Conflicto laboral en Cádiz

En las trincheras del Metal: "No somos hooligans sino unos padres de familia"

La barriada de Río de San Pedro, en Puerto Real (Cádiz), acoge a muchos trabajadores, no pocos de ellos de la empresa pública Navantia. El barrio, de noche, es todo paz; de día, un campo de batalla.

Un trabajador del Metal, anoche, en la barriada de Puerto Real (Cádiz).
Un trabajador del Metal, anoche, en Puerto Real (Cádiz).
Javier Leal / Enviado Especial (Cádiz)

Es noche cerrada en la barriada de Río de San Pedro, en Puerto Real (Cádiz). Un lugar al que se accede tras cruzar el 'faraónico' puente de La Pepa, que permite ver las instalaciones de las dos empresas más importantes de la ciudad y, posiblemente, de la provincia: Dragados (de capital privado) y Navantia (una empresa pública). Las imágenes que se han visto en este barrio gaditano -donde se ha asomado hasta una 'tanqueta' de la Policía Nacional por las calles- contrasta con la calma que se ha vivido durante la noche del lunes, donde la canción 'Ave María' de Franz Schubert ha estado presente en el altavoz del único bar que había abierto, mientras algún vecino se asomaba para pasear a su mascota.

Los trabajadores del Metal y los empresarios están en 'pie de guerra'. Mientras que los segundos buscan contener los gastos tras la subida del precio de las materias primas o de los combustibles, los primeros tratan de evitar que sus salarios y sus condiciones laborales se vean perjudicados por el contexto que la crisis de la Covid ha traído consigo. Así, se cumplen ocho días de huelga tras no alcanzar ni la patronal ni los trabajadores ningún acuerdo. Una situación que tiene en vilo a otros sectores económicos de España, que también se han visto perjudicados por el aumento de la inflación y que ven en Cádiz un reflejo sobre cómo actuar en caso de que los trabajadores ganen la partida a los empresarios.

Pepe lleva trabajando varios años en una de las empresas de metal que está subcontratada por Navantia. Él, que vive con su mujer en un piso en propiedad dentro de la barriada, relata las causas que han llevado a miles de trabajadores a salir a las calles y a secundar una huelga que, de momento, parece no tener fin. "Quieren quitarnos una de las cuatro pagas extraordinarias, aumentar las horas laborales, acabar con el tope legal de horas extra, no equipararnos el sueldo al IPC, reducir nuestro plus por toxicidad y penosidad y, además, crear una nueva categoría laboral -el peón- que es mucho peor que la más baja que teníamos -el oficial de tercera- y que cobrará justo el salario mínimo interprofesional".

contenedor quemado
Uno de los contenedores quemados durante la madrugada del lunes.

Javier Leal / Enviado Especial (Cádiz)

"Todos estos cambios van contra lo firmado en el convenio de Cádiz", continúa el trabajador del metal, que prosigue: "Para nosotros esta negociación es muy importante porque si perdemos nos quitarán, a la baja, 200 euros cada mes. Un buen mordisco". Tras unos breves segundos de silencio, Pepe confiesa que el antifaz se lleva "para no ser reconocido" porque los trabajadores pueden ser denunciados o ver su puesto laboral comprometido. Sin embargo, da un respiro a la seriedad de su relato con un chascarrillo:"La verdad es que con la mascarilla ahora es más fácil no ser visto". Por último, sentencia expresando una mirada cargada de sinceridad: "Aquí no somos hooligans, sino padres de familia que queremos llevar el sueldo a casa".

Además de la barriada de Río de San Pedro hay otras dos zonas más donde también se aglutinan trabajadores del Metal: la Quinientos Doce y Matagorda (la que menos poder adquisitivo tiene). Tres zonas de Cádiz que aglutinan "mucho paro" y donde una casa de nueva construcción puede costar 90.000 euros. "Esto no lo va a cambiar nadie. Nuestros padres ya tenían este problema", dice otro trabajador, que rozará los cincuenta años de edad, y que se encuentra con otro compañero arreglando el coche y que interrumpe: "Todo sube menos los sueldos. Si no quemas un contenedor nadie se entera".

"Esto está muy caliente", sostiene una mujer que viene de despedirse de una amiga del barrio. "Ha habido esta mañana fuego por un tubo y al lado del colegio, con todos los niños dentro", relata. Una situación que ella ha vivido 'in situ' mientras tomaba un café en una terraza:"Una de las pelotas de goma lanzadas por la Policía ha llegado hasta mi mesa". Una descripción 'iracunda' que coincide con la de un joven que viene de aparcar su moto: "La cosa está muy tensa en el barrio sobre todo tras la actuación policial de esta mañana [por ayer] y tras la acusación de ser los causantes de la muerte de ese pobre chaval". [Un joven motorista falleció el lunes al estrellarse contra un camión que estaba parado por un piquete informativo.]

No son ni las once de la noche y la calle ya apenas tiene vida. Las palmas de unos estudiantes que hacen noche bajo un soportal junto con el sonido del tejadillo de un quiosco que se cierra es lo único que perturba el silencio de este barrio "habitacional" que hay a las afueras de Cádiz capital. Este último negocio le pertenece a una señora, de avanzada edad y mirada cansada, que augura "lío" para este martes. La jornada del lunes termina sosegada -tras la tensión acumulada dentro del barrio- en una ciudad históricamente sitiada que ya tiene nueva trinchera: la barriada de Río de San Pedro.

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