Escalada de precios 

Zonas rurales y jóvenes, las primeras víctimas del histórico alza de la gasolina

El uso mayoritario del vehículo privado para acudir a los puestos de trabajo y la falta de alternativas en el transporte dejan sin salida a una parte de la población que teme que los combustibles se encarezcan más. 

Una persona reposta combustible en una gasolinera, a 24 de febrero de 2022, en Madrid (España) El precio de la gasolina y del gasóleo ha conquistado esta semana nuevos récords históricos para ambos carburantes, impulsado por el alza en el precio del petróleo, que cotiza ya por encima de la cota de los 100 dólares por barril tras el inicio de los ataques de Rusia a Ucrania. 24 FEBRERO 2022;COCHE;TURISMO;CARREFOUR Alberto Ortega / Europa Press 24/2/2022
Zonas rurales y jóvenes, las primeras víctimas del histórico alza de la gasolina.
Europa Press

Llenar el depósito se ha convertido en una pesadilla para los españoles. Los 1,848 euros a los que se pagaba ayer el litro de gasolina (1,832 euros en el caso del diésel) ha provocado que los ciudadanos con menos ingresos, además de aquellos sin alternativas de transporte al vehículo privado, sufran con más fuerza los picos históricos que marcan los combustibles estas semanas. Todo ello, agravado desde el comienzo de la invasión de Rusia a Ucrania, que ha desatado un terremoto en los mercados energéticos. 

Aunque fuentes del sector destacan a La Información que aún es pronto para determinar el verdadero impacto de este incremento, el presidente de la Confederación Española de Empresarios de Estaciones de Servicios (CEEES), Ignacio Rabadán, ya advierte del primer cambio en las formas de consumo: llenar los tanques de gasolina está dejando de ser lo habitual. "La gente únicamente echa unos 20 o 30 euros, lo justo para completar sus trayectos o incluso para aguantar la semana, pero es que no les queda otra opción. A la gente le está empezando a costar llenar todo el depósito", asegura Rabadán.

Los precios de la gasolina son ya una cuestión importante para el bolsillo de los españoles, precisamente por la dependencia del vehículo privado para los desplazamientos laborales y de estudios. De acuerdo con el último informe anual del Observatorio de la Movilidad Metropolitana en España, que recoge los datos del año 2019 y 2020, el 62% de estos viajes se producen en coche o moto, relegando al transporte público a apenas un 13% del total de trayectos. 

Así, desde la institución avisan de que estas tendencias en el uso de vehículos, unida a los bajos salarios de las personas jóvenes y los actuales precios de la gasolina y el diésel, están provocando las primeras exclusiones en el uso del coche. "Ellos están siendo los más afectados, ya conocemos casos de chicos y chicas jóvenes que se han visto obligados a dejar de utilizar su vehículo porque simplemente no pueden permitirse echar gasolina", destacan. No obstante, las grandes ciudades cuentan con alternativas de transporte accesibles y más o menos bien conectadas con los centros de trabajo o estudio, lo que facilita la decisión de dejar el coche aparcado y optar por metro, autobús o cercanías, según el caso.

Desde el Observatorio creen que el pico del precio de los combustibles fósiles puede convertirse en un acicate para recuperar afluencia en un transporte público que aún lucha por recuperar las cifras de viajeros previos a la pandemia. "Mucha gente ha tenido hasta ahora miedo a volver a montar de forma regular en el metro o el autobús por la Covid. Ese ha sido el factor de decisión durante los últimos meses, pero creo que a partir de ahora el precio de los carburantes va a ser la clave", apuntan. 

Sin alternativas en lo rural 

Sin embargo, no toda España dispone de las opciones de transporte público de las que se disfrutan en las grandes ciudades. El medio rural está siendo el otro gran perjudicado por el alza de los combustibles. "Al final el transporte público es proporcional al nivel de densidad de población que haya en la zona. Cuanta menos gente haya, menos posibiles conexiones existen", explican desde el Observatorio. Porque en la España Vacía la falta de alternativas puede suponer un agujero importante si los precios se enquistan en los niveles actuales. 

"Las opciones que se están tratando de implementar en las zonas rurales, como las de transporte a la demanda, no sirven para cubrir todas las necesidades que existen, que además son muy variadas", reflexiona el presidentes de CEEES. Es precisamente aquí donde la dependencia del vehículo privado es capital, hasta un punto en el que el gasto en gasolina se puede llegar a convertir en el motivo para plantearse el dejar su empleo. 

Es el caso de Carlos L., un joven navarro de 23 años que recorre cada día 40 kilómetros hasta la localidad aragonesa de Ejea de los Caballeros, donde tiene su trabajo en una fábrica local. "Hace unos días publiqué en redes mi ruta, para ver si puedo compartir con alguien los gastos. Yo cobro el salario mínimo, y si los precios siguen así al final voy a perder dinero por venir a trabajar", asegura. "Nosotros vemos en nuestros clientes de las zonas rurales el daño que está suponiendo este incremento en las economías de sus hogares, pero también en pymes o agricultores, que de verdad no tienen otra opción que pagar estos precios por su modo de vida o bien realizar un parón en su actividad, a costa de un coste económico aún mayor", concluye Rabadán.

Mostrar comentarios