Nuevas medidas de estímulo, el quid del discurso de Bernanke en Jackson Hole

  • Proponer, o no proponer, nuevas medidas de estímulo monetario de la economía es el gran quid de la cuestión en el discurso que pronunciará mañana, viernes, el presidente de la Reserva Federal (Fed), Ben Bernanke, en Jackson Hole y que tiene a los mercados expectantes.

Macarena Vidal

Washington, 25 ago.- Proponer, o no proponer, nuevas medidas de estímulo monetario de la economía es el gran quid de la cuestión en el discurso que pronunciará mañana, viernes, el presidente de la Reserva Federal (Fed), Ben Bernanke, en Jackson Hole y que tiene a los mercados expectantes.

Su intervención en la cumbre de la Reserva Federal en este lugar de vacaciones en Wyoming llega en momentos de incertidumbre acerca de la marcha de la economía estadounidense, amplias fluctuaciones en los mercados.

Un crecimiento tibio, unos indicadores débiles y un índice de desempleo en el 9,1 por ciento -con una perspectiva de mantenerse aún en niveles altos al menos hasta 2014, según los últimos cálculos de la Oficina de Presupuesto del Congreso- han hecho surgir el temor de que EE.UU. pueda caer en una nueva recesión, tras la que padeció el país en 2008 y de la que aún lucha por terminar de recuperarse.

De ser así, una de las grandes preocupaciones es que tanto el Gobierno como la Reserva Federal hayan empleado ya casi todas las armas a su alcance.

En particular, el nuevo acuerdo para el recorte del gasto público alcanzado a principios de este mes entre demócratas y republicanos, que prevé eliminar gastos entre los 2,1 y los 2,4 billones de dólares en la próxima década, ata las manos del Gobierno federal a la hora de aplicar medidas de estímulo.

Por ello, más que otra cosa lo que los mercados reclaman al jefe de la Fed es claridad en su mensaje de mañana.

Claridad para explicar cuál es el verdadero estado de la economía y si la institución que encabeza se plantea aplicar nuevas medidas.

En ese mismo escenario el año pasado, Bernanke adelantó la compra masiva de bonos del Tesoro de EE.UU. por valor de 600.000 millones de dólares para inyectar liquidez en la economía, en un movimiento conocido como "quantitative easing" (expansión cuantitativa).

Aquella iniciativa generó numerosas críticas entre otros países del G20, muy especialmente por parte de China y Francia, y los analistas ofrecen división de opiniones sobre su efectividad, visto la ralentización de la economía en los últimos meses.

Una de las posibilidades con las que se conjetura es que Bernanke anuncie una nueva ronda de quantitative easing (QE3), aunque hoy por hoy se considera menos probable.

El presidente de la Reserva Federal de San Luis, James Bullard, indicó en declaraciones recogidas por el diario japonés Nikkei que, si bien la Fed podría comprar más bonos si se registrara un deterioro de la economía, ahora no es el momento de una iniciativa así.

Otra posibilidad con la que se conjetura, y la considerada más probable, es la compra de bonos a largo plazo -para garantizar que los intereses se mantienen en un nivel bajo- al tiempo que vende una cantidad similar de bonos a corto plazo.

Aunque ello presionaría sobre los tipos de interés a corto plazo, la preocupación es menor dado que en su última reunión, el Comité de Mercado Abierto de la Fed ya anunció que mantendría los tipos en un nivel muy reducido al menos hasta 2013.

Bernanke también podría poner sobre la mesa una rebaja de los tipos de interés de los depósitos bancarios a corto plazo.

En cualquier caso, cualquiera de las opciones tiene como objeto alentar a los bancos a aumentar sus créditos, entre otras cosas, y con ello estimular el crecimiento de la economía.

Uno de los factores que ha retenido la recuperación, precisamente, ha sido la renuencia de los bancos a conceder nuevos créditos tras la crisis financiera de 2008.

A la espera de lo que pueda anunciar el presidente de la Fed, Wall Street abrió hoy en terreno negativo y media hora después de comenzar sus operaciones el Dow Jones de Industriales bajaba el 0,85 por ciento, en una jornada marcada también por la dimisión de Steve Jobs al frente de Apple y la inversión de 5.000 millones de dólares de Warren Buffet en Bank of America.

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