Alemania reabre la herida de su relación con los inmigrantes

  • La exclusión de medios no alemanes en el juicio contra la líder del grupo neonazi que asesinó a nueve inmigrantes y los dos incendios recientes con diez víctimas extranjeras han vuelto a cuestionar la relación de Alemania con su comunidad foránea.

Juan Palop

Berlín, 3 abr.- La exclusión de medios no alemanes en el juicio contra la líder del grupo neonazi que asesinó a nueve inmigrantes y los dos incendios recientes con diez víctimas extranjeras han vuelto a cuestionar la relación de Alemania con su comunidad foránea.

Ambos asuntos, independientes pero coincidentes en el tiempo, han encendido por enésima vez en Alemania el debate sobre el racismo y han provocado incluso la reacción del Gobierno de Turquía, que suma 16 víctimas entre asesinatos e incendios, tensando las ya de por sí complejas relaciones entre Berlín y Ankara.

El ministro de Exteriores turco, Ahmet Davutoglu, llamó a su homólogo alemán, Guido Westerwelle, para pedirle su intercesión para que funcionarios y periodistas turcos puedan asistir al juicio contra la líder del grupo terrorista "Clandestinidad Nacionalsocialista" (NSU).

Ankara considera que tiene derecho a contar con representantes en la sala de la Audiencia Territorial de Múnich (sur de Alemania) donde se va a juzgar a la presunta terrorista neonazi Beate Zschäpe, la única superviviente del trío asesino, y cuatro presuntos cómplices a partir del 17 de abril.

Westerwelle se ha escudado en la independencia judicial para señalar que no puede hacer nada por cambiar la decisión del tribunal, que repartió las 50 plazas de observador entre medios locales y alega que asignó los puestos por estricto orden de solicitud.

Los preparativos del juicio han sido el último momento embarazoso de un proceso que ha puesto en entredicho varias veces la profesionalidad de la policía, el Ministerio de Interior y, por extensión, el Gobierno, que convocó un acto de Estado para reparar la honra de la víctimas.

A lo largo de una década, la NSU actuó con impunidad sin que la policía interviniera, pese a que los diez asesinatos -nueve inmigrantes y una policía- se hicieron con la misma pistola, y se achacaron las muertes de ocho turcos y un griego a ajustes de cuentas entre extranjeros.

Además, los servicios secretos han mantenido una controvertida posición, pues ha trascendido que tenían conocimiento de la célula, pero no lo comunicaron, y posteriormente destruyeron actas con información sobre sus miembros.

A esto se han sumado dos recientes incendios, por causas aún no aclaradas, de sendos edificios habitados principalmente por turcos en Backnang (suroeste del país) y Colonia (oeste), en los que murieron ocho turcos y otros dos extranjeros musulmanes.

"La población musulmana está muy insegura. Los ciudadanos alemanes de origen turco tienen mucho miedo porque en las últimas semanas han ardido casas turcas y han sido atacadas varias mezquitas", aseguró el portavoz del Consejo Coordinador de los Musulmanes (KRM), Aiman Mazyek.

Un portavoz del Gobierno turco criticó que las fuerzas de seguridad alemanas hayan descartado "demasiado rápidamente" la motivación xenófoba del fuego.

En los últimos seis meses, el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, y la canciller germana, Angela Merkel, se han reunido en dos ocasiones, en las que han abordado la situación de los cerca de 2,5 millones de ciudadanos de origen turco que residen en Alemania.

La falta de cercanía fue patente entre ambos líderes, pese a que están obligados a entenderse como miembros de la OTAN, socios comerciales y partes en la bloqueada negociación para la incorporación de Turquía a la Unión Europea (UE).

El Gobierno alemán desmintió hoy un enfriamiento de las relaciones bilaterales por estos incidentes y el portavoz de Exteriores, Andreas Peschke, aseguró que los contactos entre Berlín y Ankara "se mantienen inalterados, muy estrechos" y en un clima de "confianza total".

El Ejecutivo alemán maniobra con precaución en este asunto, quizá con la vista puesta en las elecciones generales del 22 de septiembre, ya que unos 16,5 millones de los más de 82 millones de habitantes del país son de origen extranjero.

Un estudio de la Fundación Friedrich Ebert, cercana a los socialdemócratas, alertaba el año pasado de que un 25 % de los alemanes mantiene conductas racistas y un 9 % sostiene tesis ultraderechistas.

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