Qué hicieron Dinamarca, Austria, Holanda y Alemania para reducir el paro

  • Según datos citados por la ministra de Empleo, Fátima Báñez, en España se ha destruido en esta crisis 11 veces más empleo que en Italia.
Sandalio Gómez, profesor de la escuela de negocios IESE y experto en mercado laboral.
Sandalio Gómez, profesor de la escuela de negocios IESE y experto en mercado laboral.

España tiene un nivel de desempleo muy superior a la de los mejores países europeos, sólo superado por Grecia. Y, si atendemos a los datos del paro juvenil, la situación en nuestro país puede considerarse de casi dramática.

Desde que comenzó la crisis, el nivel de desempleo entre los menores de 25 años se ha disparado 30 puntos porcentuales, para casi triplicarse y situarse en un 48%, desde el 18% anterior a la crisis.

Unos porcentajes de desocupados que parecen de otros entornos económicos o de antiguas etapas históricas cuando se comparan con los de los países europeos más avanzados en este terreno. Según datos citados por la ministra de Empleo, Fátima Báñez, en España se ha destruido en esta crisis 11 veces más empleo que en Italia, 6 veces más que en Reino Unido y 20 veces más que en Francia.

Así, Alemania presenta actualmente una envidiable tasa de paro del 4,5%, con récord histórico de ocupados, su vecina Austria tiene un 5,8% de desempleo, en la nórdica Dinamarca se sitúa en el 6%, y en la pequeña Holanda no llega al 7% (6,9%).

No obstante, estos países, considerados casi unánimemente modelos a seguir en buena parte de sus políticas laborales, no siempre han tenido esos índices de desempleo tan reducidos. Han vivido sus crisis en años o décadas precedentes, que hicieron elevarse los niveles de paro por encima del 10%, considerados inaceptables en sus contextos nacionales (aunque a buen seguro que en España más de uno se conformaría con lograr reducir nuestra proporción de desocupados hasta esos índices).

¿Qué hicieron cuando atravesaron por problemas? Un factor es coincidente en todos ellos en sus crisis de empleo más recientes: a diferencia de España, se impulsó un gran pacto social por el empleo entre empresarios y sindicatos, refrendado posteriormente por sus respectivos gobiernos.

Es una de las cuestiones que ha destacado el economista y experto en mercado laboral del IESE, Sandalio Gómez, en la jornada Apostando por el empleoorganizada por la escuela de negocios de la Universidad de Navarra, en la que se han analizado los marcos laborales de los mejores países europeos y se han hecho recomendaciones para seguir impulsando la creación de empleo en nuestro país y reducir la alta tasa de paro, que siempre ha estado por encima de los países del entorno en las últimas décadas.

Las tendencias de los mejores países europeos, según el profesor, coinciden en una mayor flexibilidad interna para las empresas en cuanto a organización del trabajo (jornadas laborales, condiciones, etcétera), acompañada de una reducción drástica de las indemnizaciones por despido con tendencia a su eliminación.

Antes de la última crisis en los años 90 que disparó el paro y el desempleo juvenil en este país centroeuropeo, las indemnizaciones por despido eran 0 para los empleados con menos de 3 años de antigüedad e iban desde un mínimo de 2 meses a un máximo de 12 mensualidades para los trabajadores con más de 3 años de contrato.

Esto provocaba, entre otras situaciones, una alta rotación entre los profesionales de menor antigüedad que no tenían derechos acumulados y normalmente eran los más jóvenes, y, al contrario, una escasísima rotación laboral entre los más veteranos, normalmente más mayores, que no ayudaba al empleo juvenil y provocaba también una dualidad similar a la actual en España.

Cuando los niveles de empleo se incrementaron hasta índices para ellos inaceptables, especialmente entre los más jóvenes, impulsaron la denominada Alianza Social entre empresarios y sindicatos, que se negoció durante 3 años y dio como resultado la famosa fórmula de la mochila.

En este modelo, las empresas aportan un 1,53% del salario bruto de cada empleado a un fondo de capitalización o caja de prevención laboral, que el trabajador se lleva consigo cuando cambia de compañía o se queda en situación de desempleo. Puede decidir si lo sigue acumulando para su posterior jubilación o si lo capitaliza para afrontar la nueva situación del paro. Para el trabajador hace las veces de indemnización y complemento a su pensión.

