Malestar en las Fuerzas Armadas

El Ejército español excluye a Indra y deja desierto un contrato clave de Defensa

Decide no adjudicarle, pese a ser la única licitante, los trabajos para el mantenimiento del sistema de guerra electrónica y simulación para helicópteros NH90, que la empresa semipública ya desarrolló en el pasado.

Helicóptero NH90 Indra
Indra es excluida en un contrato clave.
Indra

Nuevo traspiés de Indra en su complicada relación con las Fuerzas Armadas, su gran cliente. El Ejército, a través del Ministerio de Defensa, ha vuelto a asestar un golpe a la compañía semipública después de excluirla de un contrato clave para el mantenimiento de los componentes de guerra electrónica y simulación de los helicópteros mulipropósito NH90, que finalmente queda desierto. Entiende que la oferta planteada no es admisible, pues no se justifica la baja ofertada.

Indra estaba llamada a hacerse con este contrato. De hecho, el procedimiento elegido por Defensa el pasado mes de octubre era el negociado sin publicidad. Esta era la única oferta planteada. No hay que olvidar que estos sistemas de guerra electrónica digital habían sido desarrollados, producidos y suministrados por Indra en otro contrato anterior, firmado en diciembre de 2020 y valorado en 111 millones. Lo esperable es que se encargara también del mantenimiento posterior. El terreno no podía estar más abonado para su adjudicación definitiva para un acuerdo marco con un valor estimado de 10 millones.

Sin embargo, el pasado 24 de enero, la Subdirección General de Adquisiciones de Armamento y Material comunicó a la división de Defensa de la cotizada española que la excluía del procedimiento público. La razón, según queda reflejada en la resolución consultada por La Información, es que no se ha justificado correctamente la reducción del precio ofertado (lo que se conoce en el argot como baja ofertada). Ese mismo día, la Mesa de Contratación del organismo lo declaró desierto, pues no había otras propuestas. También se revoca la aprobación del expediente.

La medida se entiende como un serio correctivo para Indra. Durante los últimos meses, la relación entre las Fuerzas Armadas y el grupo español no ha pasado ni mucho menos por su mejor momento. De hecho, existe un malestar creciente entre los mandos de las primeras por una falta de interlocución y por problemas surgidos en contratos que resultan claves, según explican fuentes conocedoras. Hay que tener en cuenta que el Ejército es el principal cliente de la compañía. De sus adjudicaciones depende una porción significativa de los ingresos del área de defensa.

Este no es el primer choque con el Ejército y el Ministerio de Defensa. El más relevante tiene que ver con un contrato importante que ha caído en desgracia. Se trata del suministro de la antena digital del radar para las cinco fragatas F-110 de la Armada Española. Es una adjudicación del gigante estadounidense Lockheed Martin. Implicaba pedidos valorados en más de 150 millones de euros, la creación de un centenar de puestos de trabajo y un desarrollo tecnológico propio que, a la postre, generaría negocio de cara al futuro en otros contratos de este tipo fuera de las fronteras españolas. La compañía americana decidió romper la relación a finales del año pasado, como avanzó La Información, y asumir esos trabajos de manera interna y no subcontratándolos.

El choque por los helicópteros HN90 se suma a otros como el vivido con el final del contrato para el radar de las F-110 tras la ruptura con Lockheed Martin

El Ministerio de Defensa trató de interceder en este enfrentamiento para salvar el contrato o, al menos, una parte significativa de los trabajos. La secretaria de Estado de Defensa, Esperanza Casteleiro, llegó a admitir en la comisión del Senado: “El I+D+i está suponiendo un deslizamiento en los costes y plazos requeridos que el Ministerio de Defensa en principio no debe asumir, pero, como he dicho antes, estamos trabajando en conseguir la mejor posición de Indra en este proceso”. Muchos meses después, el propio consejero delegado, Ignacio Mataix, admitió ante los analistas el pasado verano que lo que iban a recuperar estaría "muy lejos de los 150 millones acordados en el contrato inicialmente".

Crecimiento del gasto militar

Aunque no pertenece a las Fuerzas Armadas directamente, también ha sido un duro golpe para esta área de defensa de Indra la pérdida de otro contrato relevante hace varios meses.  Se trata del mantenimiento de los despliegues fijos del Sistema Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE) de la Guardia Civil, conformado por cámaras y sensores para detectar llegadas a las costas españolas. En las dos últimas décadas estos trabajos habían sido ejecutados por la compañía dirigida por Mataix. En esta ocasión, el grueso de los lotes fue a parar a Escribano, una empresa española de defensa mucho más pequeña y con menor capacidad técnica.

Hay que tener en cuenta que estos traspiés se producen en un momento crítico para Indra en el área de defensa. La compañía ha decidido darle todo el protagonismo a esta división, frente a la tecnológica pura, incluso planteando un potencial 'spin off' de Minsait. Y además está llamada a ser una de las grandes beneficiarias del incremento del gasto militar. En los próximos trimestres van a llegar más proyectos que abordar. El Gobierno ha cumplido con su promesa ante la OTAN de elevar el gasto un 8,4% si se incluyen los fondos europeos, a lo que sumará 4.900 millones de euros de los programas especiales de modernización. 

Las salidas marcadas por el recorte ejecutado por Abril-Martorell en 2020, que afectaron a personal con más experiencia en el sector, junto con la rotación de la plantilla están generando problemas, según avanzaban hace unos días fuentes internas de la empresa. Se están produciendo retrasos en algunos proyectos, que no sólo se pueden achacar a la falta de chips o la guerra de Ucrania. El de los helicópteros NH90 es el último traspiés.

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