Anna Figuera explora los lazos humanos e intelectuales de Jordi Pujol con Israel

  • Barcelona.- "Jordi Pujol i els jueus" (Pòrtic), así se titula la obra en la que la periodista Anna Figuera Raichs bucea en una de las múltiples facetas del ex presidente de la Generalitat: su íntima relación con el pueblo judío y la huella que han imprimido Israel y el sionismo en su pensamiento político.

Anna Figuera explora los lazos humanos e intelectuales de Jordi Pujol con Israel
Anna Figuera explora los lazos humanos e intelectuales de Jordi Pujol con Israel

Barcelona.- "Jordi Pujol i els jueus" (Pòrtic), así se titula la obra en la que la periodista Anna Figuera Raichs bucea en una de las múltiples facetas del ex presidente de la Generalitat: su íntima relación con el pueblo judío y la huella que han imprimido Israel y el sionismo en su pensamiento político.

Figuera (Agramunt, Lleida, 1974) aprovecha escritos, discursos y anécdotas de Pujol relacionadas con el pueblo judío, procesa horas de conversaciones privadas con el expresidente catalán y cruza datos con la hemeroteca para componer un relato que revela el porqué de su profunda admiración hacia Israel y los israelíes.

El libro, de 185 páginas y cuyo acto de presentación se celebrará el próximo 9 de marzo en Barcelona en presencia del propio Pujol así como del ex embajador israelí Shlomo Ben Ami, arranca recordando las conexiones del Palau de la Generalitat con el judaísmo: la sede del Govern se alza en el epicentro del que fue el barrio judío de Barcelona en la Edad Media.

Un barrio que vio transformada su identidad tras el pogromo de 1391, un baño de sangre que segó la vida de cientos de judíos.

El peso de este trágico pasado le ablandó cuando, en 2002, le abordó un joven judío de nacionalidad francesa pero residente en Cataluña, con la excéntrica petición de permitirle celebrar su boda en el Pati dels Tarongers del Palau de la Generalitat: Pujol aceptó.

Desde bien joven Pujol empezó a sentir simpatía hacia el pueblo judío, en parte alimentada por su amistad con la familia Tennenbaum, unos viejos conocidos de su padre que le proporcionaron las primeras lecturas del padre fundador del movimiento sionista, Theodor Herzl.

El más o menos disimulado antisemitismo del régimen franquista no hizo sino acrecentar la afinidad de Pujol hacia este pueblo, según destaca Figuera.

Acompañado de su mujer, Marta Ferrusola, viajó por vez primera a Israel en 1974, tras la guerra del Yom Kippur; trece años después, ya como presidente de la Generalitat, realizaría su primer viaje oficial a Tierra Santa y regresaría otras dos veces: 1994 y 2003.

Por encima de todo, a Pujol le fascinaba la indestructible voluntad de ser, de existir, del pueblo judío, puesta a prueba en innumerables ocasiones a lo largo de la historia.

Sentía un punto de envidia por el discurso político judío, cargado de "lírica, emoción y mística", elementos que echaba de menos en el caso catalán, como señala la autora del libro.

Sin haber agotado su admiración hacia los judíos, Pujol sí ha experimentado no obstante, en los últimos años, una evolución en su manera de enfocar el problema entre israelíes y palestinos.

Desde sus firmes credenciales como "amigo" de Israel, Pujol se ha permitido reprochar a los gobernantes israelíes su "intransigencia" hacia los palestinos, ha denunciado el "abuso" de los asentamientos judíos en los Territorios Ocupados y ha reivindicado, incluso en una conferencia en sede parlamentaria israelí, la necesidad de ver nacer un Estado palestino, para poder caminar hacia la paz en la región.

Finalmente, Figuera halla un motivo más de identificación de Pujol con los judíos: de la misma forma que Moisés vio frustradas sus aspiraciones de conducir al pueblo de Israel hasta la Tierra Prometida, el expresidente también ve fracasar su proyecto de encontrar el encaje político definitivo de Cataluña en España.

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