A cambio, la empresa se ahorra el coste de las indemnizaciones por despido. Además, este sistema permite a las compañías calcular con mayor seguridad y certeza el coste de sus trabajadores y elimina frenos, por tanto, a la contratación y a los aumentos de plantilla.

La 'flexiseguridad' danesa

Cuando el país nórdico atravesaba la peor situación para el empleo en su país alcanzado casi un 10% (9,6%) nunca antes visto allí, se pusieron en marcha dos reformas laborales y posteriormente, en el año 1999 el llamado modelo de la flexiseguridad.

Está basado en un triángulo de oro con tres pilares: por un lado, flexibilidad para las empresas, que ya existía antes porque no había indemnizaciones por despido salvo algunas de pequeña cuantía en algunos casos concretos.

Tras los acuerdos sociales, a ese concepto se unió el de seguridad: puesta en marcha de fuertes políticas activas de empleo para orientar y ayudar a los parados a encontrar una nueva ocupación. A tiempo, cobro de la prestación por desempleo, aunque no obstante la duración de la misma se redujo de 4 a 2 años.

Además, para el cobro de la prestación se exigen ciertas condiciones. Los trabajadores deben apuntarse en una caja de seguro de desempleo cuyos fondos se es nutrida en dos terceras partes por el Estado y en una tercera parte por los trabajadores. Las empresas no aportan nada a la misma.

Debe realizar cursos intensivos de formación orientados a las necesidades del mercado de trabajo según sus perfiles. Han de buscar activamente empleo, sin poder rechazar ofertas de trabajo. Y tienen que haber trabajado al menos un año durante los últimos tres.

Esa prestación de desempleo varía en función de los niveles de ingresos: el 90% del salario para los más bajos, entre el 60% y 70% para los medios, y entre el 50% y 60% para los más altos.

El empleo parcial holandés

Los Países Bajos presentan una tasa de desempleo del 6,9% frente al 9,3% de media en la UE y el 21% de España. El 50% de los contratos en este país son a tiempo parcial, pero no se consideran precarios.

Cuando peor lo pasaba el país holandés en materia de empleo se impulsó un pacto entre empresarios y sindicatos refrendado posteriormente por el Gobierno que cristalizó en el llamado 'Acuerdo social Wassenaar'.

Se pactó impulsar el empleo a tiempo parcial de forma de que facilitase el acceso de una mayor proporción de mujeres al mercado laboral, al tiempo que se favorece la conciliación personal y laboral, y con los mismos derechos que el resto de tipos de contratos.

Pero dando también a las empresas una mayor flexibilidad a la hora de organizar internamente el trabajo. En el fondo, estos empleos parciales son reducciones de jornada, con la consiguiente reducción salarial.

Los 'minijobs' y 'midijobs' alemanes

Alemania tenía un alto nivel de desempleo para su tradición, especialmente entre los jóvenes y mayores de 55 años, por lo que creó la Comisión Hartz, que entre 2003 y 2005 acordó diferentes medias para impulsar la creación de empleo, reducir el paro y consolidar el sistema de Formación Profesional Dual.

En materia de reducción del desempleo se ha trasladado al trabajador la responsabilidad de encontrar un nuevo puesto de trabajo. Con derechos como el cobro de la prestación y obligaciones como el seguimiento de cursos intensivos de formación y de demostrar que está buscando activamente empleo. Es decir, ayudas pero con mecanismos de control.

Se contó, además, con la ayuda de las agencias privadas de colocación, con herramientas no faltas de polémica como el denominado talón de intermediación, sistema por el que un desempleado puede utilizar ese talón para que la agencia logre reinsertarle en el mercado laboral.

Para fortalecer la creación de empleo se pusieron en marcha los famosos minijobs (400 euros de salario) y midijobs (800 euros), además de distintas ayudas a autónomos, subvenciones a los contratos de mayores de 55 años y apoyo a la formación continua de los trabajadores.

Y se consolidó el sistema de Formación Profesional Dual, en el que las empresas se implican con los centros educativos en el desarrollo de los estudios al tiempo que se trabaja en las compañías y se percibe un salario.

Para los empleadores tiene las ventajas de una menor cotización social, la no existencia de una indemnización al final del contrato, una formación a medida de sus necesidades y un sistema de selección de personal efectivo.

El resultado, con todas las polémicas sociales que se han generado por el camino, es una tasa de desempleo del 4,7% y el mayor número de trabajadores ocupados de la historia de este país.

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