensa de cada país como porcentaje del PIB.

Y España está en el punto de mira. No sólo porque haya sido el país que más ha reducido sus presupuestos de Defensa como consecuencia de la crisis financiera, un 47,4%, cuando la media de la OTAN ha sido un descenso del 24,1%, sino por el famoso episodio de la retirada de las tropas de Afganistán decretado por el Gobierno Zapatero. Una maniobra que generó un ahorro relevante a las arcas públicas y cierto rédito político, pero que perjudicó la imagen de España como socio fiable en la Alianza.

El asunto tiene sus consecuencias en otros ámbitos. España es uno de los países que obtiene un menor retorno en forma de contratos para su industria de defensa de su participación en la OTAN, según han puesto de manifiesto en más de una ocasión los responsables de las agencias de la Alianza que adjudican cada año cerca de 1.000 millones de euros en contratos. Una carencia que también se atribuye a la falta de concurrencia de las empresas españolas.

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