Semana social de alto riesgo en Francia para el gobierno socialista

El gobierno socialista francés, políticamente exangüe a menos de un año de la elección presidencial, afronta esta semana una enésima ola de manifestaciones y huelgas que podrían paralizar al país.

Camioneros y ferroviarios iniciarán esta explosiva secuencia social, a la que incluso los policías se unirán para denunciar un "odio anti-policía" de parte de los manifestantes que ya han tomado las calles francesas en las últimas semanas.

El presidente socialista François Hollande, acusado de renegar sus promesas electorales y de haber optado desde hace dos años por una vía "social-liberal", intentará el martes retomar la iniciativa con una entrevista en la radio, amparándose en las señales de recuperación económica del país.

Pero la percepción de los franceses "sigue siendo muy negativa", destacaba este fin de semana el diario regional L'Alsace. Hollande es objeto de críticas y rencores de buena parte de los socialistas --donde teóricamente debería estar su mayoría parlamentaria-- y de toda la oposición de derechas.

Ejemplo de ello es una reforma del código laboral impulsada por el ejecutivo, rechazada por gran parte de la izquierda que la considera nefasta para los trabajadores, y que también la derecha denosta por sus supuestas insuficiencias.

La reforma tuvo que ser adoptada la semana pasada en primera lectura en el parlamente sin ser sometida a voto --habría sido rechazada--, gracias a un mecanismo legal que así lo permite.

Los camioneros, convocados por dos grandes sindicatos, FO (Fuerza Obrera) y CGT, inician la noche del lunes al martes una huelga renovable contra esta reforma.

Por su parte, los trabajadores ferroviarios también anuncian otra huelga prorrogable para protestar contra la precariedad laboral pero también para hacer presión mientras se negocian sus condiciones de trabajo.

Un sindicato, Sud-Rail, propone incluso una huelga renovable todos los días a partir del lunes hasta el 11 de julio, es decir hasta el día siguiente de la final del Euro de fútbol, que atraerá a Francia a miles de aficionados.

En el metro de París y en los transportes públicos de los suburbios de la capital otra huelga está prevista desde el lunes por la noche hasta el miércoles por la mañana.

Pero los puntos culminantes de la semana serán las dos jornadas de movilización previstas el martes y el jueves contra la reforma laboral, con manifestaciones en París y en las grandes ciudades. Esos días el transporte aéreo se verá afectado también por otros llamados a la huelga.

En efecto, los sindicatos CGT del petróleo llaman a bloquear los productos petroleros en las ocho refinerías francesas, en los aeropuertos y en los depósitos a partir del martes.

Todas estas manifestaciones tienen como objetivo mantener "un clima que obligue al gobierno a respetar el punto de vista de los trabajadores", explicó recientemente Nathalie Arthaud, dirigente del partido Lucha Obrera y candidata a la presidencial de 2017.

En las últimas semanas, la oposición al gobierno --que, paradójicamente, es más nutrida en el campo de la izquierda que entre los partidos de derecha-- se ha endurecido. Las manifestaciones están cada vez más plagadas de violencias y degradaciones, generando así estremecedoras imágenes de guerrilla urbana.

En dos meses más de 1.000 personas han sido detenidas, y 300 miembros de las fuerzas de seguridad resultaron heridos, así como centenares de manifestantes.

A diferencia del ambiente de agradecimiento que reinaba entre la población tras los atentados yihadistas de enero de 2015 en París, los policías se consideran ahora víctimas de odio y van a protestar por ello el miércoles en la emblemática Plaza de la República de París. Ese mismo día, los manifestantes denunciarán, por su parte, "las violencias policiales"...

En este clima de agitación, que algunos asemejan a la revuelta contestataria de mayo de 1968, un inédito movimiento llamado "Nuit Debout" (Noche de pié) congrega cada día a ciudadanos en la misma Plaza de la República para exigir la retirada de la reforma laboral y, de forma más general, un nuevo modelo de sociedad.

El vínculo del poder político "con los franceses está roto (...). Recrearlo en los próximos meses parece una tarea digna de Sísifo" resumía recientemente el diario Le Monde.

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