Riofisa negocia un acuerdo 'in extremis' para refinanciar su deuda

  • La filial de Colonial especializada en centros comerciales mantiene suma una deuda de 423 millones con las entidades financieras, y la mitad vence a corto plazo. Los números rojos de la compañía le han obligado a volver a sentarse con los bancos para intentar refinanciar estos compromisos, ante la imposibilidad de hacerles frente.
SFL, filial francesa de Colonial, eleva un 78% su beneficio semestral, hasta 90,1 millones
SFL, filial francesa de Colonial, eleva un 78% su beneficio semestral, hasta 90,1 millones
Carmen Canfran

Agosto. La mayoría de los españoles están de vacaciones, excepto algunos. Entre ellos se encuentran los directivos de Riofisa, filial de Colonial. ¿El motivo? La inmobiliaria especializada en centros comerciales necesita un balón de oxígeno para su deuda de 423 millones de euros.

Por eso, los ejecutivos se encuentran de nuevo en la mesa de negociación con sus bancos acreedores. El objetivo es aplazar unos compromisos financieros de 208 millones de euros que vencen a corto plazo, según el informe enviado por Colonial a la CNMV.

Aunque Colonial ha conseguido beneficios en el primer semestre de este año, su filial continúa en números rojos, por lo que le es imposible hacerse cargo de sus deudas. En concreto, la compañía registró unas pérdidas de 827.000 euros y ha logrado aplazamientos con la administración tributaria por valor de 6 millones.

No obstante, por el momento, Riofisa no ha incumplido ningún requisito con sus bancos acreedores, pero lo hará si no logra a un acuerdo. Antes de llegar a ese punto, los ejecutivos han preferido sentarse con los bancos para buscar una solución.

Aplazar vencimientos

Como están en plenas negociaciones, todavía no se ha cerrado ningún plan, pero todo apunta a que se aplazarán los vencimientos tres años para dar un respiro a Riofisa. Una prórroga que se ha convertido en el pan de cada día en el sector inmobiliario.

Durante ese periodo, la compañía podría vender algunos de sus centros comerciales o terrenos que tiene en los países de Europa del Este. Al mismo tiempo, puede seguir deshaciéndose de algunos inmuebles que tiene en cartera.

De hecho, durante los seis primeros meses del año, la compañía vendió 77 lofts y 82 plazas. Con el dinero de todas esas operaciones se podría amortizar la deuda.

A cambio de esa prórroga, los bancos pedirán a la compañía garantías y reducción de costes. Uno de los gastos que más llama la atención, aunque su coste no es muy alto, es un plan de prestación definida.

Éste consiste en que la compañía otorga una pensión vitalicia para un determinado colectivo que se encuentra externalizado en una firma ajena al grupo. Esa pensión garantiza un tipo de interés mínimo del 3% y una participación de los beneficios.

Independiente de Colonial

En el caso de que Riofisa no llegue a un acuerdo con los bancos, Colonial no se verá arrastrada por su filial, ya que es totalmente independiente. A raíz de la refinanciación de su deuda, la inmobiliaria catalana acordó con los bancos separar sus negocios: por un lado, el alquiler de inmuebles terciarios; y por otro, Colonial creó una filial denominada Colren, donde inyectó sus peores activos inmobiliarios.

De esta manera, Colren agrupa el negocio de promoción residencial y suelo, y también engloba a Riofisa. Esta sociedad mala tiene un crédito sindicado de 776 millones de euros. De ese importe, 551 millones de euros están bajo el paraguas de un préstamo, cuyas garantías son el capital de Colren y de Riofisa. Los otros 275 millones de euros se agrupan en un préstamo convertible.

La depreciación  de Riofisa

Aunque su destino era convertirse en un cisne, el pinchazo de la burbuja inmobiliaria impidió a Riofisa cumplirlo. En 2006, Luis Portillo, por entonces presidente de Colonial, compró la inmobiliaria por la escalofriante cifra de 2.000 millones de euros y con miles de planes.

Su plan era internacionalizar el grupo a través de Riofisa, gracias a que la filial tenía terrenos enormes para levantar complejos en diferentes países del Este. Pero todo quedó en papel mojado con la llegada de la crisis. Para realizar esas inversiones, se necesitaba grandes sumas de dinero que, con el estallido de la crisis, se convirtió en misión imposible.

De esta forma, los planes de grandeza que aguardaban a Riofisa se fueron cada vez haciendo más pequeños. Como consecuencia, el valor de la compañía fue menguando, porque sus expectativas futuras se fueron esfumando.

Lo que antes era un tesoro ahora son simples centros comerciales y terrenos sin construir. Si traducimos en números esa transformación, el resultado es que, en 2006, Riofisa valía 2.000 millones; en diciembre de 2010, apenas 250 millones.

Con estos argumentos, Banco Popular y La Caixa, cuando pasaron a controlar Colonial hace tres años, lo primero que hicieron fue poner en venta Riofisa. Todavía tiene ese cartel colgado y Colonial espera venderla algún día, aunque el príncipe que pida la mano de Riofisa deberá tener un bolsillo lleno de oro para hacerla rentable.

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