Los agujeros negros de la lista Forbes

  • Son todos los que están, pero no están todos los que son. La metodología utilizada para realizar la lista de los más ricos del mundo permite conocer a gran parte de los millonarios del planeta. Pero muchos representantes, sobre todo los ricos de cuna, quedan fuera.
Ruth Ugalde

Son todos los que están, pero no están todos los que son. La metodología utilizada para realizar la lista Forbes de los más ricos del mundo permite conocer a gran parte de los millonarios del planeta. Pero muchos representantes quedan fuera.

El principal problema de esta selecta clasificación es que se basa, sobre todo, en los patrimonios empresariales y, dentro de éstos, destacan los construidos a través de compañías en bolsa.

Aunque Forbes asegura elaborar su lista gracias a la labor de 50 periodistas, presentes en 13 países, que recapitulan la información a partir de las participaciones en empresas cotizadas, patrimonios inmobiliario, fondos, depósitos y yates, entre otros activos, la realidad es que algunos de los mayores patrimonio españoles se escapan de sus cálculo.

Esto hace que queden fuera los ricos de siempre, los millonarios de cuna, aquellos que por herencia cuentan con patrimonio, en muchos casos, incalculable.

Tal es el caso, por ejemplo, de la Duquesa de Alba, la mayor terrateniente de España, dueña de joyas incomparables, como una buena colección de Goyas o palacios como Liria y Monterreym.

Tampoco la pinacoteca de Joaquín Rivero, presidente de Bami y uno de los coleccionistas privados más importantes de España, tiene cabida en esta lista.

Ni siquiera Juan Abello, reconocido como uno de los coleccionistas más importantes de España, que ha llegado a batirse en duelo con Patrimonio Nacional por algunas obras, ve realmente recogida su fortuna en este lista.

Y eso que aparece en el puesto 828 de la lista Forbes de este año, con un patrimonio de 1.200 millones de dólares, gracias a sus participaciones empresariales en empresas como Sacyr Vallehermoso. Una fortuna que apenas representa una pequeña porción de su patrimonio real.

Sin embargo, lejos de enojarse por quedar fuera de la elitistas clasificación, los ricos de siempre prefieren seguir en el anonimato, fuera de los focos.

Un claro ejemplo es la familia March, cuyo patrimonio inmobiliario y artístico deja pequeño a los más de 5.000 millones que tiene invertidos en ACS, Acerinox, Corporación Financiera Alba e Indra, entre otras empresas.

Otro ejemplo es Juan Miguel Villar Mir. Dueño de uno de los mayores imperios empresariales españoles, posee la constructora OHL, la inmobiliaria Espacio, la química Fertiberia y la industrial Ferroatlántica, uno de los yates más importantes de España, además de un importante patrimonio inmobiliario.

El problema es que salvo OHL, cuyo valor en bolsa asciende a 2.400 millones, cifra que por sí sola le permite entrar en la lista Forbes, el resto de su imperio queda fuera de los focos, al tratarse de grupos no cotizados y nada dispuestos a aparecer en este tipo de cálculos.

Lo mismo le ocurre a David Álvarez, dueño de Grupo Eulen y de las prestigiosas bodegas Vega-Sicilia; Isidoro Álvarez, presidente de El Corte Inglés, otro de los emporios de valor desconocido; Rafael del Pino, presidente de Ferrovial, que junto a tres de sus hermanos se reparte una fortuna de 6.000 millones sólo con su participación en la constructora y en empresas como Banco Pastor o Ebro.

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