
Los pensionistas deben tener en cuenta que también les afecta el impuesto sobre la renta de las personas físicas (IRPF). Por lo general Hacienda considera estas prestaciones como rendimientos de trabajo y por tanto están sujetas a unas retenciones concretas.
Los tramos del IRPF varían dependiendo de los ingresos, como ocurre con el resto de trabajadores. Sin embargo, algunos pensionistas estarán exentos cuando cobren menos de 22.000 euros anuales de un único pagador.
Por otro lado, también tendrán que estar atentos aquellos contribuyentes que disfruten de pensiones de jubilación en el extranjero. Ya que, según los convenios internacionales, tendrán que incluirlas en la declaración.
Residentes en España
Las personas jubiladas que sean residentes en España deben declarar en el IRPF por su renta mundial, sin importar de donde proceden los ingresos y sin perjuicio de lo que se disponga en los acuerdos internacionales.
Igualmente es importante tener en cuenta el país de origen de la pensión, ya que en caso de que existan convenios se podrá evitar la doble imposición internacional. En España suelen seguir el modelo de la OCDE, donde se contemplan las pensiones por empleos anteriores en el sector público o en privados.
Además, España exige un tiempo mínimo de cotización para tener acceso a esta ayuda, mientras que en otros países no existen estas obligaciones o la cuantía es proporcional al tiempo trabajado.
En el borrador
El apartado concreto en el que deben indicarse las deducciones por doble imposición internacional se sitúa en la casilla número 0589 de la página 22 de la declaración de la Renta 2020. Será imprescindible indicar la cuantía de impuestos deducibles y en ningún caso se deducirán los impuestos de territorios calificados como paraísos fiscales.
Por lo general, los requisitos de los pensionistas son iguales a los del resto de contribuyentes y varían según sus ingresos. Quienes tengan rendimientos menores de 22.000 euros anuales no estarán obligados a hacer la declaración, mientras que si reciben pensiones extranjeras de más de 1.5000 euros al año sí tendrán que presentarla.
Como actualmente existe mejor comunicación entre los países, es más fácil que salten las alertas. No presentar el IRPF puede suponer una multa desde los 150 euros, que irá aumentando dependiendo de la gravedad de la infracción.
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