El beneficio que generalmente se obtiene de ambas ciudadaes está controlado por un banco central y por el gobierno de Trípoli, que cuenta con el respaldo de Naciones Unidas y al que se oponen las facciones aliadas del Ejército Nacional Libio.
Es una situación muy compleja, donde el ENL ha acusado precisamente a Trípoli -- y, por extensión, a la corporación estatal petrolera, de alentar el ataque de las milicias contra ambas ciudades, el pasado 3 de marzo.
Sin embargo, el presidente de la corporación, Mustafá Sanalla, ha asegurado que ya está trabajando con el ENL para alcanzar una solución dialogada. "No hay motivo para creer que no nos devuelvan el control del sitio", ha declarado Sanalla a Reuters.
Es Sider y Ras Lanuf son dos puntos esenciales para la industria petrolera libia. Ambos mueven unos 600.000 barriles de crudo al día y su funcionamiento es esencial para mantener al menos la esperanza de la recuperación de la economía del país, lastrada por años de guerra y conflicto político.
"Las instalaciones, en su mayor parte, están intactas", ha añadido Sanalla. "Es cierto que hay trabajo que hacer en una o dos localizaciones, donde se encuentran ya los ingenieros militares, pero el resto de empleados está regresando poco a poco a sus puestos de trabajo", ha concluido.
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